Crítica de Arte sobre Diego de Giráldez
Se recogen algunos fragmentos de
escritos, artículos, críticas de arte y bibliografía, realizados por
importantes plumas del mundo de la cultura sobre Diego de Giráldez, durante su
carrera artística.
Xosé Francisco Armesto Faginas (Periodista. Director
de la Universidad Popular de Vigo): “Alvaro Cunqueiro, en tanta
cousas mestre, que tivo tamén moito de neno grande, foi un dos primeiros que
celebrou a pintura de Diego Giráldez. Atopo moitas cousas en común entre
ámbolos dous, por exemplo -algo non cativo- o amor polas pequenas cousas, a
ledicia, poño por caso, ó sentir o canto dun paxaro ou dun galo, coma quen
escoita a voz do mestre solista dun gran coro...”
Álvaro Cunqueiro (Escritor y
Poéta): “Para ser pintor, hai que nacer, hai que soñar durante moito tempo, hai
que atopar un estilo coma él, non son os mais listos, os licenciados, os que o
atopan, algunhas veces son caseque nenos como Diego que saben de labregos, de
ovellas e carneiros, de carballeiras e capóns -eses galos de crestas vermellas
que matan o basilisco-, desas alaceas e lareiras, desas froitas que se lle
poden adiviñar os vermes dentro. Eu para ver os seus bodegóns non teño que
haber xantado. Teño que vir en aiunas, e daquela poido carregar o meu maxín da
poesía que emanan...”
Ramón Piñeiro: “Diego pertence a ese
eido artístico dós novos pintores Galegos que por vocación e con grande
entusiasmo e sensibilidade están levando o nome de Galiza polo mundo. Neste
caso cunha visión propia e orixinal asentada no dominio do debuxo e nunha composición
diferente”.
A.M. Campoy (Crítico de
Arte): “Diego de Giráldez, severo y apolíneo, artista de la contemplación de la
naturaleza, ha traído al arte moderno español un vigor y una nueva
sensibilidad, con este Realismo NAS, que es posible que no tenga comparación en
el arte de los últimos años. No es posible confundir sus bodegones, sus
paisajes, sus mujeres o atribuir a otros sus espléndidos retratos, …. Su
excelente arte está fundamentado en un dibujo prodigioso y realizado siempre en
una materia muy rica y diferente, con base en el pastel”.
J. de Castro Arines (Crítico de
Arte): “¿Que decir de nuestro gallego, Diego de Giráldez?, Diego es el hombre
que le pone corazón, alma y misterio y soledad y silencio que se transforma en
humano, a su obra en la que se respira poesía, talento creador, del alma
creadora. Y digo que se respira poesía, hay poesía, mucha poesía, que no surge
tan sólo de la severidad del color, de la que tanto gusta Diego de Giráldez,
sino también del mundo espiritual. Pero también hay drama en esos rostros de
labriegos; cuánta tensión expresan, cuanta idealización o esencialización del
drama. Hay tristeza, hay soledad y silencio, ¡Lo hay, también, pongo pro
ejemplo, en algunos cuadros de esas ovejas de ojos tristísimos!, donde parecen
saber el destino amargo que engendra su propia naturaleza. Eso también está
pintado, captado por el color y por la técnica e intuición del pintor, de este
pintor que, sin hacer grandes alardes, va más allá del mundo que el pincel
puede abarcar en el terreno de su materia propia, la del color y de la forma,
porque Diego de Giráldez es un pintor trascendente que dejará huella no sólo en
nuestra tierra gallega”.
Camón Aznar (Crítico de
Arte): “Este jovencísimo autor, Diego de Giráldez, tiene una faceta poco
tratada, profunda, como interprete del misticismo católico, con temas de
misterios e historia de la religión, tratados con aguda observación de la
realidad actual que algún día serán objeto de comentarios más extensos, que los
habrá, e incluso me atrevería a decir que posiblemente ejerzan influencia sobre
el arte moderno y este incipiente y diferenciado realismo que ya hoy le eleva y
clasifica entre los primeros nombres de los maestros del realismo español
contemporáneo. Su pintura habla un lenguaje místico y cuenta con un gran
dominio del color y el dibujo”.
Xosé Filgueira Valverde (Escritor): “Din
algúns que este pintor e un mestre que deprendeu o oficio dende pequeno, que
sabe como manexar o pincel, o lápiz e a paleta. Eu vexo unha obra coma as mellores
da nosa terra: clara, limpa, con esa luz -Luz a nai, Luz a aboa- da nosa vida
labrega...”
Francisco Fernández de Riego (Escritor y Presidente
de la Real Academia Gallega - 1998): “A pintura de Diego de
Giráldez…. é o resultado, nun principio, dalgúns cambios que en común posúen
esa indagación interior a través da perfección técnica. A súa vontade de estilo
como pai do Realismo NAS apóiase nos dous alicerces, social e estético,
imprescindibles nunha arte comprometida co espazo/tempo que ao artista tocoulle
vivir en Galicia e España en particular e en distintos movementos artísticos no
mundo en xeral; coas súas xentes, os seus problemas, o seu pasado histórico e
cultural. Unha conxunción artística que lle aproxima e relaciona dalgunha
maneira, desde o pictórico, a ese realismo social-galego concibido a tempo
polos narradores galegos que eloxiaron a súa arte: Álvaro Cunqueiro, Antón
Fraguas, Carlos Casares, Filgueira Valverde, García-Sabell,...”
Camilo José Cela (Escritor.
Premio Nobel): “Gallego universal … Diego de Giráldez pinta labradores curtidos
por el sol, ovejas y corderos que atienden a pastores que vociferan, a gallinas
y gallos que se expresan a través de la profunda mirada. Diego de Giráldez,
artista constante y consecuente, se expresa como español y, al hacerlo así,
como ese gallego que lleva dentro, como hombre de las montañas –leal consigo
mismo y con su infancia-, donde nació, y dentro de ese estilo propio, su
invento, el realismo NAS. Pinta con carboncillo, pastel, óleo o acuarela, con
pincel o con los mismos dedos, aquello que visto con los ojos y transformado
por la mente de su realidad -realidad que vive fuera de la percepción
sensorial- lo convierte en un realismo que se adivina, en un surrealismo
aparente, al mismo tiempo que inquietante y misterioso. Porque Diego de
Giráldez, como hemos podido ver en su prolífera obra, con su realismo NAS,
supera lo natural pero no lo deshecha, lo abstracto y el mismo surrealismo para
refundirlo todo en la culminación de su obra.
Este gallego universal es un hombre
sencillo que cuenta, con sus manos y pinceles, sobre inquietantes lienzos, en
su mundo artístico, las cosas como las ve él, el mundo que pasa ante sus ojos
para ser taladrado, escrutado y adivinado, con un estilo propio, que no
se pudo encasillar. Nuestro pintor ha sabido, lo repito una vez más, crear un
estilo propio, no ciñéndose a caer en los modismos abundantes en el mundo
artístico actual, en esa negra y artificiosa sima del lugar común”.
Gonzalo Torrente Ballester. (Escritor): “Diego
de Giráldez, coleccionista de balanzas, radios, gramófonos, ….., coches
antiguos y gran comedor de sardinas, es, para muchos críticos un realista o un
surrealista……. Veo en su obra integrar el cambio sustancial de estos finales de
los años setenta, recogiendo fielmente las consecuencias de los efectos de las
transformaciones sociales de la postransición, las nuevas relaciones entre los
individuos de diversas culturas, religiones y áreas geográficas que cambiaron
la percepción de lo “real”. Todo ello adecerado con pizcas de su tierra natal.
Es en este contexto donde Diego de
Giráldez crea su, como él le denomina, Realismo NAS y una visión global del
mundo, ofreciendo imágenes de visiones oníricas, reconocidas de inmediato, al
mismo tiempo que improbables en la realidad de lo cotidiano. Diego de Giráldez
es diferente, no es Benjamín Palencia o Salvador Dalí, …., pongo por caso.
Diego es otra cosa y en su mensaje nos pudiera llevar, en una primera
contemplación de su obra, a que se confunda, erróneamente, con visiones de
fantasía”.
Carlos Casares (Escritor y
Presidente do Consello da Cultura Galega): “Teño seguido con atención a súa
obra, hoxe coñecida e valorada tanto dentro como fóra de Galicia. En Diego de
Giráldez coinciden a realidade representada e a forma en que se representa,
podemos falar de acerto expresivo. O pintor é dono do seu mundo e da súa obra.
Estou convencido de que Diego de Giráldez chegou a ese estadio e que agora
pinta con máis liberdade. É a liberdade que a un creador lle da sempre a
seguridade na utilización dunha técnica que emprega con naturalidade...”
Domingo García-Sabell (Académico de
número de la Real Academia Gallega. Escritor. Ex–delegado del
gobierno en Galicia): “Diego de Giráldez, no seu esforzo creador, chouta por
riba das categorías plásticas establecidas...”
Antón Fraguas (Cronista
Oficial de Galicia, Presidente del Patronato del Museo do Pobo Galego): “O
pintor e xenial artista, Diego de Giráldez, vai interpretando os diferentes
momentos do ano ós que Don Ramón Otero Pedraio deu o seu valor xeográfico... O
artista, este pintor, ten un espírito tan altamente creador que fixa as súas
obras no máis fino realismo...”
Antón Castro (Crítico de Arte
y profesor de Arte Contemporáneo de la Universidad de Vigo): “Sin
lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los
grandes pintores de la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes
bucólicos”
Xavier Costa Clavell (Periodista,
escritor): “CREATIVIDAD Y ESTILO EN LA PINTURA DE GIRÁLDEZ. Como dijo
Picasso, Giráldez no busca, sino que encuentra, y los hallazgos se proyectan en
las superficies pintadas con un sello propio, algo que sólo está al alcance de
los auténticos creadores. No deja de ser cierto lo que afirma Francisco de
Pablos: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de
nombres más, el pleno de genuino realismo. También estoy de acuerdo con lo que
dice Santiago Amón: “Diego de Giráldez sabe que el arte es absolutamente inseparable
del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión
comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la
noche se apodera del fulgor del arco-iris. Un poeta escribió aludiendo a la
obra del pintor: “Te confunde, amigo mío, / quien te llama realista...”.
Cierto, porque la pintura de Giráldez es siempre algo vivo y lleno de misterio.
El de la creación”.
Jordi Soletura (Ministro de
Cultura): “Felicito a Diego de Giráldez por su valiosa y maravillosa obra que tiene
en el Museo de Cuenca y que hace unos días tuve el placer de visitar… Ese
genuino realismo. Esa invención suya, que denominan NAS, hace que nuestro
pintor se sitúe en el interés de las mejores plumas y de los museos más
importantes”.
Francisco Pablos (crítico de arte
y miembro de la Academia de Bellas Artes): “En la pintura de Diego de
Giraldez, en las naturalezas muertas, el consigue la vida, la perennidad, la
trascendencia. Surge y se impone lo inquietante. Lo común se mayusculiza, hasta
lo anodino cobra importancia. Un cacharro, cualquier enser del ajuar doméstico
es él, el único, el irrepetible. Es don cacharro y acaso hasta el excelentísimo
señor cacharro. Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental
es la naturaleza misma, y su capacidad de trascender su inmediata apariencia,
su realidad concreta, han hecho de su obra un capítulo aparte en la pintura
española contemporánea. Ahora goza de admiración y respeto internacional. La
pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más,
el pleno de genuino realismo. Sú pintura es única, irrepetible, capaz de ser
reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible sensación de
uno de sus cuadros”.
Ramón Faraldo (Crítico de
Arte. Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte): “El
Cristo-Hombre de Diego de Giráldez”: Insisto en esta obra de gran
envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las
crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no
tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de
bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio. Y
esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí. Tú lo has
visto Diego. La aldea, el largo invierno. La hermandad con pastores y
leñadores, el respeto a la materia bondadosa que nos da techo y calor. Todos
los árboles de la tierra deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber
proclamado la eterna amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere
inocentemente a nuestro servicio”.
DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SUS RETABLOS.- POR RAMON FARALDO. (MADRID): “Hay
pintores de cuadros que pintan ideas, véase Dalí. Otros, aforismos, quizás
Bosco. Otros sentencias de muerte, como Goya, que en paz descanse, aunque lo
dudo. Para Picasso, pintar era caer en el vacío, pero cuando uno es Picasso,
puede hundirse en el vacío y arrancarle guitarras, manzanas, Guernicas,
Minotauros, y hasta palomas de la paz y de la guerra.
Diego de Giráldez, su entorno, esa villa
artillada de caballos y versos de Guillade, Enríquez y Ferreiro, es un poco
todo aquello, idea, aforismo y sentencias sumarísimas pero algo más o algo
menos, Giráldez sabe que, a la sazón, no basta con pintar más, ni mejor, ni
peor. El tiempo en que vivimos- o morimos -reclama asombro, estupor, sorpresa,
maravillamiento, intriga, lo que en cine llaman "suspense", lo que
Rimbaud auguró "millón de aves de oro. ¡Oh futuro vigor!", y las
gentes menos versadas denominan escalofrío, sortilegio o brujería, o
"epater les bourgeois", o dejarnos boquiabiertos, persuadidos de que
en el cuadro ocurre algo insólito, veraz, racional, enloquecedor, actual,
ancestral; pero que, como, desde, donde, qué orilla anacreóntica donde antaño
vivimos o donde algún día señalado viviremos.
Hasta hoy, mi pretendido amigo, el
"Cristo-Hombre" parece ser compendio y "suma y sigue" de su
trabajo. Usted mismo nos lo explica a su manera, ¡adelante: "graznando
rompí el cristal, y te ví, y te pinté -maderas, cristal, ligaduras, tierras
quemadas, piel quemada por los golpes de sol y de trabajo, donde la piedra de
la calle rompe y la noche entreabierta, conjunto de colores acechantes que se
apodera de mi y me posee con su cara de luces...-. Más que una explicación de
su cuadro, es su cuadro mismo el que se explica como quiere, o, mejor, como
puede. La pintura no habla, pero se hace escuchar.
Decía Robert Hughes,
controvertido crítico de arte, admirador de Goya y enamorado de Barcelona: “Diego
de Giráldez, al igual que Goya, es un pintor para el mundo. Se ocupó, visto el
cuadro del Cristo-Hombre, de una nueva visión de la crucifixión algo que fue
capaz de crear con éxito a través de lo que se denomina Realismo NAS y que nos
da ciertas esperanzas dentro de las pobres expectativas del arte que
hemos vivido en los últimos años. En este cuadro el autor se convierte, otra
vez al igual que Goya, en uno de los pocos grandes pintores del dolor, en este
caso psíquico; de las humillaciones –la figura de rodillas- y de la absolución
de la masa arbórea terrestre a través de esa cruz inofensiva. La pintura de
Diego de Giráldez abre un nuevo camino en el arte contemporáneo”.
Permítame el famoso Hughes,
practicante que fue de la pintura y la poesía –cuando estaba enrolado en
el Movimiento The Push, formado por artistas, escritores, intelectuales y
bebedores australianos-, hoy influyente crítico de arte y escritor con gran
capacidad narrativa, decirle que este Hombre-Cristo es más hombre que Dios, más
usted o yo, o aquel, o ese que anda por la calle, o ese que regresa a su casa
hastiado y supliciado por un quehacer que detesta, una compañera que le
incomprende, una ciudad que se encoge de hombros, y otros etcéteras igualmente
sombríos. Es la iconografía del bípedo-racional-más o menos racional, quizás
menos-del siglo este, de los innumerables Babbits contemporáneos, rodeados de
tiniebla como en su retablo, con el signo secreto de una cruz que es más bien
una espada, unas ataduras menos perceptibles, pero menos vulnerables que las de
su obra, desnudo, supliciado, aherrojado, cireanico, democratizado por cuanto
le victimia, y sin otra esperanza que verse perpetuado en un cuadro como el
suyo que no equivale ni promete paraísos, ni le emplaza al Este del Edén, pero
le asegura un Testimonio perdurable de que las Catacumbas, de la
Inquisición y de las ejecuciones en piras ardientes, guillotina o garrote.
Después de Hiro-Shima, Dachau, las checas y los carros de gas, postulados más
crueles de "lo que fue" resultan apiadables ante lo que acaba de ser
y puede volver a ser. Hasta el apocalipsis se nos antoja una solución
retalitivamente burguesa, pero una solución al fin y al cabo (...)
En contraste con la substancia y acento
de la obra pintada, su vida es un ejemplo de existencialismo casi frenético. La
negativa explícita de cualquier resignación frente a la fatalidad y al trámite
protocolario del fin.
Ya sabemos que somos mortales. Obvia
sublevarse contra esta condición. Consumir nuestro transcurso terrestre
compadeciéndola y compadeciéndonos. Su juventud, sus desplazamientos
incesantes, sus incontables exposiciones, son el indicativo activísimo de un
ser que quiere seguir siendo. Usted, Diego de Giráldez, con un acta bautismal
tan comprometida para un pintor como llamarse Diego, después del otro Diego,
aquel rey Lear de la pintura de hoy, de ayer, de siempre, ha leído y
comprendido al inolvidable Machado -muerto en Argeles a unos metros de mi
modesta persona- "Caminante no hay camino. Se hace camino al andar"-
Usted anda, usted puede, y debe, llegar. No sé a donde, pero seguramente a
alguna parte. Seguramente a su propio y victorioso destino”.
RAMÓN FARALDO.(Crítico de Arte.
Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte. Madrid): En el
libro “DIEGO DE GIRALDEZ: UN PINTOR INTELECTUAL”.
Llueve, llueve sobre Finisterre. Tampoco
falta el verde venenoso del relámpago.
Pero es igual.
Aunque cierto arcángel sonase las
trompetas del juicio final, él seguirá ante su caballete impávido dando
nacencia a una fe, a una metafísica o mitología celeste a veces, purgatorial
casi siempre.
Tus temas son el apoyo
de una búsqueda infinita,
de una pasión de distancia
de misterio de conquista.
También las aves se apoyan
antes de iniciar sus giras
de este mundo al de los astros
de esta orilla a la otra orilla
de nuestros breves islotes
a las más lejanas islas.
Llueve, llueve sobre Finisterre.
