miércoles, 28 de marzo de 2018

Crítica de Arte sobre Diego de Giráldez


Crítica de Arte sobre Diego de Giráldez



Se recogen algunos fragmentos de escritos, artículos, críticas de arte y bibliografía, realizados por importantes plumas del mundo de la cultura sobre Diego de Giráldez, durante su carrera artística.


Xosé Francisco Armesto Faginas (Periodista. Director de la Universidad Popular de Vigo): “Alvaro Cunqueiro, en tanta cousas mestre, que tivo tamén moito de neno grande, foi un dos primeiros que celebrou a pintura de Diego Giráldez. Atopo moitas cousas en común entre ámbolos dous, por exemplo -algo non cativo- o amor polas pequenas cousas, a ledicia, poño por caso, ó sentir o canto dun paxaro ou dun galo, coma quen escoita a voz do mestre solista dun gran coro...”


Álvaro Cunqueiro (Escritor y Poéta): “Para ser pintor, hai que nacer, hai que soñar durante moito tempo, hai que atopar un estilo coma él, non son os mais listos, os licenciados, os que o atopan, algunhas veces son caseque nenos como Diego que saben de labregos, de ovellas e carneiros, de carballeiras e capóns -eses galos de crestas vermellas que matan o basilisco-, desas alaceas e lareiras, desas froitas que se lle poden adiviñar os vermes dentro. Eu para ver os seus bodegóns non teño que haber xantado. Teño que vir en aiunas, e daquela poido carregar o meu maxín da poesía que emanan...”


Ramón Piñeiro: “Diego pertence a ese eido artístico dós novos pintores Galegos que por vocación e con grande entusiasmo e sensibilidade están levando o nome de Galiza polo mundo. Neste caso cunha visión propia e orixinal asentada no dominio do debuxo e nunha composición diferente”.


A.M. Campoy (Crítico de Arte): “Diego de Giráldez, severo y apolíneo, artista de la contemplación de la naturaleza, ha traído al arte moderno español un vigor y una nueva sensibilidad, con este Realismo NAS, que es posible que no tenga comparación en el arte de los últimos años. No es posible confundir sus bodegones, sus paisajes, sus mujeres o atribuir a otros sus espléndidos retratos, …. Su excelente arte está fundamentado en un dibujo prodigioso y realizado siempre en una materia muy rica y diferente, con base en el pastel”.

J. de Castro Arines (Crítico de Arte): “¿Que decir de nuestro gallego, Diego de Giráldez?, Diego es el hombre que le pone corazón, alma y misterio y soledad y silencio que se transforma en humano, a su obra en la que se respira poesía, talento creador, del alma creadora. Y digo que se respira poesía, hay poesía, mucha poesía, que no surge tan sólo de la severidad del color, de la que tanto gusta Diego de Giráldez, sino también del mundo espiritual. Pero también hay drama en esos rostros de labriegos; cuánta tensión expresan, cuanta idealización o esencialización del drama. Hay tristeza, hay soledad y silencio, ¡Lo hay, también, pongo pro ejemplo, en algunos cuadros de esas ovejas de ojos tristísimos!, donde parecen saber el destino amargo que engendra su propia naturaleza. Eso también está pintado, captado por el color y por la técnica e intuición del pintor, de este pintor que, sin hacer grandes alardes, va más allá del mundo que el pincel puede abarcar en el terreno de su materia propia, la del color y de la forma, porque Diego de Giráldez es un pintor trascendente que dejará huella no sólo en nuestra tierra gallega”.


Camón Aznar (Crítico de Arte): “Este jovencísimo autor, Diego de Giráldez, tiene una faceta poco tratada, profunda, como interprete del misticismo católico, con temas de misterios e historia de la religión, tratados con aguda observación de la realidad actual que algún día serán objeto de comentarios más extensos, que los habrá, e incluso me atrevería a decir que posiblemente ejerzan influencia sobre el arte moderno y este incipiente y diferenciado realismo que ya hoy le eleva y clasifica entre los primeros nombres de los maestros del realismo español contemporáneo. Su pintura habla un lenguaje místico y cuenta con un gran dominio del color y el dibujo”.