Violentamente, ferozmente y mi casa se incendia, y tú sigues, aunque revienten
cielos y tierras. Porque para ti
El mundo duerme. Tu pintas
a golpe de sombra y nieve,
de cerezas y de espinas,
de clavos, cuerdas, maderas
de tu sangre y tus caricias
esas cruces como espadas.
No sólo del que sufría:
la de tantos victimados,
por el siglo de Hiro-Shima.
Pero ¿de donde, cómo, de qué entrañas
misteriosas surges tú? Étnicamente, menudo, con tus delicadas manos, tu perfil
entre druida y hebraico, tu incesante movilidad-Santander, Soria, Barcelona,
Lugo, París, Lisboa. Geográficamente de La Cañiza, esa especie de cráter
gigantesco, lugar de leñadores, madereros, pastores, con sus piedras violetas,
su fronda en cuyos nocturnos nevados o estivales, parecen escucharse aún las
voces de Curros Enriquez, Juan Guillade y Macías el Enamorado, si en aquellas
laderas perfumadas de arándanos de fresa, de malvarrosa, todo vegetal, mineral
y humano, parece trepar hacia la altura, no puede originarse, empujarse, izarse
tu ansia de vuelo, de soledad, de ver este purgatorio este infierno de vida en
el que existimos los que no nos llamamos Diego de Giráldez, ni nacimos, como
tu, al Este de Edén.
(Sigue lloviendo y el viento nos amenaza
con su aullido y su imprecación insultante)
Después de todo:
"Creer o creer no importa".
También el arte agoniza
y renace, cada aurora,
de entre sus propias cenizas.
Y tus frutos, que semejan
estatuas de las semillas,
alentados monumentos
de cosechas y vendimias,
no sepulcros, no requiens,
himnos de vida.
Porque el peligro, pintor
no se llama olvido, no
se llama melancolía.
Tú los sabes bien, Giráldez,
no es preciso que lo diga.
¡Si hasta tus dulces abuelas
parecen trozos de encima
y se hacen llamar de ti
cómo personas queridas!
y así tantísimas cosas
de desván o buhardilla,
dolientemente olvidadas
dolientemente marchitas
" que tu amor rejuvenece, resucita,
desde las piedras desnudas
a nuestras manos vacías".
Dime quién eres, Giráldez.
No cabizbajo, ni de rodillas
sino de pie y sin rubor
honrando tu dinastía,
tu linaje, y esos montes
soberbios de tu Cañiza.
¿De dónde llegas pintor?
Hay, antes de ésta, otra vida,
¿qué fuiste en aquella?, Amigo.
¿Legionario o alquimista?
¿Hombre de ciencia o espada,
buscador de maravillas
de filtros o de tesoros.
Por ciertas tierras perdidas?
¿Hechicero de una tribu
allá en las lejanas Indias,
o quizá gran oficiante
de algún enclave celtíbero,
antaño nido de águilas,
hoy sólo nido de mirlos.
Diego de Giráldez, deja que el tiempo
duerma, porque el arte no duerme jamás.
Tus bodegones. Mimbres, espigas,
hortalizas. Aquel inolvidable serafín del corral, que vi en tu exposición de
antaño, pero que no he olvidado. No lo que ve cualquiera sino lo que ves tú
solo. Aquella mesa hipnótica. Tu horticultura, y ese plano nocturno que los
envuelve, no es una tiniebla, es una aurora de tu invención exclusivamente
tuya, en la que seguirán perfumando, eternamente verdes.
¿Y los retratos? ¿De que? No son tales
retratos, son historias, figuras fisinomizadas, crónicas con pómulos y con ojos
de viejos Druidas, que en tus obras, parecen saber más de nosotros que nosotros
de ellos.
No hablan, luego no pueden insultar. No
se mueven, luego no pueden lastimar. Ahí están enseñándonos lo que es saber
callar.
El misterio crece, y se agiganta. Inútil
preguntar. No hablas de nadie que pudo enseñarte algo, pues todo lo que te
enseñaron sólo te sirvió para olvidarlo.
¿Y aquel Cristo hombre? ¿Quién es?
¿Aquel que murió junto al Eufrates, o una víctimade Dachan o de Argeles como
Antonio Machado, de los gases nazis o de las checas siberianas? ¿El símbolo de
todo? El yo acuso o quizás el yo perdono de tanta maldad disfrazada de
criatura. Para cualquiera, esa y otras plastificaciones más recientes como
"Reflexión a la vida " que a mi me hacen oír aquellas coplas de
comendador " recuerde el alma dormida, olvide el sexo y despierte,
contemplando como se pasa la vida ". "El pavor de partir ",
sobre el dramático éxodo de ultramar de tantos hermanos que una vez bajo la
estrella austral sufren de la partida. ¿Y por qué no ha de ser así? Y tantas,
tantas preguntas, cuya respuesta es siempre clara y esperanzadora.
Te confunde, amigo mío,
quien te llama realista
si no fueses más que eso
yo estaría en otra silla.
¿Qué viene hacer aquí Balthus,
Woringer y otros escribas?
¿A quién te pareces tú?
A nadie, que yo conciba.
Tú te pareces a ti.
La libertad es tu insignia.
Si te dicen bodegón
tú podrás decir mentira.
"Tu bodegón es la piel,
tu alma, filosofía,
sobre un cierto infinito,
una magnitud estelar;
aquel "Futuro Vigor "
aquellas locas floridas
que vislumbró aquel poeta
ave del norte perdida
que viajó hasta el infierno
y nos trajo su misiva.
Si te dicen que retrato,
tu eres más que retratista
tu investigas en tu rostro
aquello que comunica
una frente con su estrella
unos ojos con su prisma
de eternidad, de destino
de infierno o de eucaristía.
Tu buscas en lo que muere,
el aura, la siempre viva
que detrás de cada ser
le dá derecho a ser algo,
algo más que ceniza.
Y los paisajes igual.
Tu serena ortografía
los convierte en testamento,
en cosa jamás marchita,
que ni el fuego, ni la chispa
del rayo, ni la desidia
de pastores pisteros
podrán destruir jamás,
como asunto que se olvida.
¿Me engaño Diego de Giráldez?
¿No es esto lo que te intriga?
Un poco más, y termino
esta larga pesquisa.
Quizás el cuerpo del silencio
y su larga teoría
de lugares y de razas
de siervos, de jerarquías,
te hacen soñar, cada aurora
en trazar su estatua viva
su pintada radiografía
pues no es igual sobre el mar
que sobre un ramo de lilas.
¿Y el plumaje de la noche
sus bellas hidrografías,
sus mil rostros inmutables,
no provocan tu osadía
tu insomnio, tu soledad
tu juvenil bigarría?
(Sigue lloviendo, noticia aparte.
Y no hacía arriba, como dijo Vallejo
A propósito de su Lima, sino hacia
abajo,.
Calando la tierra con tus
Pinceles sobre el más acá y el más allá)
Y ahora suena el momento de eso
que le llaman crítica.
Dice Santiago Amón,
"Diego de Giráldez sabe que el arte
es
absolutamente inseparable del oficio.
Sabe también que el blanco más blanco
nace de la explosión comunitaria de
todos
los colores y que el negro más negro
surge cuando la noche se apodera del
fulgor
del arcoiris. Lo demás es cosa que
depende
de la forja diaria de su mano sobre la
faz incitante
del lienzo". Lo dijo Santiago Amón
nuestro
desventurado amigo.
"Ni aquel realismo existencial
de la América
de Ginsberg, ni el más atemperado del
pintor
galo Bathtus". Habló Castro
Fernández.
Francisco de Pablos habla de Berrugete,
Bermejo, Jaime Theguet, etc.,etc.
Ruego perdón a mis distinguidos colegas.
Pero ¿qué tiene que ver
"Tu gallinero: suerte de ascensión
al limbo
de los justos, que tiene tanto de cuadro
como de "Bienaventuranza"
(bienaventurados
los pobres de espíritu porque de ellos
es el
reino de los justos) y ese mastín que
observa
la naturaleza, con más penetración y
respeto
que muchos mortales".
¿Y tu Cristo-Hombre? Insisto en esta
obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición
de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que
ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie
de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio.
Y esto no lo vió nadie. Ni Valdés Leal, ni Gruneald, ni Salvador Dalí.
Tu lo has visto Diego. La aldea, el
largo invierno, la hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la materia
bondadosa que nos dá techo y calor. Todos los árboles de la tierra deberían,
tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna amnistía. Honra
y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente de nuestro servicio.
Regreso a tu obra reciente "
Equilibrio de fuerza ", " Antes de la última cena ", "
Conexión humana en relación con la naturaleza ", mejor entre carne y
santidad. Y así tu vasta obra que se prolonga sin cesar proporcionándonos todos
los caso, nexos de materia y animidad, entre ser y no ser, entre lo que sucumbe
y lo que perdura, entre la llama y la ceniza, entre la condición humana y
angélica, entre el rayo y la sombra entre Diego de La Cañiza y Diego
del mundo, entre Diego inextinguible y Diego más que mortal.
Inicialmente, podría os hablar de eso
que llaman materia, textura, es decir, eso que para muchos hace el cuadro ¿Cual
es la tuya? ¿Cuál la misteriosa sustancia, membrana, pavón, cobertura que da
corporeidad a tus invenciones?
Se asegura que si el cuadro es el
espejo, la materia es su azogue. ¿Qué clase de azogue, de colorante mercurial o
vegetal, da cuerpo a tus vuelos entre tierras, criaturas humanas o celestes,
tus pompas y vanidades, tus símbolos que, como la muchedumbre vegetal y auroral
de tu Cañiza parece levitar, incorporarse y colar?
Parece más fluido que química. Más
impresión por rayos ultravioletas que por tactos humanos. Tus sombras son
transparencias de vitral. Tus luces, filtraciones lunares, porque curiosamente,
el astro solar no existe para ti. Diríase que tus jornadas comienzan con el
crepúsculo, y trabajan con la luna llena, y que se extinguen definitivamente
con el alba.
Lo que sí me consta es que cada roce,
toque, pulsación o caricia arcoirisada es un negro, que es más bien el fuego fatuo
de ese color, de cada blanco, que es más bien el aliento de la nieve, de cada
verde o carmín que es su propio numen, el sello de la perpetuidad.
Tus hechos plásticos, Diego de Giráldez,
empezando por tu nombre extremadamente plástico, e inolvidable, tus estandartes
pasiones, inhalan algo perpetuo, no es de ayer ni de hoy sino de siempre, no
sólo por su leyenda e intención, sino también por su cuerpo plástico, por su
acerada condición, porque son como son y no pueden ser de otra manera.
Inquiriendo una fraternidad plástica,
uno no se detendría ante ningún contemporáneo. Iría más allá: tomaría el camino
de Santiago, y quizá en ciertos cruces de sendero podría hallar, tallado en el
granito violeta que los eterniza, ciertos cruceros que la piedad anónima y
perpetúa de nuestros mayores hizo enclavar allí para alivio de caminantes y
guía de nazarenos piadosos.
En suma Diego de Giráldez, pintor
imaginario, anatomista, solidario porque sí, y porque no, iluminado o regado
por ángel o duende paisano, en su misterioso productor, cuya procedencia nos
consta, cuyo caminar siempre radiante, capaz de darnos felicidad y ensueño,
estigmas hallados en los hemisferios astrales y en los terrenales, de hacernos
mejores, de dejarnos pensativos, de hacernos cantar y de hacernos sollozar,
inagotable, distinto, múltiple, pero siempre con un tatuaje que no puede
proceder más que de tus manos.
Particularmente, digo y repito, en este
caso, más que de aprendizaje didáctico, de atavismo rupestre.
El como los misteriosos dibujantes del
bisonte cerúleo y bermellón de Altamira, se hizo sólo, se talló el alma con una
cruz, una esfera, una gubia, un lápiz, una antorcha, el filo de un pincel que a
veces se hace filo de navaja, a veces acaricia, a veces antorcha, a veces
martillo, a veces capricho amoroso, a veces llanto, a veces nuestras vidas son
los ríos, que van a dar a la mar.
Los artistas, como los dioses del
Olimpo, pueden inmortalizar desde un Goliat a una mariposa, desde un racimo de
uvas a un guerrero termópilo. Misterios del misterio, amigos míos.
Datos cívicos: nace en La
Cañiza (Pontevedra), en una primavera. Vive en Vigo en el Casco Viejo. Su
padre, Antonio, marino. Luz su madre. Es el tercero de cuatro hermanos. Marino
el padre y Luz la madre, quizás pudieron iniciarle: aquel a navegar, ella a
iluminar argonautas y caminantes más o menos extraviados en la
inmensidad".
Santiago Amón (Crítico de
Arte): “Diego de Giráldez es ya uno de los grandes del realismo español
contemporáneo... Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su
poesía. En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y
las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de
Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe
también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los
colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor
del arco-iris... Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo
realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)... A partir
de la exposición “Maestros del Realismo Español”. Las obras de Diego de
Giráldez son de un nuevo realismo, del óleo y tintas se pasa a una técnica
mixta... Con un gran equilibrio entre la sensibilidad y la técnica, con una
pintura muy elaborada,.... En el transcurso de poco tiempo hay una actitud
positiva del público y quién sabe si de los críticos, así como de los
coleccionistas importantes de arte que empiezan a fijarse en su obra....
Empieza a vender sus primeros cuadros para buenas colecciones privadas e
institucionales, a participar en interesantes exposiciones de pintura española
en España y el resto de Europa, proliferan las muestras individuales en
relevantes galerías.... Y se producen las primeras adquisiciones de obras suyas
por parte de museos.... Su obra va ganando noticia, fama y atención allende las
fronteras.... Termina -EL CRISTO HOMBRE-, obra de gran envergadura, justo
parece destacar, al lado de la virtud poética e histórica del cuadro, el
carácter de proeza técnica, la condición de madera de esa cruz que la secunda
sin deidad, el cristo -el hombre de rodillas-, cabizbajo, la voluntad sin freno
del ejecutor y el oficio que recorre la obra de punta a cabo, tras una génesis
empírica, paciente, gradualmente vivida por el creador, hace a la postre, a los
ojos del observador, una obra magistral....”
Xosé Otero Abeledo “Laxeiro” (Pintor. Vigo-1982):
“Diego, xa sei que muitos dín que eres un realista. Eu véxote como o novo Goya,
pero galego. Xuntando o naturalismo, a abstracción e o surrealismo colocas
caprichosamente sobre telas a dor, que logo vas repartindo polo mundo nunha
mostra que camiña sen descanso por un sendeiro eterno”.
Rafael Sánchez Bargiela (Director del
Museo de Ponteareas): “El realismo NAS, nacido de una personalísima combinación
entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha convertido a Diego de Giráldez
en uno de los principales exponentes de la plástica de este fin de siglo, como
lo acredita su trayectoria y su obra, que forma parte ya de las colecciones de
numerosos museos de nuestra Península y de otros países”.
Florenci Criville i Estraqui (Director del
Museu Etonográfic de Ripoll (Girona): “De Diego de Giráldez se puede decir que
realmente es impresionante su pintura de una rara singularidad… Quiero
felicitarle por seguir siendo original y por patentizar un mensaje poético en
un mundo tan trillado, opaco y reiterativo como el del arte actual...”
Fernando Elorrieta (Escritor y
Director de enseñanza): “El análisis de la obra de Giráldez no puede quedarse
en la estructura epidérmica o superficial del objeto, hay que profundizar en el
sujeto, en el compromiso que oculta tras las rotundidades de la forma y la
precisión del diseño. Es una obra engagée en el sentido hondo de los conceptos
satrianos, el artista es un testigo de la sociedad y del momento, pero en este
caso de una realidad trascendida, que horada las pulsaciones existenciales para
transformarse, divinizarse, en delicadezas sutiles de sentimientos religiosos,
místicos y afectivos. El estudio de una obra perfectamente construida en la
composición, en el cromatismo, en la morfología no debe solapar la profundidad
de los temas que el artista trata, habrá que subirse a la octava esfera para
entender la diafanidad del mensaje que Diego de Giráldez nos envía. Forma y
fondo, símbolo y metáfora, humildad y sabiduría, hacen de este joven demiurgo
de la plástica actual un caso único y singular en el arte”.
Mauro Panizo del Val (Periodista,
Director de Radio Cadena Española en Vigo): “Un día de 1975 un jovencísimo
pintor saca sus cuadros al aire de Vigo y a la curiosidad de los vigueses. Se
llama Diego de Giráldez. Elogios, comentarios, laudatorios y luego… un largo
camino no en el tiempo, sí en la peripecia vital y plástica. Sigue trabajando
intensamente y las exposiciones se suceden durante años: Santiago, Madrid,
Barcelona, Lisboa, Ginebra, París…, saben del buen hacer de Diego de Giráldez.
Ahora sigue pintando, dedicándose a la obra bien hecha. Junto a la línea ágil,
el color rico, expresivo y la composición meditada. ¡Esos gallos apiñados, en
una espléndida creación! ¡Esas flores, hierbas y frutos que tienen como un
sentimiento de vida, un pálpito caliente, humanizado! ¡Esas figuras en las que
junta a la expresividad de los rostros, aparece como un soberbio trabajo! ¡Ese
difícil entramado de ropas y telas, sin envaramientos!...”
Javier Rubio Moblot (Crítico de
Arte): “Diego de Giráldez construye con sus animales meticulosamente pintados y
con esa serie de objetos (fundamentalmente esferas trasparentes) que flotan en
el vacío, un mundo de asociaciones que por otra parte, tienen más que ver con
la metafísica que con el surrealismo…. Diego de Giráldez ha expuesto
individualmente en más de doscientas ocasiones y su obra se encuentra
representada nada menos que en más de doscientos museos importantes del mundo:
España, Portugal, Egipto, Vaticano,…”
Lorenzo García – Diego Pérez (Crítico de
arte): “Toda su obra es una exaltación de paganía y refinado intelectualismo.
Como maestro del arte español actual nos envuelve de magnificencia y nos
liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada inconsciente en su obra. No
brota porque sí y falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene
trazada de antemano la trayectoria de su arte, seguro como está de que no
habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de
la pintura. Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir
amargos desengaños y soportar impuestas rectificaciones…”
Manuel Fraga Iribarne (Presidente
de la Xunta de Galicia): “El pintor Diego de Giráldez nació en el
seno de una familia navegante y, desde niño, se interesó por el estudio y
aprendizaje de los diversos campos artístico. Dotado naturalmente para el
dibujo y la pintura, y armado de un tesón y una constancia admirables, estas
cualidades hicieron de Giráldez un artista singular, portador de un
característico modo creativo y de una personal visión del mundo y de la vida.
Estamos, pues, frente a la obra de un profundo conocedor de los entresijos,
frente a un artista con oficio y con ferviente capacidad creativa, algo que nos
conduce a la esencia del hombre, a la plasticidad del tiempo y del espacio”.
Mariano Rajoy Brey (Ministro de
Educación y Cultura): “Diego de Giráldez, cuya obra y vitalidad merecen ser
apreciados en profundidad y testimonian la calidad de la pintura gallega y española
contemporánea. Creador pujante y salpicado de imaginación, el arte gallego, tan
rico y diverso de tendencias, tiene un gran exponente en la trayectoria de este
maestro pontevedrés del realismo, cuya originalidad estriba en la perfecta
conjugación de lo real y lo onírico. Sus múltiples y numerosas exposiciones a
lo largo y ancho de toda la geografía española, así como en el extranjero, y la
presencia de su obra en más de cien museos, avalan el prestigio de este artista
gallego, cuya obra despierta un gran interés en la escena artística
contemporánea”.
Juan Antonio Sánchez García (General –
director del Museo del Ejército - Madrid): “Existen en el Museo pinturas y
esculturas de artistas de renombre, especialmente de los siglos XIX y XX. Entre
los últimos, figura la personalidad de Diego de Giráldez, pintor representado
en un buen número de Museos Militares (Madrid, Burgos, Barcelona, Toledo...).
En particular, para el Museo del Ejército pintó, en 1996, la imagen de un
“soldado de vigilancia”, un busto de espaldas, un soldado del siglos XX, de una
época que se supone de paz, soldado anónimo, al que en un momento determinado
se pone un nombre particular. El retrato de todos y cada uno de los que han
participado en el Golfo, en Bosnia o han estado destinados en un Regimiento
cualquiera. Esta obra, producto del trabajo de un buen pintor, delata en su
sencillez y pulcritud de factura, no solo la mano de un artista de espíritu
elevado, sino también la representación de la defensa por una Patria, el amor
por sus tradiciones, y en suma, la búsqueda de la paz y la libertad, que tanto
anhelamos y por las que seguimos luchando”.
José Manuel Hidalgo Cuñarro (Director del
Museo Municipal Quiñones de León – Vigo): “Cuando hablamos de Giráldez tratamos
de un artista que se remite únicamente a su psique, un artista que supera lo
real alcanzando lo metafísico, con un mundo íntimo extremadamente rico. La obra
de Diego Giráldez no tiene parangón. A lo largo de su vida se ha preocupado por
la búsqueda de una personal estética que lo hace inconfundible”.
Mª Luisa Ilarri Junquera (Licenciada en
Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela y
Doctorada en Crítica Textual por la Universidad Autónoma de
Barcelona): “La opción expresiva de Diego de Giráldez es la pintura figurativa,
construida con un lenguaje original, de factura lisa y dibujo preciso, que
estimula las vivencias de la realidad esencial y la reflexión sobre el misterio
y los grandes temas de la existencia humana. Imbuido de una sensibilidad mística
y franciscana, se preocupa por el hombre y su relación con el entorno, la
naturaleza, los animales, las cosas. Crea un ámbito que se mueve entre lo
físico, lo espiritual, lo real y lo onírico, con un acento evidente de
nostalgias, temores y una poética onírica”.
Enrique Gómez (crítico de
arte): “Este hombre del Norte, de la montaña, conoce el gusto de la felicidad y
el de las lágrimas, conoce el clima que es a la par un tónico y un sedante,
conoce también su naturaleza tan dura para el cuerpo como apetecible para el
ánimo, conoce sus historias, conoce sus gentes,.... En algunos de sus cuadros
se ven las íntimas necesidades humanas, buscadas desde las honduras de su alma,
no desde el corazón que es inartístico, desde el arte que es la mejor técnica para
llegar al alma. Este, traspasa valientemente la realidad, la vence con
realidades, sin competir con la naturaleza, puesto que él mismo es naturaleza,
pero la violenta con surrealidades y la acompaña con un aire de misterio, de
abstracción, cósmico, metafísico corpóreo, poético, donde se “ve el silencio” y
confunde al contemplador de lo aparente”.
Enrique Gómez (Critico de Arte).
Vigo/2002. “A Diego de Giráldez: Soy Galicia”.
Píntame!
Habla la mar y la montaña
Píntame con pinceles de seda,
acaríciame con colores de sutileza,
con colores intensos de naturaleza,
vivos como la sangre roja
en noches de plenilunio
sobre montañas nevadas
con rocas como paletas
o senos en playas mojadas.
Barquichuelas y marineros,
campesinos y arados ….,
al lado un árbol con nido
y en el nido dos pájaros:
la madre y un pichón alado.
La montaña te dice ¡Píntame!
Con colores recios!,
como de los marineros las manos
y de sus labios los besos salados.
Deja para la mar
la inmensidad como tela,
las olas como cuna
y la paleta helada.
Pinta mis verdes parajes, mis gentes,
mis rebaños.
Pinta mis aguas azules, mis arenosas
playas, mis barcas a vela.
Píntame por qué soy yo el lienzo!
Soy tu tierra campesina y marinera!
Soy Galicia! Ese lugar:
del silencio a la montaña
del murmullo a la mar,
de tu nacimiento de artista,
Diego.
De tus pinceles y espátulas,
al arte para soñar.
Enrique Gómez (Crítico de
Arte), (en “Conversación con Santiago Amón”, sobre los museos): “Me
decía Santiago Amón cuando, al visitar a su hijo jugador de baloncesto,
compartió conmigo, en Santiago, un agradable “xantar” en el que tocamos el tema
de los museos: “¿Museo Español de Arte Contemporáneo? No. Museo de arte
contemporáneo español, en el mejor de los casos. ¿Cómo habrán de responder a
semejante advocación unas salas en las que no hay el menor atisbo de la
estética foránea? Lo de contemporáneo es válido, por otra parte, si lo
referimos literalmente a unos hombres que desplegaron su actividad desde
comienzos de siglo, aunque no pocos de ellos lo hicieran a contrapelo de la
vanguardia y de la misma evolución histórica.
¿Qué falta en este museo que se auto
titula Contemporáneo? Faltan, precisamente, los maestros extranjeros de la
modernidad y otros cuantos nacidos por estas latitudes (Juan Gris, Palazuelo,
Antonio López García, Diego de Giráldez..., algo más y mejor de Julio González,
Gargallo, Picasso, Miró, Tapies, Chillida...). ¿Qué sobra? Sobran todos
aquellos sedicentes artistas que, nacidos, crecidos o fallecidos en lo que va
de siglo, no se enteraron en absoluto "de qué iba el siglo". Queda,
por último, un tanto al descubierto el "boom" del moderno arte
español. Razones de cantidad y calidad, peregrinos criterios de selección,
exposición, y nomenclatura... y (¿por qué no decirlo?) la objetiva mediocridad
de no pocos de los productos allí exhibidos hacen que el espectador
(especialmente si es extranjero o simplemente habituado a otros museos de
condición verazmente contemporánea) se vea en un mar de confusiones o se limite
a preguntar: ¿dónde está ese gran arte que, según opinión muy divulgada, se
produjo en la España de estos últimos cuarenta años?”
Si hablamos de Diego de Giráldez, y
aunque no sea un surrealista al estilo puro puesto que su pintura la podemos
denominar NAS, recordemos, en palabras del malogrado Santiago Amón, que el
Surrealismo "ideó un deleitable juego sustentado en la simultaneidad
contradictoria de los accidentes y presidido por el intento de provocar una
sorpresa en el ánimo del contemplador. En la estampa surrealista los objetos se
transmutan en su relación espacio-tiempo (por su disposición en el lugar no
acostumbrado o en virtud del anacronismo), procurando al espectador una vaga
sensación de misterio, una suerte de espejismo o sobresalto, incrementado por
el arbitrio de las proporciones, la ilusión de una perspectiva inacabable, el
artificio caprichoso de la luz y la sombra ..., misterio, espejismo y
sobresalto que la serena contemplación no tarda en descifrar y poner al
descubierto”.
DIEGO DE GIRÁLDEZ - EL LIENZO COMO
SUPLICIO DE CARICIAS - POR ENRIQUE GÓMEZ. (Crítico de Arte. Madrid). “El ave duerme, tú pintas de madrugada esos
verdes de col insinuada, ese misterio de cenizas que el poeta cantara y esos
campos de espigas como cañas.
El lienzo suplicio de caricias y espadas
y esa luz tuya, ya mía y nuestra, eternamente soñada y otra vuelta por tu
inagotable imaginación bañada por el duende que él te dio para que nos dejes
para el mañana.
Tu estudio como sepulcro con la piedra
desnuda, con el potro de tres pies y un cuadro de materia bien cargada,
compañero de desierto de noche de soledad continuada con golpes de sombras, de
desnudos cuando se difumina el alba.
Ellos, todos te verán si los ojos
levantaran, ya no estarán ahí donde tu nombre quedara, porque tus cerezas y
manzanas, tus negros y blancos cuando nevara, son legados del que sufría de la
noche a la mañana.
Enseñando tus raíces del pastor a la
montaña, del cordero al labriego que te acompaña el alma. Guardián de los
druidas, dólmenes y el agua que manara de esta tierra que es tuya y del celta
que poblara.
Dejando la carne en el camino del
insomnio, cada aurora el azul del mar te llama, los lilas y carmines cual
primavera rosada y un plumaje de la noche locura observada.
Esperanza del mastín por leal bien
ganada, de las cuerdas de tu "Cristo" para qué clavos como espinas,
sus divinas manos no dañaran y esa madera que vislumbra inocencia sana.
Apartado de los ruidos, que confunden tu
libertad amada, de tus pinceles al lienzo cala la espalda en tu inseparable
oficio como el mejor que pintara, sin parecerse a nadie tu obra ya consagrada.
Quisiera traer la palabra esbelta que
quedara, que se hundiera, que arañara como el amante a la amada y así
tantísimas cosas, en tu magín, poesía bucolizada de la realidad infinita más
lejana”.
Adriano Marques de Magallanes (Medalla de oro
de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Académico
Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de
Granada,……….): “Secretos que encierra la pintura de Diego de Giráldez”.
“Uno de los secretos que encierra la
pintura de Diego de Giráldez quizás se encuentre en la, a primera vista,
enigmática sigla – NAS – al amparo de la cual suele presentar su obra, pues
Giráldez, además de sorprendernos continuamente con su obra plástica, es hombre
de aguzada reflexión estética, capaz de articular conceptualmente el universo
que alimenta su creación. Los que seguimos su trayectoria sabemos que este
artista gallego se rige por la, solo aparente paradoja, del encuentro de tres
formas de expresión: Naturalismo, Abstracción y Surrealismo.
El Naturalismo de Giráldez se funda en
el principio del dominio perfecto del dibujo. Como los grandes maestros –
Leonardo, Zurbarán, Picasso o Dalí - , el artista a partido del estudio minucioso
de la anatomía humana y animal, de la observación atenta de la naturaleza y del
objeto inmediato que lo rodea. Únicamente al partir del conocimiento profundo
de las formas da rienda suelta a su imaginación creadora.
Dotado de una mirada poética, elaborador
de espléndidas construcciones plásticas devenidas en inquietantes metáforas,
Giráldez puede así entregarse, con libertad soñadora, al espacio del
Surrealismo y la Abstracción.
Al repasar algunos de sus catálogos, se
puede apreciar el rigor hiperrealista de su tratamiento del cuerpo humano, de
los animales del mundo domestico, de los objetos cotidianos, de sus limpios
bodegones, del fervoroso misterio de su obra religiosa… Cierta voluntad
minimalista que lo guía, lejos de reducir la realidad plástica a su
reproducción fotográfica, dota su pintura de una suerte de sobrerealidad que
sorprende e inquieta al observador. No repite, amplia y enriquece la realidad;
no copia, revela. Cumple con ello con ese objetivo último del artista genuino:
enriquecer la realidad sin desvirtuarla, dotándola de un nuevo significado”.
José Amiguetti Sánchez (Director del
Museo de la Guardia Civil): “Sus trabajos ofrecen una clara visión de un
mundo natural y escénico, donde predominan las formas vivas, a modo de
bodegones, y de las alegóricas representaciones un tanto místicas, un tanto
grotescas, de seres vivos y naturaleza muerta, flotando en ese ambiente cálido
y abstracto a la vez”.
Leoncio Verdera Franco (Director del
Museo Militar Regional de A Coruña, Doctor en Historia): “Las obras de Diego de
Giráldez producen unas sensaciones que, sobrepasando lo pictórico, despiertan
nuestro inconsciente y hacen que no nos podamos desprender finalmente de la
imagen contemplada; son obras que siempre atraen aunque sin duda desconciertan.
Su pintura, naturalista con tintes surrealistas y oníricos, se ofrece como
única e irrepetible y siempre reconocible por las sensaciones impactantes que
se transmiten desde sus cuadros”.
Fernando Franco (Periodista):
“Cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la
báscula romana hasta el dosel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida
y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego
están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las
últimas marcas y modelos del mercado. Diego de Giráldez es un hombre tranquilo
y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo
pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España toda
su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería como
en un frenético “tour” de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace pero a veces
parece imitar a Dios, presente en todas partes”.
Antonio Almodóvar Azorín (Museo del Aire
Madrid): “El museo del aire tiene en su colección una obra del conocido pintor
Diego de Giráldez, de tema aeronáutico. Ahora bien, el aeroplano que representa
no se corresponde con ninguno real de la historia de la aviación. Es una
pintura de aviones en la que deja una interpretación y mensaje descifrados de
manera distinta por críticos y admiradores. Pudimos admirar y observar
detenidamente este cuadro en la nueva zona noble de la Sala de
Conferencias, Biblioteca, Sala de Juntas y Despacho del Director, en donde se
decidió su ubicación, camino recorrido por las visitas más importantes del
Museo, cuando firman el libro de honor del mismo. Quizás se hayan visto
sorprendidos por este extraño avión que parece volar y también estar parado,
suspendido en un halo de misterio y dirigido hacia un fantasmal y desconocido
infinito, que emociona y al mismo tiempo sobrecoge”.
Manuel Osuna Ruíz (Director del
Museo de Huelva): “Hace años, cuando dirigía el Museo de Cuenca, entre en
contacto con este pintor que terminó teniendo presencia fija con una de sus
obras en el Museo. La obra es de primerisima calidad. Sus creaciones pueden ser
admiradas en muchos museos como puede verse en su curriculum, y en estos
momentos, también en un museo monográfico dedicado a su obra. Diego de
Giráldez, como Saura y Palencia, al menos para un Museólogo, son un ejemplo a
seguir”.
Joan Gómez Vinardell (Director del
Museu d’Estampació de Premià). La obra de Diego de Giráldez. Un cuadro, en el
fondo jugando con el claroscuro había una pluma de ave, acerqué mi vista y
descubrí que no era real. Un dibujo, una pintura, un holograma, un efecto
óptico... surgía del negro hacia la luz, una pluma de ave - ella era un
mensaje- una llave que estaba abriendo una puerta y el paso al conocimiento de
un pintor: Diego. Una obra que gira alrededor de la luz, una luz que circula
del negro hacia el blanco, una luz profunda de tierra gallega, luz que me
recuerda a Rosalía; “negra sombra que me asombra”.
José González Ortiz (Escritor,
Crítico de arte, miembro de la AECA y AICA y Director del Museo
Municipal Elisa Cendrero de Ciudad Real): “LOS GALLOS MÍSTICOS DE LA
NOCHE. Surge un gallo entre el viento, y Diego de Giráldez lo atrapa con
su pincel. Con él, crea un espacio plástico, un poema lírico, donde levitan las
burbujas y se corporean los espíritus de las cosas que antes se desvanecían en
la intermitencias de su memoria. El gallo invita a otros gallos, a las mazorcas
de maíz, a los peces, a un perro, un Cristo..., para que todos conformen y
generen un cosmos dentro del lienzo. ¡Quizás un cuento! en el que Diego narra
su historia, el sueño que palpita nervioso en las puntas de sus dedos. Diego
materializa en el aire los gallos que le arrullan en sus noches, a las palomas
que se embriagan con el arco iris, a los seres queridos que pueblan los latidos
de su corazón. La magia de sus pinturas siembran de sugerencias el paso breve
de la vida, y adornan de colores e imágenes, el análisis, a veces frío y seco
de la razón. (A la obra pictórica de Diego de Giráldez)”.
Eduardo Gavira y Pérez de Vargas (Director del
Museo Militar Regional de Sevilla): “La obra pictórica de Diego de Giráldez,
siendo figurativa, no deja de tener un estilo costumbrista en el que el autor
da pinceladas surrealistas. Es por lo tanto, difícil encuadrarlo en un estilo
concreto, aunque no imposible. Es cierto, que todo el que contempla su obra
queda “enganchado” e impresionado por su realismo y veracidad. Trata de que
haya una conexión entre la naturaleza y la humanidad. Resumiendo: es un artista
completo, tanto en colorido, como en estructura de trazos y composición”.
Gerardo Pérez Calero (Profesor
Titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y Académico
de la Real de Bellas Artes): “La pintura de Giráldez está concebida
como una pura y desinteresada investigación, semejante a un científico o a un
filósofo, como búsqueda de una verdad que no podía ser resuelta más que con esa
meditación laboriosa en el terreno de la verdad que es para él pintar. Esta
investigación es la clave de la esencia pictórica de éste maestro pontevedrés.
Investigación física y de pensamiento, que gusta expresar el mundo real y el
aparente. Giráldez es esencialmente hispánico, o ibérico, en la sencillez, el
mutimo, el ascetismo e incluso el misticismo de muchas representaciones. Así
veo, a Diego de Giráldez. Un místico y un ascético de este final de siglo que
nos ha visto nacer. Atento a su entorno y fiel a sus profundas vivencias, las
que esperamos se alarguen en el tiempo para goce de los que nos emocionamos con
las creaciones magistrales de los artistas”.