Xosé Filgueira Valverde (Escritor): “Din algúns que este pintor e un mestre que deprendeu o oficio dende pequeno, que sabe como manexar o pincel, o lápiz e a paleta. Eu vexo unha obra coma as mellores da nosa terra: clara, limpa, con esa luz -Luz a nai, Luz a aboa- da nosa vida labrega...”


Francisco Fernández de Riego (Escritor y Presidente de la Real Academia Gallega - 1998): “A pintura de Diego de Giráldez…. é o resultado, nun principio, dalgúns cambios que en común posúen esa indagación interior a través da perfección técnica. A súa vontade de estilo como pai do Realismo NAS apóiase nos dous alicerces, social e estético, imprescindibles nunha arte comprometida co espazo/tempo que ao artista tocoulle vivir en Galicia e España en particular e en distintos movementos artísticos no mundo en xeral; coas súas xentes, os seus problemas, o seu pasado histórico e cultural. Unha conxunción artística que lle aproxima e relaciona dalgunha maneira, desde o pictórico, a ese realismo social-galego concibido a tempo polos narradores galegos que eloxiaron a súa arte: Álvaro Cunqueiro, Antón Fraguas, Carlos Casares, Filgueira Valverde, García-Sabell,...”


Camilo José Cela (Escritor. Premio Nobel): “Gallego universal … Diego de Giráldez pinta labradores curtidos por el sol, ovejas y corderos que atienden a pastores que vociferan, a gallinas y gallos que se expresan a través de la profunda mirada. Diego de Giráldez, artista constante y consecuente, se expresa como español y, al hacerlo así, como ese gallego que lleva dentro, como hombre de las montañas –leal consigo mismo y con su infancia-, donde nació, y dentro de ese estilo propio, su invento, el realismo NAS. Pinta con carboncillo, pastel, óleo o acuarela, con pincel o con los mismos dedos, aquello que visto con los ojos y transformado por la mente de su realidad -realidad que vive fuera de la percepción sensorial- lo convierte en un realismo que se adivina, en un surrealismo aparente, al mismo tiempo que inquietante y misterioso. Porque Diego de Giráldez, como hemos podido ver en su prolífera obra, con su realismo NAS, supera lo natural pero no lo deshecha, lo abstracto y el mismo surrealismo para refundirlo todo en la culminación de su obra.

Este gallego universal es un hombre sencillo que cuenta, con sus manos y pinceles, sobre inquietantes lienzos, en su mundo artístico, las cosas como las ve él, el mundo que pasa ante sus ojos para ser taladrado, escrutado y adivinado, con un estilo propio,  que no se pudo encasillar. Nuestro pintor ha sabido, lo repito una vez más, crear un estilo propio, no ciñéndose a caer en los modismos abundantes en el mundo artístico actual, en esa negra y artificiosa sima del lugar común”.


Gonzalo Torrente Ballester. (Escritor): “Diego de Giráldez, coleccionista de balanzas, radios, gramófonos, ….., coches antiguos y gran comedor de sardinas, es, para muchos críticos un realista o un surrealista……. Veo en su obra integrar el cambio sustancial de estos finales de los años setenta, recogiendo fielmente las consecuencias de los efectos de las transformaciones sociales de la postransición, las nuevas relaciones entre los individuos de diversas culturas, religiones y áreas geográficas que cambiaron la percepción de lo “real”. Todo ello adecerado con pizcas de su tierra natal.

Es en este contexto donde Diego de Giráldez crea su, como él le denomina, Realismo NAS y una visión global del mundo, ofreciendo imágenes de visiones oníricas, reconocidas de inmediato, al mismo tiempo que improbables en la realidad de lo cotidiano. Diego de Giráldez es diferente, no es Benjamín Palencia o Salvador Dalí, …., pongo por caso. Diego es otra cosa y en su mensaje nos pudiera llevar, en una primera contemplación de su obra, a que se confunda, erróneamente, con visiones de fantasía”.


Carlos Casares (Escritor y Presidente do Consello da Cultura Galega): “Teño seguido con atención a súa obra, hoxe coñecida e valorada tanto dentro como fóra de Galicia. En Diego de Giráldez coinciden a realidade representada e a forma en que se representa, podemos falar de acerto expresivo. O pintor é dono do seu mundo e da súa obra. Estou convencido de que Diego de Giráldez chegou a ese estadio e que agora pinta con máis liberdade. É a liberdade que a un creador lle da sempre a seguridade na utilización dunha técnica que emprega con naturalidade...”

Domingo García-Sabell (Académico de número de la Real Academia Gallega. Escritor. Ex–delegado del gobierno en Galicia): “Diego de Giráldez, no seu esforzo creador, chouta por riba das categorías plásticas establecidas...”

Antón Fraguas (Cronista Oficial de Galicia, Presidente del Patronato del Museo do Pobo Galego): “O pintor e xenial artista, Diego de Giráldez, vai interpretando os diferentes momentos do ano ós que Don Ramón Otero Pedraio deu o seu valor xeográfico... O artista, este pintor, ten un espírito tan altamente creador que fixa as súas obras no máis fino realismo...”

Antón Castro (Crítico de Arte y profesor de Arte Contemporáneo de la Universidad de Vigo): “Sin lugar a dudas, Diego de Giráldez es ya, y por derecho propio, uno de los grandes pintores de la realidad que bebe en el ancestro poético de tintes bucólicos”

Xavier Costa Clavell (Periodista, escritor): “CREATIVIDAD Y ESTILO EN LA PINTURA DE GIRÁLDEZ. Como dijo Picasso, Giráldez no busca, sino que encuentra, y los hallazgos se proyectan en las superficies pintadas con un sello propio, algo que sólo está al alcance de los auténticos creadores. No deja de ser cierto lo que afirma Francisco de Pablos: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. También estoy de acuerdo con lo que dice Santiago Amón: “Diego de Giráldez sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Un poeta escribió aludiendo a la obra del pintor: “Te confunde, amigo mío, / quien te llama realista...”. Cierto, porque la pintura de Giráldez es siempre algo vivo y lleno de misterio. El de la creación”.

Jordi Soletura (Ministro de Cultura): “Felicito a Diego de Giráldez por su valiosa y maravillosa obra que tiene en el Museo de Cuenca y que hace unos días tuve el placer de visitar… Ese genuino realismo. Esa invención suya, que denominan NAS, hace que nuestro pintor se sitúe en el interés de las mejores plumas y de los museos más importantes”.


Francisco Pablos (crítico de arte y miembro de la Academia de Bellas Artes): “En la pintura de Diego de Giraldez, en las naturalezas muertas, el consigue la vida, la perennidad, la trascendencia. Surge y se impone lo inquietante. Lo común se mayusculiza, hasta lo anodino cobra importancia. Un cacharro, cualquier enser del ajuar doméstico es él, el único, el irrepetible. Es don cacharro y acaso hasta el excelentísimo señor cacharro. Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza misma, y su capacidad de trascender su inmediata apariencia, su realidad concreta, han hecho de su obra un capítulo aparte en la pintura española contemporánea. Ahora goza de admiración y respeto internacional. La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. Sú pintura es única, irrepetible, capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible sensación de uno de sus cuadros”.

Ramón Faraldo (Crítico de Arte. Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte): “El Cristo-Hombre de Diego de Giráldez”: Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí. Tú lo has visto Diego. La aldea, el largo invierno. La hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la materia bondadosa que nos da techo y calor. Todos los árboles de la tierra deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente a nuestro servicio”.