GERARDO PÉREZ CALERO (Catedrático
de la Universidad de Sevilla). Puntos básicos del estudio, ensayo,
comparativo “LOS DOS DIEGOS”.
“LOS DOS DIEGOS:
Lo primero que queremos señalar en este
ensayo o hipótesis de trabajo es la aparente contradicción temporal y cultural
entre los dos pintores homónimos: Diego Velázquez y Diego Giráldez. El primero
sevillano, vivió en el siglo XVII; el segundo, gallego, su existencia discurre
entre la vigésima centuria y la siguiente. Pertenecen, pues, a dos mundos
distintos en apariencia. Sin embargo, como un fenómeno presente en la
Historia del Arte, hay conexiones en el tiempo entre ambos que confirman
la teoría de Amércio Castro respecto a los círculos concéntricos.
Existen aspectos comunes que, como
constantes aparecen en la obra artística de los dos pintores, naturalmente guardando
las debidas distancias: Velázquez, el gran maestro plenamente consagrado en la
cima de la pintura universal; Giráldez, un sencillo y vigoroso pintor galaico
atemporal, con frecuencia místico y ascético, carnal y espiritual a la vez, que
busca su natural adaptación a la estética del tiempo que le ha tocado vivir.
Plantearemos someramente a continuación
algunas de esas constantes, no como un juego fácil de palabras (v. g. la
coincidencia en la terminación de los apellidos en -ez, "hijo de ", o
la casual acentuación gráfica y fonética de sus patronímicos en la segunda de
las tres sílabas de las que constan cada uno de ellos), sino atendiendo a:
a) La forma; lo técnico, la iconografía.
b) El contenido: la lectura, la
iconología
1 El dominio técnico
Lo que se llama el "oficio",
esto es, el buen hacer casi artesanal.
El artista nace pero tiene que formarse
buscando la perfección técnica a través del clasicismo y la realidad
(Velázquez, pintor de la verdad).
Al mismo tiempo, los dos son pintores
que practican el naturalismo (barroco el sevillano, con moderno artificio el
gallego).
Hay un aspecto técnico en Giráldez que
puede destacarse en relación con Velázquez: el uso de luces y sombras. El
claroscuro que emplea el pintor sevillano en su primera etapa en la capital
hispalense hasta 1623 lo interpreta Giráldez a su manera; esto es, recortando
con el dibujo las figuras entre sombras.
2 El trabajo hecho parsimoniosa y
amorosamente.
De este modo buscan la esencia pictórica,
ahondando en los caracteres de personas y objetos/cosas. Trabajo hecho sin
prisas, laborado en talleres como tarea de verdaderos artesanos.
3 La evasión de la realidad
Para ello, Velázquez recurre a la
Mitología, siendo necesaria una explicación del doble sentido del contenido de
sus obras (v.g. "Los Borrachos"; Baco triunfante y a la vez escena
popular cuasi teatral contemporánea; "Las hilanderas" como el taller
madrileño de hilados y al tiempo la fábula de Aracne, etc.)
Giráldez, por su parte, acude a la
abstracción y al surrealismo, abstrae la realidad (v. g. sostiene figuras y
objetos ingrávidos)
4 La humildad y la grandeza.
Como dos caras de la misma moneda, en
los objetos más sencillos en los que, como Santa Teresa, ven ambos artistas el
espíritu divino. Es el carácter del naturalismo barroco, que los dos, a su
manera, comparten: la solemne y gloriosa "Rendición de Breda (Velázquez),
y la humilde gorra sobre una bota militar (Giráldez).
5 El intimismo
Las obras de los dos pintores son como
pura introspección. Ello se hace visible, no solo en los retratos y
autorretratos, sino también en los objetos más simples y sencillos como son el
bodegón y la naturaleza muerta. También se hace notar en el desnudo, propio o
ajeno, como íntima sensualidad.
6 La fecundidad, la inquietud y la
curiosidad.
Ambos trabajan activamente en busca del
éxito profesional. Son los suyos espíritus inquietos y curiosos, casi
científicos, para escudriñar los secretos de la pintura y del arte.
7 Lo enigmático, lo
mágico
En parte ya se ha dicho: la doble
lectura o apariencia engañosa de la obra de Velázquez (el trampantojo), que
también comparte Giráldez con una suerte de pintura metafísica.
8 La búsqueda de la
espiritualidad y de la trascendencia
Es la consecuencia del amor y de la
muerte presentes de una u otra manera en la obra de ambos artistas como dos
caras de la misma moneda.
9 La expectación que de alguna forma
suscita la obra de cada uno de ellos.
En Velázquez, en las nuevas obras que se
le van adjudicando con sorpresa de sus apasionados seguidores (v. g. "La
educación de la Virgen" y el “Retrato de un caballero"
aparecidas en San Diego y Nueva York en julio de 2010).
En Giráldez, en el interés creciente de
la crítica de arte actual por cada una de sus exposiciones internacionales en
las que sorprende por el misterio que envuelve a sus obras”.
José Fernando Sánchez Ruyz (Escritor, Poeta
y Director del Museo Alcázar de Ciudad Real): “En Alcázar de San Juan, en la
primavera de 1995. tuve la ocasión de visitar una excelente exposición de las
obras, de Diego de Giráldez, que aún hoy son recordadas con interés por los
aficionados a las artes plásticas y los artistas de la zona. La relación del
hombre con su entorno se convierte en un estandarte de la obra de Diego de
Giráldez, no en el sentido al que estamos cotidianamente habituados, sino en
una relación profunda donde aparecen con importancia paralela a la intervención
de la humanidad en su entorno natural, en un concepto abstracto, de
interrelación hombre-medio, donde le humano se mide ante el mundo reconociendo
su incapacidad de mejorarlo, sobre este eje central la obra de Diego de
Giráldez desarrolla su simbología y una estética personal que consiguen
identificar a sus pinturas y darles marca de autor. Magia, respeto, emoción,
ecología y armonía están presentes en la obra de Diego de Giráldez, el pintor
que desde hace veinticinco años nos enseña que la belleza de las cosas también
puede presentarse sobre fondos tenebristas. Porque la belleza de la pintura
reside en un ápice de reflejo del propio conocimiento de la vida, que el
espectador se encuentra en todas las pinturas de Diego de Giráldez”.
Breogán Gómez (Escritor y
Director del Periódico EL FORO): “Diego de Giráldez, cuando pequeño, mostraba
sus iniciales escarceos con carbones de la lareira de mi abuela –según me
cuentan mis padres- o con lápices sobre rústicos papeles, aprendiendo -por sí
mismo- esa primera disciplina del dibujo cuando a penas andaba, a la que se
dedicó con gran vocación y empeño hasta llegar a poseer, años más tarde, un
dominio perfecto en esa modalidad. Luego vino la pintura. Esa pintura que
transcurre del realismo poético y la última pintura social a la invención de su
movimiento NAS. Hoy está catalogado como el padre del nuevo realismo: Naturalismo,
Abstracción, Surrealismo, donde ha encontrado una formula feliz para
individualizarse en la que los motivos surrealistas, los motivos naturalistas y
los colores, sobre fondos negros abstractos penetrados por intensa luz con
predominio del rojo, grita alegremente una pintura viva, defuninada en
superposiciones de colores enteros, casi uniformemente ordenada en todas las
composiciones, armoniosas y pulcras. Creando una excelente obra artística, una
buena pintura que obra sobre el espectador como mensajera de un abstracto
y misterioso don de belleza. Así veo su pintura, llena de sensibilidad y de
escondida pericia.
En 1975 hace su primera exposición en
una sala de arte de Vigo, ciudad donde expondría ya regularmente, haciendo
escapadas por las distintas provincias gallegas, hasta su traslado a Barcelona
donde muy pronto reconocen su pintura los críticos y personajes del
momento como: Dalí, Gala,…., luego viene Madrid:Santiago Amón, Ramón Faraldo,
…, y de allí a su maratón por el mundo: Suiza, Francia, Italia (Roma,
Florencia, …), el Vaticano,…., realizando exposiciones, trabajando,
curtiéndose, asimilando y estudiando la pintura que en cada lugar se está
realizando, sin perder su primario estilo ni abdicar de sus convicciones, hasta
encontrar ese último estilo propio que diferencia su arte y que define su
pintura actual. Luego llueven las propuestas desde los distintos rincones del
mundo y en España es seleccionado para la gran exposición Maestros del Realismo
Español; para representar a España en el Bienal Internacional del Arte en
Lisboa,…… y más recientemente fue elegido unos de los 50 mejores artistas del
mundo, intermedio es invitado a representar al arte realista español
contemporáneo en varios continentes.
Estoy de acuerdo con Santiago Amón
cuando dice: “Giráldez es el padre de un realismo diferente, es el pintor
moderno más representativo, no solo, de Galicia…. Diego de Giráldez es ya uno
de los grandes del realismo español contemporáneo... Realista exacerbado, donde
encuentra la implicidad de su poesía… En su obra se reencuentra con lo
intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a la faz incitante del lienzo
con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente
inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la
explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge
cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris... Pintor sorprendente,
creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo,
abstracción, surrealismo)...”
Pero también con Ramón Faraldo: “Te
confunde quien te llama realista, sino fueses más que eso yo estaría en otra
silla, ¿A quien te pareces tú, si eres el “padre” del Realismo NAS? A nadie,
que yo conciba. Tú te pareces a ti. ¿Y tú Cristo - Hombre? Insisto en esta obra
de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de
las crucifixiones. Esa cruz, que nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que
ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie
de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser cómplice del deicidio.
Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí,... Si
me preguntase ¿Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del Prado?
Seguramente me respondería que “El Cristo Hombre” de Diego de Giráldez… En su
obra se palpa la belleza y la armonía de un refinado intelectualismo”.
Breo de Gómez. (Jurista, escritor):
“La mujer en la pintura de Diego de Giráldez”
“La mujer, como pilar de la vida, es una
de las obsesiones en su obra pictórica figurando en muchos de sus cuadros; yo
diría que habita en su pintura. Diego de Giráldez eleva a la mujer a elemento
fundamental de muchas de sus obras donde la sorprende en actitudes cotidianas,
la mayor parte de las veces, y otras llenas de intimidad: vistiéndose, leyendo,
solitarias o callándose sus confidencias, pero siempre exaltándolas, dotándolas
de magnificencias o con exquisitos idealismos hogareños o campesinos que forman
parte de su poesía onírica. Como dice mi padre: “donde se respira el silencio y
el don de la ternura”.
Su obra responde a uno de los más
exquisitos credos estéticos de nuestra época. Obra enérgica, profunda; con
vigorosa visión realista y gran penetración psicológica, que el conocimiento de
la anatomía y la pintura de retratos le ha enseñado. Por el estilo propio, por
el NAS, y la distinción, ese aristocrático buen gusto y esa magnificencia
cromática de sus pinturas, es por lo que Diego de Giráldez está considerado
como uno de los más grandes pintores mundiales de nuestro tiempo.
Realizó numerosas exposiciones
individuales, antológicas y colectivas, tanto en España como en la mayor
parte del mundo (Portugal, Italia, Bélgica, Francia, Suiza, Inglaterra... eso
en Europa. También en el resto de continentes: Asia, África, América…), y su
obra, a parte de figurar en más de 140 Museos importantes de los dichos
continentes, que para orgullo de Galicia está expuesta permanentemente como
importante legado plástico de la historia reciente del pueblo gallego, y de un
nuevo estilo pictórico dentro del realismo, y numerosísimas exposiciones
privadas, ha sido estudiada exhaustivamente por numerosos y prestigiosos
eruditos y críticos de arte ( Santiago Amón, Ramón Faraldo, Antón Castro,
Francisco de Pablos, Armesto Faginas, Costa Clavell,Soletura, Sánchez Bargiela,
Criville i Estraqui, Elorrieta, Panizo del Val, Rubio Moblot; García – Diego
Pérez; Enrique Gómez; Sánchez García, Cuñarro, Mª Luisa Ilarri, Amiguetti Sánchez,
Verdera Franco, Almodóvar Azorín, Fernando Franco, Berlanga, Osuna Ruíz, Gómez
Vinardell, González Ortiz, Gavira, Pérez Calero, Sánchez Ruyz, ..., y otros
tantos de distintos países sobre todo americanos) coincidiendo en la excelente
calidad y en la fuerza y originalidad del fondo/forma de la obra en su
conjunto”.
Nelly Pérez Giráldez (Redactora jefe
de EL FORO): “Sin lugar a dudas, el artista gallego Diego de Giráldez, inventor
del Realismo NAS, ha adquirido una inmensa fama que hace justicia a la impactante
y original obra que ha desarrollado durante el poco más de medio siglo de vida
que ha transcurrido desde su nacimiento. Es el más alto exponente de este nuevo
arte realista, sus pinturas, esculturas y demás manifestaciones artísticas
sostienen su singular encanto. Hoy en día miles de amantes del arte pueden
disfrutar del genio de Diego de Giráldez gracias a los más de 150 importantes
museos que ponen su trabajo al alcance del gran público en todo el mundo y en
su Casa Museo en particular. Donde desde el concello de esa atractiva Villa del
Jamón los invitan a hacer un recorrido por el apasionante mundo del arte a
través de sus cuadros y esculturas que guarda este peculiar Museo en la
Plaza Mayor de la localidad de A Cañiza, ubicada a unos 50 km. de Vigo.
La Casa Museo Diego de Giráldez,
construida en lo que otrora fuera el viejo cuarte de la Guardia
Civil del pueblo, se encuentra en funcionamiento desde hace varios años y
desde entonces es, y quiere seguir siendo, el más completo testimonio del legado
de este grande de la historia del arte español contemporáneo. Recorriéndola,
podemos hacer un viaje por su trayectoria artística. Hay cuadros, dentro de su
colección particular, realizados con la edad de 6 años y de ahí en adelante.
Dentro de esta gran colección cabe
destacar la presencia de algunos de sus más logradas producciones, entre los
imprescindibles en una visita está El Cristo-Hombre. A esto debemos sumar la
posibilidad de ver allí mismo las obras de escultura que seleccionó para formar
parte de su museo que lo convierte en una visita más que interesante para
quienes estén de paseo por A Cañiza y para aquellos que se acerquen
expresamente para experimentar, apreciar o estudiar el mundo NAS que creó para
nosotros el genial artista, Diego de Giráldez”.
Galicia Arte (Revista
especializada): “Diego de Giráldez. Inconfundible la obra de este pintor,
hiperrealista y sin embargo con frecuencia onírico. Hijo de un marino, vive su
infancia en la villa natal, en un ámbito casi campesino. A los 10 años su
familia se traslada a Vigo y se instala en la calle Real, de peculiar
arquitectura decimonónica, entre la Colegiata neoclásica y el barrio
marinero del Berbés. Diego queda huérfano de padre dos años antes, y ya se
interesa por el dibujo y la pintura. Su madre alienta esta vocación y lo lleva
a Madrid para que conozca el Museo del Prado nuevamente, puesto que ya lo había
visitado cuando vivía su progenitor. El niño devora libros de medicina,
especialmente de anatomía. Y trabaja con pasteles, deseando dominar la técnica,
que llega a ser en él pasión casi enfermiza.
Su primera exposición la realiza en
Vigo, en 1975, con éxito sorprendente. Salta a Cataluña y allí se confirma su
acogida. Repite incansablemente exposiciones en toda España, hasta el punto de
que no debe quedar ciudad o villa importante donde no haya mostrado su obra.
Viaja por Europa y pasa larguísimas jornadas en los museos. Llega a conocer a
fondo a Velázquez, Zurbarán, Goya. Su obra es seleccionada para la muestra
colectiva denominada «Maestros del realismo español de la vanguardia». Expone
en el extranjero, sorprendiendo siempre la peculiar actitud plástica que
adopta, con verismo impresionante en sus representaciones, en las que, sin
embargo, hay una fantasía evidente y un inquietante misterio implícito.
De Suiza a Portugal su obra gana
prestigio. La elogia el gran crítico, prematuramente muerto, Santiago Amón. La
adquieren museos de España y del extranjero. En cierto modo, es único,
irrepetible, su peculiar modo de utilizar el pastel mezclado con el óleo en
barra. Giráldez es un realista diferente. Cuando representa un objeto,
cualquier cachivache doméstico -un vaso, un huevo- su representación, como
acontecía con Zurbarán, lo separa del mundo común para mayusculizarlo y ser
únicamente él, El Huevo, El Vaso, el Excelentísimo Señor Huevo humilde y
magnificado.
Sus cuadros religiosos representan un
mundo diferente, táctil, obsesionante. Sus gallos muertos parecen vivir en una
imaginaria taxidermia. La deliberada desproporción entre los objetos representados
nos conduce a un surrealismo también peculiar. Desde la máxima exactitud
referencial, la pintura de Diego de Giráldez es inquietante, capaz de conmover
al espíritu menos sensible”.
ANGEL ARNAIZ (Especialista en
Arte Contemporáneo): “La realidad de Diego de Giráldez, sin alejarse de la
figuración, con un dominio admirable de los volúmenes, del color y la
composición, es mágica. Cautiva al espectador con unas formas cargadas de
simbolismo en las que los objetos cotidianos, plantas, animales o figuras
humanas nos trasladan a un mundo de enigmáticos misterios que forman parte de
nuestra realidad. Diego de
Giráldez bebe de las fuentes de los
ultraterreno y participa del encanto de la poesía sin perder el vigor que
confieren unas formas reales, casi vivas, tocadas por un halo mágico.
La mano de este pintor hace que sus
formas pictóricas cobren vida, como ocurre con la maleta del cuadro "Miedo
a la partida” en el que el espectador se siente tentado de cogerla, pero un
pájaro, símbolo de la espiritualización, parece vigilarla para impedir que
alguien se la lleve. En esta misma composición, de la rama de manzano que
reposa sobre la maleta con dos hermosos frutos, uno espera ver salir el gusano
de la manzana en cualquier momento.
La pintura de Diego de Giráldez,
desborda una potencia mágica, de sugerencia, que entra en las extrañas
concepciones de los mundos difícilmente comprendidos”.