DIEGO DE GIRÁLDEZ Y SUS RETABLOS.- POR RAMON FARALDO. (MADRID): “Hay pintores de cuadros que pintan ideas, véase Dalí. Otros, aforismos, quizás Bosco. Otros sentencias de muerte, como Goya, que en paz descanse, aunque lo dudo. Para Picasso, pintar era caer en el vacío, pero cuando uno es Picasso, puede hundirse en el vacío y arrancarle guitarras, manzanas, Guernicas, Minotauros, y hasta palomas de la paz y de la guerra.
Diego de Giráldez, su entorno, esa villa artillada de caballos y versos de Guillade, Enríquez y Ferreiro, es un poco todo aquello, idea, aforismo y sentencias sumarísimas pero algo más o algo menos, Giráldez sabe que, a la sazón, no basta con pintar más, ni mejor, ni peor. El tiempo en que vivimos- o morimos -reclama asombro, estupor, sorpresa, maravillamiento, intriga, lo que en cine llaman "suspense", lo que Rimbaud auguró "millón de aves de oro. ¡Oh futuro vigor!", y las gentes menos versadas denominan escalofrío, sortilegio o brujería, o "epater les bourgeois", o dejarnos boquiabiertos, persuadidos de que en el cuadro ocurre algo insólito, veraz, racional, enloquecedor, actual, ancestral; pero que, como, desde, donde, qué orilla anacreóntica donde antaño vivimos o donde algún día señalado viviremos.

Hasta hoy, mi pretendido amigo, el "Cristo-Hombre" parece ser compendio y "suma y sigue" de su trabajo. Usted mismo nos lo explica a su manera, ¡adelante: "graznando rompí el cristal, y te ví, y te pinté -maderas, cristal, ligaduras, tierras quemadas, piel quemada por los golpes de sol y de trabajo, donde la piedra de la calle rompe y la noche entreabierta, conjunto de colores acechantes que se apodera de mi y me posee con su cara de luces...-. Más que una explicación de su cuadro, es su cuadro mismo el que se explica como quiere, o, mejor, como puede. La pintura no habla, pero se hace escuchar.
Decía Robert Hughes, controvertido crítico de arte, admirador de Goya y enamorado de Barcelona: “Diego de Giráldez, al igual que Goya, es un pintor para el mundo. Se ocupó, visto el cuadro del Cristo-Hombre, de una nueva visión de la crucifixión algo que fue capaz de crear con éxito a través de lo que se denomina Realismo NAS y que nos da ciertas esperanzas dentro de las pobres expectativas del arte  que hemos vivido en los últimos años. En este cuadro el autor se convierte, otra vez al igual que Goya, en uno de los pocos grandes pintores del dolor, en este caso psíquico; de las humillaciones –la figura de rodillas- y de la absolución de la masa arbórea terrestre a través de esa cruz inofensiva. La pintura de Diego de Giráldez abre un nuevo camino en el arte contemporáneo”.

Permítame el famoso Hughes, practicante  que fue de la pintura y la poesía –cuando estaba enrolado en el Movimiento The Push, formado por artistas, escritores, intelectuales y bebedores australianos-, hoy influyente crítico de arte y escritor con gran capacidad narrativa, decirle que este Hombre-Cristo es más hombre que Dios, más usted o yo, o aquel, o ese que anda por la calle, o ese que regresa a su casa hastiado y supliciado por un quehacer que detesta, una compañera que le incomprende, una ciudad que se encoge de hombros, y otros etcéteras igualmente sombríos. Es la iconografía del bípedo-racional-más o menos racional, quizás menos-del siglo este, de los innumerables Babbits contemporáneos, rodeados de tiniebla como en su retablo, con el signo secreto de una cruz que es más bien una espada, unas ataduras menos perceptibles, pero menos vulnerables que las de su obra, desnudo, supliciado, aherrojado, cireanico, democratizado por cuanto le victimia, y sin otra esperanza que verse perpetuado en un cuadro como el suyo que no equivale ni promete paraísos, ni le emplaza al Este del Edén, pero le asegura un Testimonio perdurable de que las Catacumbas, de la Inquisición y de las ejecuciones en piras ardientes, guillotina o garrote. Después de Hiro-Shima, Dachau, las checas y los carros de gas, postulados más crueles de "lo que fue" resultan apiadables ante lo que acaba de ser y puede volver a ser. Hasta el apocalipsis se nos antoja una solución retalitivamente burguesa, pero una solución al fin y al cabo (...)
En contraste con la substancia y acento de la obra pintada, su vida es un ejemplo de existencialismo casi frenético. La negativa explícita de cualquier resignación frente a la fatalidad y al trámite protocolario del fin.
Ya sabemos que somos mortales. Obvia sublevarse contra esta condición. Consumir nuestro transcurso terrestre compadeciéndola y compadeciéndonos. Su juventud, sus desplazamientos incesantes, sus incontables exposiciones, son el indicativo activísimo de un ser que quiere seguir siendo. Usted, Diego de Giráldez, con un acta bautismal tan comprometida para un pintor como llamarse Diego, después del otro Diego, aquel rey Lear de la pintura de hoy, de ayer, de siempre, ha leído y comprendido al inolvidable Machado -muerto en Argeles a unos metros de mi modesta persona- "Caminante no hay camino. Se hace camino al andar"- Usted anda, usted puede, y debe, llegar. No sé a donde, pero seguramente a alguna parte. Seguramente a su propio y victorioso destino”.

RAMÓN FARALDO.(Crítico de Arte. Miembro de la Asociación Española de Críticos de Arte. Madrid): En el libro “DIEGO DE GIRALDEZ: UN PINTOR INTELECTUAL”.

Llueve, llueve sobre Finisterre. Tampoco falta el verde venenoso del relámpago.
Pero es igual.
Aunque cierto arcángel sonase las trompetas del juicio final, él seguirá ante su caballete impávido dando nacencia a una fe, a una metafísica o mitología celeste a veces, purgatorial casi siempre.
Tus temas son el apoyo
de una búsqueda infinita,
de una pasión de distancia
de misterio de conquista.
También las aves se apoyan
antes de iniciar sus giras
de este mundo al de los astros
de esta orilla a la otra orilla
de nuestros breves islotes
a las más lejanas islas.
Llueve, llueve sobre Finisterre. Violentamente, ferozmente y mi casa se incendia, y tú sigues, aunque revienten cielos y tierras. Porque para ti
El mundo duerme. Tu pintas
a golpe de sombra y nieve,
de cerezas y de espinas,
de clavos, cuerdas, maderas
de tu sangre y tus caricias
esas cruces como espadas.
No sólo del que sufría:
la de tantos victimados,
por el siglo de Hiro-Shima.
Pero ¿de donde, cómo, de qué entrañas misteriosas surges tú? Étnicamente, menudo, con tus delicadas manos, tu perfil entre druida y hebraico, tu incesante movilidad-Santander, Soria, Barcelona, Lugo, París, Lisboa. Geográficamente de La Cañiza, esa especie de cráter gigantesco, lugar de leñadores, madereros, pastores, con sus piedras violetas, su fronda en cuyos nocturnos nevados o estivales, parecen escucharse aún las voces de Curros Enriquez, Juan Guillade y Macías el Enamorado, si en aquellas laderas perfumadas de arándanos de fresa, de malvarrosa, todo vegetal, mineral y humano, parece trepar hacia la altura, no puede originarse, empujarse, izarse tu ansia de vuelo, de soledad, de ver este purgatorio este infierno de vida en el que existimos los que no nos llamamos Diego de Giráldez, ni nacimos, como tu, al Este de Edén.
(Sigue lloviendo y el viento nos amenaza con su aullido y su imprecación insultante)
Después de todo:
"Creer o creer no importa".
También el arte agoniza
y renace, cada aurora,
de entre sus propias cenizas.
Y tus frutos, que semejan
estatuas de las semillas,
alentados monumentos
de cosechas y vendimias,
no sepulcros, no requiens,
himnos de vida.
Porque el peligro, pintor
no se llama olvido, no
se llama melancolía.
Tú los sabes bien, Giráldez,
no es preciso que lo diga.
¡Si hasta tus dulces abuelas
parecen trozos de encima
y se hacen llamar de ti
cómo personas queridas!
y así tantísimas cosas
de desván o buhardilla,
dolientemente olvidadas
dolientemente marchitas
" que tu amor rejuvenece, resucita,
desde las piedras desnudas
a nuestras manos vacías".
Dime quién eres, Giráldez.
No cabizbajo, ni de rodillas
sino de pie y sin rubor
honrando tu dinastía,
tu linaje, y esos montes
soberbios de tu Cañiza.
¿De dónde llegas pintor?
Hay, antes de ésta, otra vida,
¿qué fuiste en aquella?, Amigo.
¿Legionario o alquimista?
¿Hombre de ciencia o espada,
buscador de maravillas
de filtros o de tesoros.
Por ciertas tierras perdidas?
¿Hechicero de una tribu
allá en las lejanas Indias,
o quizá gran oficiante
de algún enclave celtíbero,
antaño nido de águilas,
hoy sólo nido de mirlos.