FRANCISCO DE PABLOS (Crítico de Arte
y Miembro de la Real Academia de Bellas Artes. Galicia) del
libro: “Diego de Giráldez y su Realismo NAS”:
“Galicia ha sido tardíamente cuna de
pintores. Los antecedentes de Vilar de Donas, o la obra del pintor de Banga,
apenas constituyen referencia notable si la comparamos con otras regiones de
España, como Castilla, Cataluña, Valencia e incluso Andalucía o Extremadura, en
las que escuelas y nombres notables a partir del siglo XIV, con esas figuras
excepcionales que son Fernando Gallegos, Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo,
Jaime Huguet, etc.
Hemos de esperar al siglo XVII para que
surja el talento de Antonio Puga, un orensano rigurosamente contemporáneo de
Velázquez, y cuya obra, hoy mundialmente apreciada, se creyó durante mucho
tiempo perteneciente a las primeras épocas del genio sevillano.
A finales de la pasada centuria aparecen
en Galicia varios artistas notables, con el antecedente extraordinario del
ferrolano Jenaro Villamil. Y es ya a comienzos de este siglo cuando nuestra
pintura empieza a consolidarse, puesto que en sus iniciales fechas nacen
pintores preocupados por dar una visión plástica de la realidad gallega.
El período de anteguerra afirma ya
algunas figuras, que aseguran su valía tras la contienda civil. Y es la etapa
inmediatamente posterior cuando la nómina de artistas gallegos se hace casi
incontable, en las más variadas tendencias y con fortuna muy desigual.
En las últimas generaciones. Diego de
Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza misma, y
su capacidad de transcender su inmediata apariencia, su realidad concreta, han
hecho de su obra un capitulo aparte en la pintura española contemporánea, apta
para entroncar, sin que él lo haya pretendido deliberadamente con figuras como
Caravaggio, Ribera, Meléndez y la escuela holandesa del sigloXVIII, donde un
tanto inconscientemente tiene Giráldez sus maestros y referencias.
La perfección formal, la exquisita
factura de sus cuadros, esa precisión casi entomológica de todo lo
representado, dan a la obra de este pintor la calidad de maestro del realismo.
Un realismo diferente, de poética implícita, más que explícita. De imaginable y
casi imaginario misterio, porque salvo excepciones, Diego de Giráldez no se
aleja de la representación estricta de los objetos, con la paradoja de que los
inanimados parecen que tienen vida, mientras que los que cuentan con ella la
han abandonado en un tiempo indefinible, como si fueran cadáveres
incorruptibles. De ahí que haya interesado a la crítica más exigente, hasta el
punto de provocar entusiasmo en el trágicamente desaparecido Santiago Amón...
DE LA BRUMA A LA EXACTITUD
Nadie podía imaginar que en el seno de
una familia muy característicamente gallega, ambientada en una villa alta del
interior de la provincia, de la que el padre estaba ausente con frecuencia,
dada su profesión de marino, iba a nacer un artista, cuya vocación comienza a
configurarse muy temprano.
Diego de Giráldez nació en la provincia
de Pontevedra. Es el tercero de cuatro hermanos. Al matrimonio integrado por
Antonio, marino, como hemos dicho, y Luz, entregada al cuidado de sus hijos y
de su casa, siempre a la espera de la vuelta de su hombre, que viene de tarde
en tarde de los prolongados periplos de la mar, le habían nacido antes que el
futuro artista otros dos varones. Evaristo y José. Uno de ellos será después
inseparable compañero del pintor, un poco su conciencia, su confidente, su
amigo íntimo y en cierto modo su colaborador callado. Después de Diego vendría
la única niña. Luz como la madre.
Diego es un niño que corretea por la
villa, que es juguetón e inquieto, y a quien desde muy temprana edad le gusta
dibujar. Asiste a la escuela del pueblo, en la que demuestra ser buen
estudiante. Pronto se interesa por la naturaleza, por el mundo médico. Le
apasiona la anatomía y cuanto se relaciona con la figura humana, que desea
conocer en sus mínimos detalles. Se hace muy casero, y en el ambiente hogareño
constantemente dibuja los objetos que hay en casa o las personas que le rodean.
Así retrata una y otra vez a sus familiares, incluso caricaturizándolos. De alguna
manera va configurándose su indeclinable vocación, que cuajará casi en la
adolescencia.
Cuando el futuro artista cuenta unos
años de edad, en 1967, la familia traslada su residencia a Vigo, la grande y
pujante ciudad atlántica. Toma casa en la calle Real, la de más prosapia del
antiguo barrio marinero. Pina y un poco serpenteante, conduce desde la
Colegiata barroca, centro religioso de la vida ciudadana, hasta la mar, en
el Berbés, donde en el pasado las barcas atracaban bajo los mismo peiraos,
cuyos fustes graníticos lamían las olas. En esa época de finales de los
sesenta, el ámbito ha sufrido una considerable transformación y se ha ganado
terreno a la mar, dotando a la antigua playa de una explanada con jardines, en
la que se sitúa un monumento al marinero, pero donde todavía está un ambiente
antañón que no se puede perder.
La madre sigue entregada a sus hijos y
alienta la vocación creciente de Diego por la pintura. No en balde,
anteriormente, en viajes del matrimonio a Madrid, se preocupan los Giráldez por
conocer el Museo del Prado y otros centros de interés artístico de la capital,
prueba evidente de que en ellos había inquietudes y curiosidad no habituales en
el medio pequeño burgués en el que se desenvolvían.
Diego incrementa su formación cultural y
artística. Realmente, sigue con dos únicas preocupaciones: la pintura y la
anatomía. Devora libros de medicina y cuantos describan el cuerpo humano y los
secretos de su realidad y movimientos.
Pinta, mientras tanto, intensamente.
Diego comprende que el oficio es fundamental. Que es preciso dominarlo,
conociendo todos sus secretos. Ensaya diferentes materias, llegando a una mixta
que actualmente emplea en sus obras.
En 1975 realiza una muestra en Vigo que
fue todo un éxito.
A partir de 1977 Diego de Giráldez
expone por toda España. Sobre todo en Cataluña, donde goza hoy de gran
prestigio, hace largas estancias. Sigue por el país adelante y expone en toda
Castilla: Soria, Palencia, León, Zamora...Siempre sorprendiendo por las
especiales, irrepetibles características de su obra. Cada año vuelve a Cataluña
y monta estudio en Gerona, para poder trabajar sin precipitación cerca de las
ciudades que constituyen los mejores mercados para su arte.
La prensa y otros medios de comunicación
dedican a Diego de Giráldez grandes espacios. El no se envanece. Sabe que el
secreto es trabajar, sin descanso, investigando, mejorando la morfología de su
obra, yendo hacia esa perfección absoluta que es inalcanzable, pero que puede
acariciarse cuando menos.
La luz constituye obsesión en el pintor.
No suele trabajar antes de mediodía, pero a esa hora se entrega a su tarea, sin
cesar, hasta que acaba el día. A veces, pocas, aún continúa de noche.
El proceso creativo es también peculiar.
Toma constantes apuntes del natural, a lápiz. Después realiza dibujos muy
trabajados, preciosistas, como los antiguos, a base de difuminar los trazos
hasta alcanzar la textura aterciopelada, como latente, que tienen también sus
obras cromáticas.
Sus colores favoritos son oscuros.
Prefiere una gama que concuerde, y a veces contraste, con los señores de su
obra, el negro y el blanco. Cuando Diego de Giráldez nos dá una tela su
blancura es inimaginable, y cuando llega al negro alcanza la absoluta
solemnidad filipesca. Carmines y verdes son los tonos de contraste.
Renuncia deliberadamente a la
grandilocuencia posible de los temas. Al contrario, se acerca a lo humilde, a
lo sencillo y hasta a lo mínimo. Para él los animales de corral son sinónimos
de vida, y se encuentra muy a gusto representando frutas y productos
hortícolas, fragmentos de vegetación, objetos domésticos. Todo ello e un
pretexto para acercarse a la cultura popular de Galicia.
Una faceta importante de su plástica es
la religiosa, vista desde un peculiar y definible misticismo, de raíz franciscanista,
sin barroquismos tragicistas y sin dulcificaciones extraídas del Renacimiento.
Asegura el artista que esta parcela nada infrecuente en su tarea, proviene de
una tradición del medio ambiente en que transcurrió su infancia.
Habitualmente un cuadro de Diego de
Giráldez es consecuencia de una reflexión lenta, desde la observación minuciosa
de los objetos a representar, su combinación, hasta los apuntes y dibujos
preparatorios. Después, la ejecución material del resultado definitivo es mucho
más rápida, porque su dominio del oficio es ya casi de virtuoso.
No es gran lector, aunque sí
monotemático: siempre la medicina. La anatomía. Sin ella no se puede hacer
nada, aseguraba el artista. Lo importante es dominar la forma y desnudar la
imagen, pensando y sintiendo Galicia, como una referencia constante al medio
rural del país, cuyas vivencias infantiles le marcaron para siempre.
Posee Diego una gran voluntad de
trabajo, porque se siente feliz entregado a lo que sabe hacer, pintar. No es
obseso de los museos, aunque en sus viajes por diferentes países de Europa en
los que ha expuesto, ha visitado las principales pinacotecas. Entre los
españoles prefiere a Velázquez, Zurbarán y Goya. Entre los extranjeros, le
entusiasma Leonardo da Vinci, su técnica de claroscuros, su
"esfumato". Y admira a Rembrand, por la grandiosidad de su color, en
el que domina el negro. En realidad, lo que le preocupa de los grandes maestros
es la atmósfera que han conseguido en sus obras.
Trabaja siempre sólo, en silencio, a
plena luz natural. Entiende que cualquier objeto puede ser motivo de
representación pictórica. Lo que le importa es su calidad formal, su
apariencia, la epidermis que representa. Su textura, en fin. De ahí su pasión
por el desnudo. Hasta ahora había trabajado con modelos masculinos, pero
comienza a dedicar atención al femenino
Diego de Giráldez es un solitario.
Apenas tiene otro círculo que el familiar, con la especial intimidad de su
hermano José, con quien suele vérsele y que le acompaña en muchas exposiciones
que realiza. Soltero, es poco amigo de tertulias.
Su madre está atenta a la obra del
pintor. Suele opinar, aunque no critica.
El repertorio de exposiciones de Diego
de Giráldez es inmenso, ya que siempre tiene alguna abierta. Recuerda, por su
significación o éxito, las realizadas en Vigo, 1975; Cataluña y Ginebra 1977;
Madrid y Andalucía en 1978, cuando se le seleccionó para integrar la colectiva
"Maestros del Realismo Español de la vanguardia". Este mismo año
participó en Plástica Gallega, de Vigo; París en 1982; Santiago en 1984;
Oporto, en 1985 y Coimbra, 1986. Después incansablemente en toda España.
Todas las televisiones españolas,
francesas, suizas, portuguesas..., le han dedicados espacios”.
Francisco de Pablos (Crítico de Arte y
Miembro de la Real Academia de Bellas Artes. Galicia) “REALISMO
PLENO”: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media
docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. Los animales, los objetos,
las figuras que representa, parecen táctiles, piden la caricia, desean ser
tocadas. Su capacidad de representación, de arrancar el misterio que tiene un
objeto común largamente observado, es casi obsesionante.
Cuando Giráldez representa un huevo, un
tomate, un pimiento, inmediatamente dejan de ser género, repeteción de un
colectivo, para ser el huevo, el tomate, el pimiento, únicos y como
irrepetibles. Sería preciso mayusculizarlos, darles nombre propio. Nunca
habíamos conocido las características de esas cosas hasta que las contemplamos
en su pintura. Porque en los cuadros, sin contar con añadido fantasioso alguno,
tiene detalles, características, es preciso repetirlo, como diferenciadoras. Es
necesario volcar a Rilke, porque aquí una rosa no es todas las rosas, aunque al
fin sea la única e irrepetible. Aquí es única la representación símbolo de
todas, individualización avasalladora.
Si Diego pinta un gallo, parece que
hemos conocido a ese ejemplar en particular, que lo recordamos, no referenciado
en la pintura, sino en el corral de nuestra aldea, allí, aquel, hace tantos
años. Porque otro de los misterios, de la avasalladora personalidad del
artista, es la intemporalidad aparente de su pintura. El cuadro aparece recién
concluido y al mismo tiempo de edad imprevisible. Clásico y nuevo, con objetos
situados en un lugar indefinible, pero como visto e identificable, en una
profundidad sin fin.
Y otro tanto acontece con sus figuras.
Al contemplarlas, cremos volver a encontrarnos con un ser al que hemos
estrechado la mano, al que conocemos las peculiaridades de su rostro e incluso
la cicatriz imperfección que tiene un algún lugar de su cuerpo.
Estamos, pues, ante una realidad
transcendida. Con la pintura de Diego de Giráldez, ocurre como con los
bodegones de Zurbarán, no tiene cacharros, sino este o aquel cacharro, con
nombre y apellidos, firma del artesano que lo hizo, huella de sus manos y fecha
de confección.
Y siempre en una atmósfera paradógica,
de explicación inefable. Porque no están vivos, sino incorruptos sus objetos.
Pasó por ellos el tiempo, un tiempo de siglos, y sin embargo parecen recién
concluidos. ¿Cómo es esto posible? El talento del artista dá razón a lo
irrazonable. De ahí que la pintura de Diego de Giráldez sea única, irrepetible,
capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible
sensación de uno de sus cuadros".
LORENZO GARCÍA-DIEGO. (Crítico de Arte
(Barcelona). “DIEGO DE GIRÁLDEZ PINTOR DE REFINADO INTELECTUALISMO”: “Pintor
que, además de conocer como pocos el oficio, siente la preocupación del
"bien hacer", con sujeción a normas basadas en lo tradicional de la
pintura española, de noble ritmo y prestigio elevado, es que concede la debida
importancia la línea y la psiquis del modelo, sabiendo convencer de la dignidad
de su arte. Toda su obra es una exaltación de paganía y de refinado
intelectualismo. Como éste joven maestro del arte español actual nos envuelve
de mangnificencia y nos liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada
incosciente en su obra. No brota porque sí y falto de antecedentes en la obra
de este gran pintor. Tiene trazada de antemano la trayectoria de su arte,
seguro como está de que no habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es
un precoz en la historia de la pintura gallega. Y no un precoz irreflexivo,
inseguro, que luego había de sufrir amargos desengaños y soportar impuestas
rectificaciones. Sus bodegones son de un simplicismo encantador, tiene la
intensidad y la jugosidad de la transcripción fiel y la gracia de un tecnicismo
depurado. Son obras no de ayer ni de hoy, sino de siempre, por el nobilísimo
afán que impulsó al artista a realizarlas. Diego de Giráldez ha querido
demostrar, y lo ha conseguido, que llevando a las superficies cuidadosamente
preparadas, elementos sencillos y humildes de carácter aldeano, sin la menor
afectación y con toda limpieza, logra el artista a más de interesar,
conmocionar por el caudal de fervor puesto en lo realizado. Por lo demás, esta
obra significa un alarde técnico, por que ningún fragmento de sus cuadros se
advierte el menor cansancio del artista dejando los temas sin resolver
dignamente. Diego trabaja siempre pacientemente, amorosa y concienzudamente,
mereciendo su obra el aprecio en que se la tiene. Adelante, Giráldez, y
enhorabuena”.
JESUS CHAPARRO QUEIJA (Cronista. Huelva):
“Diego de Giráldez nace en la provincia de Pontevedra. Todo lo que le rodeó
desde muy pequeño, en su vida, tiene interés para determinar la personalidad de
este pintor, tercero de cuatro hermanos y que quizás esos prolongados periplos,
de su padre, en la mar, hagan de él un niño juguetón y con inquietudes, que
comienza muy temprano a dibujar, dado que cuando a penas andaba ya "
pintaba" con carbones de la "lareira" sobre papel de estraza, de
envolver el pan, los que su madre desechaba. Y que hoy en día, en opinión de
críticos tan significativos como Santiago Amón y Ramón Faraldo, es un
"pintor sorprendente" que creó un nuevo estilo dentro de este nuevo
realismo combinado con naturalismo, abstracción y surrealismo.
A partir de 1967 se va formando
culturalmente y artísticamente en sus cuatro grandes pasiones: la medicina, la
anatomía, la pintura y la escultura. Este niño que responde al nombre de Diego
de Giráldez pronto empieza a destacar como dibujante y ejerce, ya, como pintor
que tiene todas las características para ser un nombre que pise fuerte en este
"mundillo" del arte; "..., inquieto, con toda la fuerza y
sabiduría de los Druidas Celtas...", como nos recuerda Ramón Faraldo.
Camina, los primeros años,
silenciosamente, acumulando formación. Este nombre de excepción entre la
pintura contemporánea de los últimos años, pinta, en esa época, lo que conoce:
el paisaje, sus gentes, las naturalezas muertas con colores y luces de nuestra
tierra. Hoy domina una obra que ha sido catalogada, considerada por la
contemporánea.
En su obra se distinguen muchos
elementos que hacen que se reconozca, a simple vista, entre todas las demás. Su
gran familiaridad con la naturaleza, la notable seguridad en la observación de
sus mecanismos le permite conocer sus leyes. El interés y un estudio constante
de/por la anatomía le sirven como bases para plasmar sobre el lienzo la génesis
empírica de lo que será su obra.
En Madrid, en una visita a una de sus
exposiciones: Ramón Faraldo, Santiago Amón,..., a estos dos críticos le llega a
unir, con el pintor, una verdadera admiración por ambas partes. Hasta el
extremo de comentar uno de ellos:" Si me preguntasen ¿ Qué cuadro debería
incorporarse, ya, al Museo del Prado?. Seguramente respondería que "El
Cristo Hombre de Diego de Giráldez".
Diego de Giráldez, sabe que el arte es
absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco
nace de la explosión comunitaria de todos los colores, que el negro más negro
surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Pintor sorprendente,
creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo,
abstracción, surrealismo)". En 1980 es seleccionado para formar parte de
la exposición "Maestros del Realismo Español", Y a partir de este año
es normal verlo, escucharlo y leerlo en distintos medios de comunicación,
revistas especializadas, libros,...,
Ahora lo tenemos en Huelva, con una
excelente y valiosa exposición para deguste y deleite de los que aman el arte
con una expresión viva y con una interpretación de lo cotidiano, lo sublime y
lo absurdo, que la hacen atractiva y a veces, diríamos necesaria para desconectar
del cotidiano que hacer”.
VICTOR GAY. (Crítico de Arte.-
Girona): “De Galicia llega este pintor y escultor, si bién en esta ocasión
muestra exclusivamente pintura. Una búsqueda del realismo centrado en el motivo
o argumento principal, especialmente en bodegones, donde los tonos fuertes,
rojos de las crestas de las aves o de los crutáceos son lanzados, puestos en un
primer plano por el negro de la noche, todo sobre la noche, incluso el paisaje
sin cielo o de negra noche. De vez en cuando, como un rompimiento, aparecen
unas burbujas flotantes que rompen la lisura del trasfondo. Una flotación que
trasfiere vida y movimiento. Busca efectivismos en un bodegón con pavo, cruz y
vino que cae sobre su pico. Símbolos. Hay así mismo bodegones áridos, con cesto
de mimbre, hojas y ramas secas. También un retrato de perfil sobrio con el
conjunto. Es como una invitación silenciosa de lo oscuro, para sobre ello
situar un contraste, aquello que más le interesa desequilibrar el color y
conseguir una mesura en el conjunto”.
MANUEL FORCADELA. (Profesor de
Literatura y Lengua, Escritor y Poeta. Galicia): “Sempre existiu un posible
encontro entre a pintura e a poesía: a imaxe. Reducidas a ese humilde pero
esencial territorio, as dúas artes son o mesmo. Por debaixo das distintas
opacidades técnicas, das combustións cromáticas ou verbais, xace sempre unha
imaxe.
Non creo no fetichismo das obras
orixinais, dos obxectos pictóricos valiosos. Creo no poder das imaxes. O poder
dun poeta, como o poder dun cadro, radica no encontro visionario dunha asociación
audaz, na protestade de lograr infundir as cousas un significado que,
anteriormente, non tiñan pero que, a partir dese momento, xa vai
definitivamente ligado á palabra. Por iso os poetas reinventan a linguaxe,
porque conseguen que a relación entre significantes e significados, esa
relación que Saussure definía como arbitraria, se contaxie da presencia
omnipotente da realidade. Todo significa todo, poderíamos dicir. A linguaxe
como eixo central do simbólico lacaniano é a encargada deconverter o real no
imaxinario.
Os artistas, tanto os poetas como os
pintores, teñen a obriga de alterar esa relación, felizmente lóxica, entre o
real, o simbólico (a linguaxe) eo imaxinario. De súpeto un cabalo amañece no
cadro e leva un aparello de radio pendurado do pescozo; tamen unha nube con
forma de avión vai deixando un ronsel de fume sobre o ceo. Magritte foi
maxistral neste tipo de construccións. Demostrounos como calquera cousa pode
servir para representar calquera outra. Unha rúa empedrada é, de súpeto, igual
á torre dunha fábrica; o ceo pintado nun cadro sobreponse ao ceo que olla o
pintor a través da súa xanela.
Creo que o valor central da pintura de
Diego de Xiráldez é xustamente o de estar construida sobre a imaxe. A
figuración aílla e singulariza os obxectos estrañándoos, facendo que os
percibamos nun entorno diferente, nunha ensoñación que encontraría a súas
raíces no surrealismo. O mundo onírico está agachado en cada unha das imaxes,
as asociacións son arbitrarias e procuran encontrar o seu significado. Poñamos
este obxecto á beira deste outro. ¿qué sucede? Pois unha imaxe dun espacio e
dun tempo. Inevitablemente tornarase extravagante, utópica e intemporal.
Velai está o enigma. O mesmo enigma que
está en cada cousa, porque a realidade é, en si mesma, inatinsible, aínda que
na frecuencia dos nosos diarios encontros remate por converterse en vanal. Por
iso esta pintura nos devolve o enigma das cousas. A fascinación de podernos
ficar extasiados no puro ollar. Porque a ollada non e máis que coñocemento. E O
coñecemento fundaméntase na indagación, fermosa palabra. In, dentro. Dagación,
daga, dardo, bisturí. Abrir as cousas por dentro a base de miradas. O externo
como inevitable mensaxe do interior.
Celebro os triunfos deste valor en alza
da pintura galega que se chama Diego de Xiráldez e brindo pola continuidade
feliz dos seus achados, nesta súa singular arqueoloxía das cousas...”.
ADELANTE CON EL REALISMO, DIEGO DE
GIRÁLDEZ. Por Fernando Mon (Crítico de arte. La Coruña-
Madrid): “Decimos "adelante con el realismo", por la incidencia de
numerosos pintores que ahora, precisamente están volviendo a estos modos de
expresión específica. Pero lo que se ha anunciado como un sistema de realismo
subjetivo por parte de los más decididos edalides de la realidad vigente, en
Diego de Giráldez, pintor de joven ejecutoria, representa la más objetiva
realidad. Esto es, un sentido de la realidad tal como ha sido vista por los
pintores flamencos del diecisiete. Diego de Giráldez que ama todo lo que le
entorna, todo lo que es cotidiano, ha dado cima a unas obras realizadas con
mimo acariciante que representa esa cotidianeidad y ese entorno de las cosas
amables que nos rodean cada día. El resultado pues, es una especie de serenidad
eurítmica que ya, desde los griegos, se llamaba "armonía de las
esferas" y que tanto utilizó el bajo medievo para atemperar y ajustar su
afán de orden y, particularmente de ordenación.
Pero además la virtud de Diego de
Giráldez, aún, repito, a pesar de su juventud, es la de haber medido con
exactitud el diálogo de los colores por los que se trasluce asimismo, una
exacta armonía y una mesura cromática de grandes calidades. Diciendo para
terminar que Diego de Giráldez es un dibujante de trazos seguros, límpios y
contínuos, decimos lo más sustancial que alberga su pintura, excepcionales
cualidades formales”.
RAFAEL SÁNCHEZ BARGIELA. Director del Museo
de Ponteareas (Galicia): “La fortaleza de Sobroso, levantada en un promontorio
rocoso del monte Landín, domina desde sus atalayas una amplia panorámica que
justificó su erección como elemento de control del sistema defensivo de la
tierra de Turonio, en la Edad Media. Hoy este castillo es testimonio
de épocas pretéritas pero también de la voluntad colectiva de conservación de nuestro
rico patrimonio cultural.
Estos muros que conservan todavía los
signos lapidarios de sus artífices, acogieron en otros tiempos los
destacamentos militares que controlaban esta tierra y a los representantes de
los condes de Salvatierra y Marqueses de Sobroso que dominaban la amplia
jurisdicción que llevaba el nombre de Sobroso. Escenario de luchas en época
medieval, todavía hoy tradiciones y leyendas populares nos refieren la
permanencia de una memoria histórica.
La instalación en sus dependencias de la
obra pictórica de Diego de Giráldez constituye un enriquecimiento del contenido
de esta fortaleza, que no será admirada sólo por sus estructuras como fortaleza
militar, signo de otras formas constructivas y de diferentes modos de vida,
sino por las propuestas que nos muestra la obra pictórica de este artista.
El realismo NAS, nacido de una
personalísima combinación entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha
convertido a Diego de Giráldez en uno de los principales exponentes de la
plástica gallega de este fin de siglo, como lo acredita su trayectoria y su
obra, que forma parte ya de la s colecciones de numerosos museos de nuestra
Península y de otros países
Con esta exposición permanente de su
obra este castillo ve incrementado su atractivo y ofrece junto a sus muros
centenarios una muestra pictórica que forma parte también de nuestro común
patrimonio cultural”.
EL ESPEJO DE DIEGO DE GIRÁLDEZ-
POR JOSÉ A. PEROZO. (Periodista, Escritor y Autor de la obra y libro " Tal vez
Francisco de Zurbarán"): “Ese empeño de los críticos especializados por
catalogar y clasificar las obras de arte es una costumbre del siglo XVIII de la
que nos costará desprendernos. Semejante tarea de compartimentar la realidad ha
cimentado en nuestros cerebros la impresión de pertenecer a un gran museo de la
vida para el que los artistas e intelectuales crean permanentemente. Todos nos
empeñamos en apresar la realidad, ya sea desde la plástica, desde la literatura
o desde la información para legarla al futuro. Pero ¿qué es la realidad? ¿Cuál
es la realidad? ¿Existe la realidad ?La interpretación de la vida está sujeta a
la visión del artista del observador. Y no todas las visiones se corresponden
con los mismos parámetros. La racionalidad del ser humano nos permite
contemplar un mismo objeto e interpretarlo de mil formas distintas. Cada uno de
nosotros llevamos dentro un espejo propio que manipula la realidad en función
de nuestra forma de ver y de sentir la existencia. Esa transformación es la que
hace posible la entidad del arte y las vías de conexión entre sentimientos y
modos de comunicar. Por esta misma circunstancia me permito dudar de las
etiquetas que los críticos y especialistas suelen adjudicar a la pintura, la
literatura, la escultura, el cine, la fotografía... El día que rompamos con ese
gran museo del presente seremos más libres y estaremos más abiertos a
contemplar el arte sin prejuicios encorsetados.
El espejo de Diego de Giráldez se le han
colgado infinidad de etiquetas de las que voy a prescindir en este pequeño comentario.
Sin embargo-contradicción de contradicciones- no podré desprenderme de mi
propia visión y de la observación que del arte anterior tengo impresa en la
mente. Estoy seguro de que Giráldez busca plasmar su realidad por medio de la
pintura y su realidad me remite, desde que lo conocí en los años setenta, a
otro pintor para mi muy querido: Francisco de Zurbarán. La modernidad de este
pintor nacido en A Cañiza podríamos entroncarla con aquella serenidad
efectista, y tenebrista al mismo tiempo, del pintor de Fuente de Cantos
(Badajoz), que se forjó en Llereda y triunfó en la Sevilla del siglo
XVII. El cariño que Giráldez muestra por los tejidos y su capacidad para
extraer de ellos formas y sensaciones vivas está muy cerca de aquel otro
virtuosismo de Zurbarán. El gusto de Giráldez por los bodegones y sus
exquisitas composiciones tiene un claro precedente en el trabajo zurbanesco. A
la aparente religiosidad, no exenta de componentes terrenales simbolismos,
puramente humanos, del pintor de A Cañiza resulta fácil encontrarle una clara
conexión con los motivos del pintor de Fuente de Cantos. Resulta curioso que
dos mundos tan alejados en el tiempo y la geografía se puedan conectar. Y esa
curiosidad no creo que sea ni fruto de la casualidad, ni de las influencias, ni
de la imitación. Tengo el presentimiento de que el espejo en el que Giráldez
refleja su realidad pueda ser muy similar al que el pintor del siglo de Oro
tuvo en su mente y llevó a los lienzos
La pintura de Giráldez no es fruto de la
casualidad. Es una obra pensada, producto de la reflexión y de la
intencionalidad comunicativa. Este pintor de finales del siglo XX no quiere
transmitirnos únicamente lo que sus ojos pueden captar, nos ofrece la vida y la
realidad reelaborada. Estoy seguro de que detrás de cada uno de sus cuadros hay
una historia o, mejor, una novela, un poema, una posición épica ante la
realidad circundante que desea legar al futuro. La suya es una obra
aleccionadora; como la de los antiguos constructores de catedrales, sujeta a
códigos iconográficos que pueden estar perfectamente conectados con la más
vieja de las tradiciones de transmisión de pensamientos e ideas mediante
lecturas indescifrables a primera vista. He dejado escrito en alguna parte que
Zurbarán también se valió de códigos visuales para construir su obra pictórica
y con ella dejar patente una posición ideológica seguramente no acorde con las
líneas ortodoxas de su tiempo y su época. Los códigos y el espejo que Giráldez
emplea en su obra también se escapan al entendimiento de los profanos. Muchos
de sus cuadros, que parecen explicarse por sí mismo, no son tan simples de
interpretar. Se le han colgado etiquetas de hiperrealismo, de bucólico, de
narcisista, de romántico, de tenebrista...Yo me permito interpretar que estamos
ante un autor que piensa su obra y que deforma la realidad según su espejo
interior, etiquetas al margen. Como es natural”.
DIEGO DE GIRÁLDEZ. HACEDOR DE PASIONES
-POR JESÚS PANDO MARTINEZ. (Periodista, Guionista y Cineasta. Galicia): “Mi
experencia personal en la contemplación cruda y directa del arte, sea cual
fuere su aspecto representativo, es absolutamente visceral, o habría que decir
mejor "ultravisceral", pues me reconozco como un espectador sensible,
de piel de gallina, de escalofrío, dispuesto a dejarse seducir, que dispone
este caparazón físico en el que nos movemos, para ser atravesado por cualquier
caudal de sensaciones que se precien, facilitándole así el viaje hacia el
interior de la emoción más pura e instintiva, es que en mi caso al menos, compró
una parcela muy cerca de la urbanización de las sensaciones, un lugar llamado
corazón.
Este estado de gracia, que transporta,
embriaga, conmueve y califica a todos y cada uno de los epítetos que describen
y acompañan al nombre de aquellos hombres y mujeres que habitan en el suelo
imaginativo de la genialidad, quiere rendir pleitesía humilde y sincera a un
pintor al que me une no sólo el hecho de pisar tierra y cultura común, sino su
particular visión de un universo interpretativo surrealistamente realista,
pincelado con la sabiduría de quienes saben retratar sobre la oscuridad de un
lienzo, las obras de una luz compuesta a partir de la descomposición de lo
cotidiano, con todos sus pelos y señales, adormecida en el recuerdo de una
lareira, al calor de un carboncillo, sin otro soporte didáctico, que el de una
retina ávida por transformar la apariencia en sugerencia, el color en dolor, la
vida en ausencias, latiendo fotograma a fotograma, tejiendo una fina película
cuyo soporte químico es la reflexión, todo un intrincado y fibroso laberinto
sobre la personalidad de la vida, sobre lo humano y lo divino, la realidad y su
prima lejana, la fantasía.
Como periodista, pero sobre todo como
cineasta, la obra de Diego de Giráldez me sugiere un guión inquieto, aunque de
pulso firme, cargado de verdes metáforas, de naturaleza vida, que discurre por
campos húmedos de hierba seca, de solanas hechas de atardecer, de carballeiras,
de fruta fresca, de pocas palabras escritas con intensos momentos, con una
madre omnipresente, inquieta y paciente, sentada al cobijo de la lumbre, con un
niño rabioso por deformar sobre papel de estraza las hebras de un pincel que profundiza
en lo auténtico, adornándolo de un simbolismo cuajado y concreto, humano,
maestro en el sabio arte de comunicar a través de imágenes aparentemente
planas, pero que al observarlas con la mirada perdida entre su atmósfera de
sueños, se antojan profundos, profusos, libres de ataduras, esclavos de un
estilo auténtico y personal. Soy un cuerpo agradecido, que se deja arrastra
hacia la orilla de lo inusual, intentando con todo el caudal del que dispone mi
deseo, atravesar el umbral de los puramente artístico y así poder sumergirme en
la obra y gracia de un hacedor de pasiones , un talento para disfrutar y
aprender; todo un artista: Diego de Giráldez”.
DIEGO DE GIRÁLDEZ, UN ARTISTA
EXCEPCIONAL Y AUTODIDACTA. Por Manuel Pérez. (Alcalde de Vigo):
“Tenemos el honor de tener como vecino al gran pintor Diego de Giráldez.
Observando la parte de su vida y obra,
recogida de forma magistral en diversos libros, podemos extraer la conclusión
de que nos encontramos ante un artista excepcional y autodidacta que paseó y
sigue paseando el buen nombre de nuestra ciudad por las más altas esferas del
mundo cultural.
Es un orgullo para Vigo contar con un
plástico como Diego de Giráldez, que si bien nació en A Cañiza, reside en
nuestra urbe desde l967. Y que como dice nuestra Concejala de Cultura Maite
Fernández –con la coincidimos los que conocemos su obra-, “en parte
de su obra se puede intuir sus vivencias en nuestro casco viejo. Diego se
reencuentra y nos las traspasa, en algunos de sus cuadros”.
Hay algo en su pintura que me llama
poderosamente la atención, la frecuencia con las que eleva lo cotidiano a
categoría estética y los fondos misteriosos, sólo perforados por la delicia
leve de la luz que surge desde sus vértices.
Hoy Diego de Giráldez está reconocido
internacionalmente y representado en innumerables e importantes museos del
mundo.
Acabo de leer un libro publicado
por la Excma. Diputación de Pontevedra. Aguardo que este libro sirva
como herramienta de consulta para los estudiosos del arte y para todos aquellos
ciudadanos que quieran elevar el grado de conocimiento sobre la vida y obra del
nuestro pintor.
Mi enhorabuena a todos los que han hecho
posible que este volumen vea la luz, con la esperanza de que la repercusión del
mismo esté al menos en consonancia con el entusiasmo con que ha sido
realizado”.
CÉSAR ROVIRA. (Crítico de Arte):
“En la pintura de Diego, lo primero que destacaría son sus tratados de anatomía
donde con máxima perfección tanto en la estructura interna como externa, es de
una precisión casi absoluta, el símbolo está presente en la obra de Diego de
Giráldez, dándonos un mensaje literario, donde podemos ahondar en los conceptos
de la vida misma. La abstracción que aún llegando desde otro punto nos dá un
hermosísimo sentido abstracto debido al escenario donde se representa la acción
de los objectos que disgrega de manera dispar-surrealismo. Es un pintor
distinto, para mí genial”.
MARÍA DO CARME KRUKENBERG. (Escritora y
Poeta. Galicia): “En Diego de Giráldez ¿qué é, o que siginifica seu realismo?
A perfección do debuxo, o coñecemento de
tódolos elementos necesarios para pintar un corpo, unha natureza morta, un
galo, un can... . Penso, que mirando detidamente cada un dos cadros (que eu
coñezo), hai algo máis que a pura realidade dos seres e das cousas. Eisiste un
intimismo metafísico na composición e no trasfondo do realizado. Pode que sexa
o silenzo da soedade, ou a calada compaña de sí mesmo. Do que quere e tén que
dicir, en todas e cada unha das ideas de realidade irreal que incorpora, que plasma
concienzudamente na obra acabada. E como unha necesidade de facer vivir a alma
da materia, o espíritu do inanimado. Intentar o resurximento de vida nun
concepto cósmico dos elementos que ten a súa beira. Non é preciso ningún
desacougo na busca para atopar o seu camiño, anda permanentemente por il, como
polos soños.
Vai dereito pola imaxinación
reivindicando o mundo feito a súa medida, deixando os coñecemntos estudados,un
tanto ó marxen do íntimo facer. Os mestres andan devagar polas catro esquinas
do bastidor, ollando as pínceladas, ollando para a man lizgaira que sen presas
vai enchendo de linas e cores a tela, que vai imprimidno sensibilidades
aprendidas no corazón do tempo.
Reixeitar o realismo máxico é como
desprezar a vida de cada intre. É refugar a vida, é morrer no esquecemento da
noite.
Diego de Giráldez é simplemente un
PINTOR que se chama Diego de Giráldez”.
SANTOS SAN CRISTÓBAL SEBASTIÁN. (Director del Museo
Catedralicio y Diocesano de Mondoñedo y Director del Museo Rodera Robles de
Segovia): “Diego de Giráldez es un gran artista que sabe ver e interpretar con
suma delicadeza y bello colorido las cosas que nos rodean. Así lo hicieron
siempre los grandes artistas desde la prehistoria.
El pintor de Vigo Diego de Giráldez es
de los uno de los artistas que están marcando nuestra época, con vistas al
futuro; y además cimentándose en toda la producción pasada artística de Galicia
que ahora se ve grandemente incrementada por su obra.
Las obras de Diego de Giráldez figuran
ya en bastantes de los museos españoles, que ven así incrementadas sus
colecciones. Es más: El artista además muy pronto va a contar con su propio
museo. Este va a ser el más representativo y completo exponente de la obra
pictórica que nos ha dejado hasta el presente; y de la que cabe esperar que nos
ha de legar en el futuro”.
BIEITO LEDO. (Editor Fundador
de la Asociación de Editores de Galicia. Miembro de la Fundación
Premios de la Crítica): “Cando me encontro con Diego de Giráldez,
circunstancia que acontece con relativa frecuencia e case sempre na rúa
Príncipe, donde ten un dos seus estudios, penso automáticamente nas terras de A
Cañiza, de onde procede o noso gran artista.
Están estas terras no medio do camiño
entre Ourense e Vigo e mesmo a punto de deixar de estalo. Dentro de poucos días
cando se abra definitivamente a autovía e xanon haxa necesidades de parar neste
territorio frío deixará de ser lugar de parada obrigatoria como o era cando as
estradas e os outos eran como eran.
Se é certo o que di o poeta Rilke que a
patria do ser humano é a sua infancia, os críticos e estudiosos do noso pintor
terán que analizar como os galos, os burros, as mazás, os ovos, os pementos...
todo ese universo mundo que Diego retratou de pequeno con eses profundos e
curiosos ollos por terras do Parandanta. Unha maneira de poseer todas estas
realidades da súa infancia é reinventalas na soedade do seu estudio en A
Cañiza, terá que seguir sendo lugar de referencia obrigatoria no mundo
pictórico de Diego de Giraldez”.
JESÚS GUERRA. (Director del Museo
Diocesano de Lugo): “Un 11 de abril de 1995 llegaba una obra, un cuadro de
Diego de Giráldez, a la Catedral de Lugo, en cuyo trifório está
ubicado el Museo Diocesano, donde se encuentra el precioso cuadro
de 86 cm. de alto x 66 cm. de ancho.
Allí mismo, y sin agua, lo bautizó
Diego, poniéndole por nombre "Flores del Campo". Y a fe mía que el
nombre estaba acertado, pues en dicho cuadro aparece pintado con singular
maestría un frasco de EKO, o algo parecido y en él un manojo de rojos digitales
entreabiertos, mezclados con otros tallos de flores amarillas y blancas. Diego
me pidió que lo colgase en un lugar próximo a la puerta de acceso al Museo. No
lo hice, porque me pareció más indicado colgarlo en la sala de arte profana.
Allí se halla hoy, y no son pocos los visitantes que dirigen sus ojos a dicho
cuadro y una alabanza al autor del mismo.
No me gusta hacer crítica de nadie y
menos de un gran pintor como Diego de Giráldez. Pero debo manifestar que su
pintura me gusta. Es un artista genial y buen retratista de la naturaleza. Y
más que dejar volar la fantasía, como un Picasso o un Dalí, se limita a
ofrecernos sencillamente la realidad poética de las cosas cotidianas, tal como
se puede ver en "Gallos en la Feria", " Reflexiones a la
vida" o "Campesino".
Si por las obras se conocen los autores,
no dudaría en calificar a Diego de Giráldez como un hombre frío, flemático...”.
LALO VÁZQUEZ GIL. (Periodista, Escritor y
Cronista Oficial del Ayuntamiento de Vigo): “Hace algunos años- estaba yo en
Valladolid-, algunos amigos me dijeron que exponía un gallego excepcional, una
colección pictórica realista, surrealista o "casi", que no dejase de
verla y que les diese mi opinión. Un profesor vallisoletano que había dado
clases en un Instituto de Vigo, me dijo que era "onírico". Con lo que
se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que ¡era vigués! "¿lo
conoces?" "Debo conocerlo". Y enseguida añadí: "Si es, si
pinta como dices, seguro que es Diego de Giráldez".
Y lo era. Allá me fui y aunque no estaba
en la sala gozamos y comentamos su pintura filosofando y lucubrando en torno a
su obra.
La muestra era verdaderamente
excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro Gallego,
sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con amplias miras,
de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad de Felipe II.
No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una ciudad conocedora
del buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus salidas. Y aquí
menos- en Valladolid, porque todo el mundillo artístico se hizo lengua de su
buen hacer y así presumieron sus amigos y sobre todo los gallegos
vallisoletanos.
Todos los visitantes entendieron el arte
de Diego de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para hacerse
universal en ese mundo de símbolos que introduce en su obra con pinceles de
paciente pintor, de medidor, sin prisas, del tiempo, del último detalle visual
hasta alcanzar esa perfecta realidad no exenta sin embargo, de su huella
personal intencionada.
Porque el pensamiento, su sentir, sus
deseos, sus ideas, sus mensajes, sus secretos, Diego de Giráldez no los expresa
solo con sus representaciones, con la composición extraña, filosófica, a veces
tétrica o advertidora de que hay un mundo esotérico y exotérico.
Diego de Giráldez lo manifiesta también
con la exactitud de visión y de plasmación material, a propósito, situándose
fuera de la órbita de la moda algunas ya demodés, en un punto que ha querido
escoger a conciencia sin encasillamientos absoluto y en el que se mueve por
convicción.
Así, sus figuras, esos cristo
extrañamente crucificados, esos paños, esas aves, esos objetos vulgares-
enriquecidos- van más allá de la materialidad ya simbólica tópicamente si misma
y se transforman en algo más sublime porque Giráldez las conjuga y las
envuelve, invirtiendo y trastocando su significación iconográfica.
Y ahí está la dificultad para entender
la pintura de Diego en su simplicidad.
Hay en sus cuadros algo que nos
inquieta, que no llegamos a entender absolutamente...”.
Rafael Ruíz Sanchidrián. (Director del Museo
Nacional del Ferrocarril. Madrid): “En el Museo Nacional del Ferrocarril y más
concretamente, en la sede de la antigua estación de Madrid Delicias, hay un
cuadro de Diego de Giráldez. Se titula "Puente Ferroviario de
Redondela" y entró en el Museo en el año 1987.
El Museo del Ferrocarril acoge una
magnífica colección de objetos ferroviarios que van desde grandes locomotoras hasta
pequeños modelos. No es un museo de pintura, pero también tiene cuadros con
motivos diversos, entre ellos y respetando todas las opiniones, siempre me fijo
y debo reconocer que tengo más cariño por aquellos tienen motivos ferroviarios.
El ferrocarril ha sido fuente de
inspiración para muchos artistas y le ha permitido desarrollar sus inquietudes
y habilidades.
Cuando en ocasiones enseño personalmente
el Museo y comento algo sobre los cuadros, presumo del cuadro del Puente de
Redondela. Se trata de un cuadro que no es realista pero se acerca, no es
abstracto pero se aproxima y sobre todo atrae al visitante y a aquellos que
conocen Redondela o que han viajado en tren por Galicia y conocen sus puentes.
Inmediatamente lo reconocen.
En el Museo Nacional del Ferrocarril
sabemos menos de artes plásticas que de trenes, pero sí que sabemos apreciar un
buen cuadro ferroviario hecho con genialidad, cariño y que tiene algo de
misterio”.
Román Pereiro Alonso. (Comisario Museo
R.C. Celta y Presidente de la AGCA. Galicia): “En tiempos difíciles
para la pintura, en el sentido más tradicional, Diego de Giráldez, ajeno a
modas o "ismos", consigue la vigencia de su arte al situarlo en ese
espacio de yuxtaposición ideológica y obsesiva de lo real. Estamos hablando del
inventor del Realismo NAS.
El arte, entre sus múltiples formas de
expresión acoge una vez más la realidad, desde una visión personal que acepta
el mestizaje de imágenes y costumbres resultante del encuentro de dos mundos
conceptualmente antagónicos... el artista asume el pensamiento simbiótico
resultante del ruralismo- urbano y dirige su mirada en busca de la sensibilidad
y las cosas que van quedando retenidas en el tiempo. Sus cuadros son fuentes de
evocación que exponen sentimientos íntimos de la memoria. Presencias y
encuentros con las últimas ofrendas de la aldea. Diego de Giráldez es el mago
que invoca la permanencia del nombre las aves, el misterio de los objetos y los
emblemas rurales..., es eloferente de la tribu, estigmatizado para los
milagros.
Hay en la obra de Diego de Giráldez una
mística de vida y sacrificio. Una paloma, un cordero o unas gallinas recién
salidas del corral que esperan en un rincón de penumbra el momento de asumir el
protagonismo de la inmolación.
Otras veces busca en un espacio de
telas, soledad y silencio, todo el símbolismo reparador de la cultura, EL
"Agnus Dei", cubierto de rojo litúrgico, preparado para el ceremonial
del sacrificio. Igualmente dispuesto el "Cristo Hombre" (1982), uno
de sus cuadros más emblemáticos pintado con sabia ejecutoria en la cumbre de su
carrera. Un Dios, al tamaño natural de un hombre, que se resigna a un trágico
destino: Un giro de pesadumbre en la cara, arrodillado y desnudo, con los
mínimos elementos complementarios para el máximo poder evocador.
De igual modo busca Diego de Giráldez el
simbolismo en los pequeños formatos y no por su tamaño y sencillez pierden
capacidad de emocionar. Las cosas sagradas del hogar y de la tierra. Tesoros
que fueron de un mundo rural que se desvanece en la metrópoli: Un puñado de
castañas o unos huevos "morenos". Una pluma de ave que emplaza el
sentido más delicado del tacto... , o un pan sacramental sobre el impoluto paño
que lo preserva. Presencias reales reteniendo el misterio poético de una
cultura que se aleja.
Cada cuadro de Diego de Giráldez es una
ofrenda que nos remite a la memoria de la aldea. Un lugar y un tiempo, más o
menos lejanos, nos los ofrece el artista con la frescura de una sorpresa, como
un afortunado encuentro lleno de sugerencias. Diego de Giráldez dibuja sus
ofrendas envolviéndolas en una luz tamizada por la añoranza..., una luz
crepuscular; esa misteriosa e íntima luz que vibra en la proximidad de la
sombra. Así nace un recital de veladuras para alcanzar un cromatismo refinado y
contenido que soluciona con fórmulas propias, aglutinando gamas, avecinando
tonos casi idénticos, para conseguir finalmente una atmósfera cargada de
nostalgia.
Naturalezas quietas...¡No muertas! un
gallo pleno de deseos de libertad para marcar nuevamente su territorio. Unos
erizos de castaño todavía con el aroma del último otoño. Un cristal reciclado
en florero, para un fragmento de rama de manzano que en sus flores mantiene una
esperanza de vida.
Acierta Diego de Giráldez cuando
denuncia la fogacitosis urbana que hace crecer un campo de hortalizas, en
verdes desgarbados, dentro de una estrecha limitación metálica, lugares en los
que el cordero o la paloma o el gallo, se siente extraños prisioneros”.
Fernando Franco. (Periodista:
Faro de Vigo): “No sé si nació con el "de" que precede a su apellido
pero, si así no hubiera sido, bien está que se lo haya añadido y apropiado
porque le viene al pelo a su obra, esa que te traslada a tiempos de los grandes
maestros castellanos. A uno Diego de Giráldez le parece a veces un ser de otra
época caído por azar en el presente, la misma sensación que cuando entras en su
casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la báscula romana hasta el
dolsel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida y de caoba al
tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego están sus coches
sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las últimas marcas y
modelos del mercado.
Ahí tienen a un hombre tranquilo y
paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo
pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la
España toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería
en galería como en un frenético "tour" de músicos rockeros. Nadie
sabe cómo hace pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes.
A su realismo le apellidó NAS, que es
naturalismo, abstracción y surrealismo. Un galimatías que sólo a él le
pertenece, pero que nada importa cuando una obra se explica por sí sola. Sobre
el lienzo anda su universo desplegado, poesía y magia, técnica precisa, lirismo
despiadado. Que los dioses le confundan, como él parece confundir a veces a los
dioses desde las intimidades de su sonrisa inacabable”.
Dra. Cristina Fernández de Kirchner. (Presidenta
de la Nación Argentina. Buenos Aires-Argentina. Febrero de 2008):
“"El Realismo NAS de Diego de Giráldez". Las obras de Diego de
Giráldez, me resultaron de sumo buen gusto y además quiero destacar algo muy
importante: La importancia que reviste para el arte actual el innovar, crear
una nueva visión del mismo. Fusionar el naturalismo, la abstracción y el
surrealismo no puede más que auspiciar una etapa de nuevas creaciones de seguro
enriquecedoras para el mundo del arte”.
David Mourão-Ferreira. (Escritor y poeta.
Portugal): “A pintura de Diego de Giráldez é de uma maestría e de um talento
indiscutível. Nada de comum com as reproduções efectuadas por inúmeros
artífices de últimas gerações. Nos quadros de Giráldez verificam-se realidades
autónomas, ergidas pela força de um olhar e um fazer diferente e original….”.
Manuel Almeida Brandáo. (Director do
Museu de Ovar – Portugal): “Diego de Giráldez está representado no Museu de
Ovar com a obra "Gallo Rubio".
Demostra ser um artista criativo pelo
que podemos colocá-lo no grupo dos independes. Amante do mar, da paisagem ou
seja do mundo que nos rodeia.
O Realismo NAS: Naturalismo, abstracçáo
e surrealismo sáo as bases da pintura de Diego de Giráldez, sobrepondo nos seus
quadros conceitos e formas desta tendéncias.
A obra de Diego de Giráldez desperta nos
observadores uma sensaçáo de atracçáo pelos seus quadros e um grande equilíbrio
entre a sensibilidade e a técnica.
Podemos concluir que estamos perante um
artista autodidacta e excepcional, reconhecido pelas mais altas
individualidades do mundo cultural.
Manuel Jorge Pereira de Carvalho.
Director: MUSEU MILITAR DO PORTO.
Da obra pictórica de Diego de Giráldez
chega-nos o eco das exposiçóes que tem apresentado ao longo de uma vida
dedicada á expressáo plástica.
O Museu Militar do Porto tem a honra de
possuir, no seu acervo, desde 1.999, a sua pintura de título "O
Casco" a qual se enquadra tematicamente no ámbito de algumas outras obras
com cariz militar de sua autoría, como "Bota e gorra" de 1.996, ou
"Dous Soldados" de 1.997. Estas obras, aparentemente explícitas nas
suas reprensentaçoes, deixam margem para o pressentimento de leituras nas
entrelinhas.
Em "O Casco" se o rigor do
desenho é evidente, assalta-nos sobretudo a suave mas inquietante expressaó
realista em que o objecto assume um forte sentido simbólico que sugere diversas
interpretaçóes.
O capacete poisado, entrega-se á guarda
da vigilia da lua, numa paleta cromática de tons escuros, entre um terra, o
azul e o negro, de que o verde do casco se destaca. A figura humana está
ausente, mas, a sugestáo do descanso do guerreiro, confronta-se, quem sabe (?),
com uma pontencial homenagem áquele que, dando o melhor de si, em dura batalha
tombou.
A leitura da obra acentua-se até no
enquadramento de dupla moldura que valoriza o carácter honorifico que, no
conjunto, encerra um forte sentido poético”.
Ana Paula Cardoso. (Museu Municipal
Santos Rocha. Portugal): “Fundado em 1.894, o Museu Municipal Santos Rocha
integra nas suas colecçóes um importante espólio de pintura, cujo
enriquecimento se tem realizado progressivamente, com especial incidéncia nos
Anos 40-50 e 80-90 do século XX.
A súa programaçáo criteriosa tem
permitido a realizaçao de exposiçóes temporárias neste espaço museológico
portugués, procurando divulgar artes e artistas, alargando sempre que possível
os seus conteúdos museológicos, com particular interesse pela divulgaçáo de
nomes e obras de artistas ibéricos, mesmo que através do extravasar das
fronteiras nacionais.
É assim que se realiza, em 2.000, uma
exposiçáo de Diego de Giráldez neste Museu Municipal, intitulada EL realismo
"NAS". A mostra, que integrou cerca de 30 trabalhos, apresentou-se
como um conjunto admirável e revelador do seu universo artístico e da sua
intemporalidade, estabelecendo-se como um percurso pessoal pelo naturalismo,
abstraccionismo e surrealismo, resultado natural das múltiplas influéncias que
o artista angariou ao longo da sua vida.
Foi através desta exposiçáo que o Museu
Municipal Santos Rocha víu enriquecida de sobremaneira a sua colecçáo de
pintura, sendo a partir de entáo possuidor de uma obra de Diego de Giráldez,
denominada "Ella Mira"”.
Gaspar Alorda Fiol. (Director del Museo
Histórico-Militar Castillo de San Carlos): “El Museo Histórico Militar Castillo
de San Carlos posee el cuadro "Soldados en Formación", firmado por
Diego de Giráldez y fechado en 1996.
El Museo cuenta con una obra realizada
en plena madurez pictórica dentro de su proceso creativo. Tras un fértil
recorrido por tendencias naturalistas, abstractas y surrealistas, el
pontevedrés logra aunar, en un solo estilo, ingredientes tan dispares y
consigue finalmente un lenguaje pictórico realista de raigambre surrealista.
"Soldados en Formación"
destila simultáneamente equilibrio, inquietud e incluso desasosiego, como si
existiera una amenaza oculta en la mitad de la noche. Estos tres observadores
anónimos parecen enfrentarse a un destino desconocido, dentro de una atmósfera
ingrávida repleta de poesía. Tal idea vendría refrendada por la ausencia de
color, el marcado carácter escultórico derivado del claroscuro y el absoluto
protagonismo del dibujo”.
Margarida Ruas Gil Costa dos Santos. (Directora do
Gabinete de imagen e Comunicação da EPAL. Directora do Museu da Água e
presidenta de APOREM. Lisboa- Portugal): “Quando falamos do nome de Diego de
Giráldez, estamos a falar de un artista realmente singular, que transporta para
as suas telas emotividade e sensibilidade impares.
As suas pinturas representam uma outra
forma de comunicar, percorrendo-nos interiormente, transportando-nos para outra
dimenção.
A sensação de contemplar obras que fazem
inventar histórias improvistas, que deixam viajar pelo imaginário até à poesia,
que cegam momentáneamente com os seus maravilhosos jogos de luz e movimento.
Os temas que a generalidade das pinturas
invoca, falam de mistérios do quotidiano, da essència e beleza das coisas, dos
frutos, dos animais, do corpo. São trinta e quatro anos que traduzem, na
verdade, uma vida inteiramente à arte.
A contemplação da sua obra toca-nos
até... talvez ao absoluto e de certo ele é tocando no acto da criação”.
Ana García Martín. (Técnico Superior de
Arte Museo de Cáceres): “LA NOCHE, 1992. Diego de Giráldez
100 x 80 cms. La obra representa una gallina apoyada sobre un pote metálico. La
gallina está representada de perfil, en una posición de reposo, apoyada sobre
el borde del recipiente. Su plumaje, de colores claros, así como la cresta
rosácea y el pico amarillo, destacan sobre el fondo neutro oscuro en el que se
recorta la figura.
Del pote también sobresale una rama de
árbol, probablemente un níspero, con algunas hojas verdes, que ayudan a
equilibrar la composición.
La parte inferior del dibujo se muestra
en una tonalidad marrón que actúa como suelo en el que aparece una ramita
florecida y en el que apoya el pote, cuyas tres patas crean sus
correspondientes sombras alargadas, que se pierden en profundidad, ya que este
suelo marrón se va difuminando poco a poco hasta convertirse en el fondo negro
que domina la composición.
La obra se encuadra dentro del realismo
propio que define al autor. Un realismo detallista, donde se pone de manifiesto
el dominio del lápiz y del dibujo, un dibujo minucioso, como se muestra
principalmente en el plumaje y en la cabeza del ave, o en las ramas del árbol.
Un realismo que aporta delicadeza y serenidad a este bodegón, así como una
elegancia austera.
La obra está firmada y fechada en el
ángulo inferior derecho: " Diego de Giráldez / 1992"”.
Pedro Machuca Bernal. (Director del
Museo de la BRIPAC): “Diego de Giráldez es un pintor de una dilatada
trayectoria pictórica. Empezó a una edad muy temprana con el dibujo y comenzó a
destacar en la pintura en la década de los 70 con un sistema autodidacta basado
en sus experiencias en el mundo rural en el que vive, donde desarrolla nuevas
ideas que dan como resultado el nacimiento creativo de un estilo propio
denominado " Realismo NAS" ( naturalismo, abstracción y surrealismo).
En los años 1980, tras su paso por el Ejército
durante la realización de su Servicio Militar y tras los conocimientos que
adquiere sobre el mismo debido a la diversidad de unidades militares con las
que toma contacto, amplía los temas de su pintura incluyendo la temática
militar.
Una de esas unidades con las que toma
contacto durante su Servicio Militar es la Brigada Paracaidista, Unidad
que conoce durante la realización de un ejercicio en San Gregorio (Zaragoza) y
que incluye lanzamientos paracaidistas. Quizás sea este el origen de la obra
que hoy está en el Museo de la BRIPAC pintada, en el año 1997 y
titulada " Suministros desde el aire, Paracaidistas".
Esta obra representa uno de los
conceptos fundamentales de las operaciones de apoyo a este tipo de fuerzas.
El abastecimiento aéreo es, en la más
pura de las operaciones paracaidistas, el cordón umbilical que aporta todo lo
necesario para que nuestras fuerzas puedan seguir desempeñando la función hasta
alcanzar los objetivos señalados en la misión.
Sin conocer exactamente que es lo que
bulle en la mente del autor a la hora de plasmar un pensamiento en imagen, no
hay ninguna duda de que en esta obra se observa claramente el simbolismo de
este concepto militar.
Sobre un fondo negro (un futuro sin
provisiones) se ilumina un paracaídas con su maná, mientras un soldado observa
esperanzado la llegada de aquellos suministros que le deben de llevar a la
victoria.
Curiosamente, esta obra ostenta en su
concepción la representación de los dos símbolos más representativos de nuestra
Unidad.
El primero de ellos es de color negro
que representa nuestra herencia legionaria y que ha quedado simbolizado para
siempre en el binomio BOINA NEGRA= PARACAIDISTA. El segundo símbolo es el
paracaídas, representación de nuestra forma de llegar al combate y segunda
parte del binomio antes mencionado.
El soldado, sin duda alguna, parte
fundamental de los acontecimientos representa la igualdad en el salto, al no
haber diferencias entre el general y el último de nuestros CLP, s. (Caballero
Legionario Paracaidista, denominación que se recibe al ingresar en la
BRIPAC una vez finalizado el curso paracaidista) a la hora de enfrentarnos
a la incertidumbre del salto.
La simplicidad gráfica de la obra
también representa la teórica simplicidad del combate paracaidista. Un combate
al que se enfrenta únicamente con lo que puede portar y con lo que puede ser
abastecido a través de los "Suministros desde el aire"”.
Sergio Mourâo. (Crítico de
Arte, Universidade do Porto e Crítico de O Primeiro de Jornais. Portugal):
“...A pintura de Giráldez, enquadra-se num "realismo" expressivo,
cheo de pesquisas e sugestoes. No dominio pictórico e naturalista, nota-se
intencionalidade, personalidade e factura. Elementos essenciais que definen uma
pintura...
.........Este "realismo"
expressivo e de cariz romántico traduze simultaneamente a realidade que o
artista tem diante dos olhos e aquela que potencia a sua mente...
.........Diego de Giráldez apresenta
varias composiçoes de subtil concepçao, polarizando, a vitalidade das coisas e
dos seres, trespassada de memórias seculares, por isso mesmo ligada ao
tradicionalismo do mundo rural...
Os trabalhos de Giráldez convidam o
espectador à reflexao. O pendor quase mítico da sua pintura transparece nas
bolas de cristal evidenciando o espaço e o vazio como uma interrogativa
carregada de significados... As suas cores possuem variaçoes timbricas e
envolvimentos de uma plasticidade etérea.
O transito singular para uma pintura
fiel a realidade exterior, mas carregada de interioridade, representa o
substrato " referencial" que assinala a corporalidade enigmática, com
carisma e dimençao adequada as realidades de nosso tempo, onde o regresso
indispensável à ecologia das coisas e dos seres e a ponte que nos afasta da
angustia exaltante que é o turbilhâo computorizado e complexo da vida
urbana...”.
José González Ortiz (Escritor,
Crítico de arte, Miembro de la AECA y AICA y Director del Museo de
Ciudad Real):
Surge un gallo entre el viento,
y Diego de Giráldez lo atrapa con su pincel.
Con él, crea un espacio plástico,
un poema lírico, donde levitan las
burbujas
y se corporean los espíritus de las
cosas
que antes se desvanecían
en las intermitencias de su memoria.
El gallo invita a otros gallos,
a las mazorcas de maíz,
a los peces, a un perro, un cristo...,
para que todos conformen y generen
un cosmos dentro del lienzo.
¡Quizás, un cuento! En el que Diego
narra su
historia,
el sueño que palpita nervioso en la
punta de
sus dedos.
Diego materializa en el aire
los gallos que le arrullan en sus
noches,
a las palomas que se embriagan con el
arco iris,
a los seres queridos que pueblan los
latidos de
su corazón
la magia de sus pinturas
siembran de sugerencias el paso breve de
la vida,
y adornan de colores e imágenes,
el análisis, a veces frío y seco de la
razón.
PEDRO ARDÁ LUBEIRA (Diputación de
Pontevedra).
La obra Diego de Giráldez, ya
ampliamente conocida y comentada en todo el mundo artístico gallego, español e
internacionalmente, no deja de darnos cada día nuevas impresiones y por
supuesto nuevas satisfacciones. Al impresionante dominio del dibujo se le une
su gran invención, la aportación de un nuevo estilo al mundo del arte, el
Realismo NAS que es para mí una conjugación perfecta de tres elementos que nos
da una nueva visión del Arte.
César José Mera Rodriguez. (Senador y Alcalde
de A Cañiza, Pontevedra): “En la Villa de A Cañiza, flanqueada por
los montes del Paradanta y del Pedroso, nace el pintor Diego de Giráldez y
seguramente pudo influir en su particular forma de pintar su entorno rural y
natural. Considerado por los expertos como un inimitable artista, retratista de
la naturaleza, ofrece la realidad de lo cotidiano con total sencillez, sin
adorno, recurriendo a los mínimos elementos plásticos, aportando a sus obras
una clara visión del mundo natural. Sus obras no dejan al observador impasible,
siempre desconciertan.
Diego ha recorrido gran número de
ciudades de varios países, de los distintos continente, en los que, como
sabemos, es reconocido al tiempo que está representado en más de un centenar de
museos de todo el mundo. En su andadura profesional y personal siempre ha
llevado el nombre de A Cañiza, Vigo, Pontevedra y Galicia, por el mundo, algo
que agradecemos profundamente.
Además quiero aprovechar esta
oportunidad para expresar mi satisfacción personal, así como la de mis
convecinos, por compartir esta hermosa Villa con un artista de cualidades tan
excepcionales, un artista que alcanzó hace ya tiempo un merecido lugar dentro
de la pintura contemporánea española. Su interés por la anatomía y el hecho de
ser el creador del Realismo NAS, que el artista traduce como su particular
fusión entre el naturalismo, abstracción y surrealismo, avalaron su ascenso a
la primera línea de los pintores de este siglo XXI.
Como Alcalde y vecino de Diego me
resulta difícil ofrecer una opinión objetiva sobre el hombre y el artísta
porque estoy gratamente condicionado, pero son muchas las voces que se han
pronunciado sobre la trayectoria profesional y pictórica de Diego de Giráldez y
sobre su prolífera obra que podrán admirar en su Museo monográfico que tiene su
sede en la Villa, desde 2007, para orgullo de todos los cañicenses y para
recreo de todos los amantes del arte”.
JOSÉ MANUEL BARROS. (Vicepresidente
de la Excma. Diputación de Pontevedra y Alcalde de Porriño): “DIEGO
DE GIRALDEZ. Sus obras, a las que dedicó sus mejores años han conseguido la
pureza, la brillantez, la delicada sensualidad y la sensibilidad del mensaje
con lo que logra despertarnos de los sentimientos más profundos, y que son
motivos sobrados para colmar la realización personal y profesional del artista,
así como para satisfacer las apetencias de quién quiera ser feliz poseedor de
una buena pintura.
Diego de Giráldez, vive para el arte y
triunfa con el Realismo " NAS ", conjugar el naturalismo, la
abstracción y el surrealismo no es tarea fácil, sin embargo Diego lo logra con
una perfección que deja atónitos a los estudiosos, profesionales y críticos de
arte.
La obra de Diego de Giráldez, desde mi
modesta condición de admirador de las Bellas Artes y más concretamente de la
pintura, en sus más de 300 exposiciones individuales con las que ha recorrido
todo el mundo, despierta en el espectador una sensación de atracción hacia sus
cuadros. Contemplando cuidadosamente la calidad atractiva, se aprecian
sensaciones que van más allá de estar admirando una obra pictórica. Algo que lo
ha consolidado y encumbrado como un gran maestro del arte contemporáneo”.
INTERVENCIÓN DEL PINTOR DIEGO DE
GIRÁLDEZ, EN EL PALAIS BEAUMONT. FRANCIA:
"Mon art
veut être de l´art, surtout et avant tout.
Les sensations, les situations, les
images que je traite démontrent la valeur des objets.
Les qualités, la plasticité, un certain
symbolisme aussi, une réalité parfois fabulatrice. Le Réalisme NAS".
Colmena. “EL MUNDO DE LOS
MISTERIOS DE DIEGO DE GIRÁLDEZ -REALISMO POÉTICO. Naturaleza viva y muerta
utilizada con intenciones surrealistas, un universo personal y fascinante con
la poesía como trasfondo temático, componen las creaciones que el pintor Diego
de Giráldez. La obra de este artista merece capítulo a parte en la pintura
española contemporánea dentro del llamado realismo poético. Una tendencia
intimista y onírica de la realidad en la que la falta de luz del entorno de las
escenas contrasta con la luminosidad de los objetos e imágenes que conforman la
obra”.
Avelino Antón. “LA PINTURA
INTELECTUAL DE DIEGO DE GIRÁLDEZ EN GUADALAJARA. Significativa muestra de
la obra pictórica del artista Diego de Giráldez, de gran originalidad y estilo.
Su estilo denominado "Realismo
NAS" - naturaleza, abstracción y surrealismo -. Su temática general se
divide en rural, intelectual y religiosa, pero en ésta exposición predomina la
rural, con títulos afines: "Cabeza de gallo ", "Flor del peral
", " las Manzanas", " Membrillo", "Equilibrio de
la naturaleza en su retorcimiento", "Frutas ", etc. inspiradas
en plena naturaleza y que define su apasionamiento por la misma.
La obra de Diego de Giráldez, es muy
conocida a niveles de toda España e internacionalmente, pues esta representado
en más de 140 museos de diversos países, incluso uno en el municipio de su
villa natal. Así mismo está representado en numerosos museos de Portugal y
resto del mundo.
En la exposición de Guadalajara, se
puede captar esa sorprendente técnica mixta que utiliza en sus obras llenas de
simbolismo y misterio, pero siempre sugerentes de belleza y armonía”.
Diego Giraldez. Por Antonio Montero (Gestor Cultural
y Presidente de la Fundación WFF): “Que decir del Artista Diego de
Giraldez, bastaría con decir que como a todos nuestros artistas que pueden
destacar por algo, o hacer sombra sin pertenecer a la clase de Elite. Es un
artista consumado, es un clásico de la pintura y la escultura que brilla por su
propio nombre.
Pero cuando uno comienza a ver su obra
colgada en los principales Museos Nacionales y Extranjeros, el interés va en
aumento y muchos se empiezan a preocupar todavía más y aparece el Odio
visceral, callado y corrosivo, aflorando los comentarios despectivos. Pero la
obra de Diego permanece majestuosa y soporta las críticas mas despectivas de
sus propios compañeros o de aquellos críticos que difícilmente son capaces de
disfrutar del placer de pintar y sin embargo disfrutan del Arte crítico.
Diego es un pintor excelente digno de un
país que se precie de la Marca Galicia y de grandes genios de la
pintura.
Yo recuerdo sus primeras exposiciones
donde me declaré manifiesto seguidor de su obra. Pero no podría compararlo con
Velázquez ni con Goya o con el gallego Puga, puesto que Diego de Giráldez tiene
y tendrá su propia escuela. Ya actualmente se le atribuye la creación del
movimiento N.A.S., pero en los próximos 100 años, cuando todos nosotros seamos
calvos, nuestros sucesores en la Tierra organizarán debates y
conferencias ilustradas con las mas avanzadas técnicas de espectrografía, de
Rayos y de Escanners, para saber si su pintura pertenece a la escuela o es
contemporánea de…
Puedo asegurar que el dominio de la
técnica de Diego solamente se logra con horas de dedicación y maestría en el
manejo de los pinceles y en la preparación de los pigmentos y óleos, esa es su
principal maestría, junto con el trabajo, la constancia y la seguridad en si
mismo.
Dicen los expertos en formación que la
maestría en un oficio se alcanza cuando se superan las 2.200 horas de trabajo
constante, pues bien Diego supera ampliamente las 22.000 horas, por lo que le
corresponde un aprobado amplio en ese Master de las Bellas Artes en pintura con
la hoy reconocida técnica N.A.S.
Me preguntaba yo, ingenuamente, si
nuestra facultad de Bellas Artes en Pontevedra había invitado a Diego de
Giráldez a la realización de algún taller o tipo de clase práctica sobre su
obra. Ya no digo a invitarle a que se creara una Cátedra, conjuntamente con su
Fundación, para ir creando Escuela y tal vez Oficio sugiriendo en los alumnos
que no solamente existe el Arte Contemporáneo tal y como puede ser la obra de
Tapies, de Jorge Castillo, de tantos autores contemporáneos, sino que también
existen referencias como la de su Obra. Circunstancia que yo personalmente
considero que debería ser propicia para una Escuela de BB.AA. y de la que Diego
de Giráldez debería ser merecedor.
Yo propondré a las partes la preparación
de unos estajes de estudiantes de BB. AA en los estudios de Diego de Giráldez,
con alumnos interesados en su técnica.
Es de resaltar en la vida profesional de
Diego de Giráldez la presencia y los encargos de su obra para lugares tan poco
frecuentes como para el Vaticano, en clara competencia con artistas
extranjeros. Espero que su Casa Museo, de A Cañiza, se confirme en un Centro de
difusión y de creatividad a nivel Internacional con un marchamo y una Calidad
Made in Galicia”