Diego de Giráldez, deja que el tiempo duerma, porque el arte no duerme jamás.
Tus bodegones. Mimbres, espigas, hortalizas. Aquel inolvidable serafín del corral, que vi en tu exposición de antaño, pero que no he olvidado. No lo que ve cualquiera sino lo que ves tú solo. Aquella mesa hipnótica. Tu horticultura, y ese plano nocturno que los envuelve, no es una tiniebla, es una aurora de tu invención exclusivamente tuya, en la que seguirán perfumando, eternamente verdes.

¿Y los retratos? ¿De que? No son tales retratos, son historias, figuras fisinomizadas, crónicas con pómulos y con ojos de viejos Druidas, que en tus obras, parecen saber más de nosotros que nosotros de ellos.
No hablan, luego no pueden insultar. No se mueven, luego no pueden lastimar. Ahí están enseñándonos lo que es saber callar.
El misterio crece, y se agiganta. Inútil preguntar. No hablas de nadie que pudo enseñarte algo, pues todo lo que te enseñaron sólo te sirvió para olvidarlo.

¿Y aquel Cristo hombre? ¿Quién es? ¿Aquel que murió junto al Eufrates, o una víctimade Dachan o de Argeles como Antonio Machado, de los gases nazis o de las checas siberianas? ¿El símbolo de todo? El yo acuso o quizás el yo perdono de tanta maldad disfrazada de criatura. Para cualquiera, esa y otras plastificaciones más recientes como "Reflexión a la vida " que a mi me hacen oír aquellas coplas de comendador " recuerde el alma dormida, olvide el sexo y despierte, contemplando como se pasa la vida ". "El pavor de partir ", sobre el dramático éxodo de ultramar de tantos hermanos que una vez bajo la estrella austral sufren de la partida. ¿Y por qué no ha de ser así? Y tantas, tantas preguntas, cuya respuesta es siempre clara y esperanzadora.

Te confunde, amigo mío,
quien te llama realista
si no fueses más que eso
yo estaría en otra silla.
¿Qué viene hacer aquí Balthus,
Woringer y otros escribas?
¿A quién te pareces tú?
A nadie, que yo conciba.
Tú te pareces a ti.
La libertad es tu insignia.
Si te dicen bodegón
tú podrás decir mentira.
"Tu bodegón es la piel,
tu alma, filosofía,
sobre un cierto infinito,
una magnitud estelar;
aquel "Futuro Vigor "
aquellas locas floridas
que vislumbró aquel poeta
ave del norte perdida
que viajó hasta el infierno
y nos trajo su misiva.
Si te dicen que retrato,
tu eres más que retratista
tu investigas en tu rostro
aquello que comunica
una frente con su estrella
unos ojos con su prisma
de eternidad, de destino
de infierno o de eucaristía.
Tu buscas en lo que muere,
el aura, la siempre viva
que detrás de cada ser
le dá derecho a ser algo,
algo más que ceniza.
Y los paisajes igual.
Tu serena ortografía
los convierte en testamento,
en cosa jamás marchita,
que ni el fuego, ni la chispa
del rayo, ni la desidia
de pastores pisteros
podrán destruir jamás,
como asunto que se olvida.
¿Me engaño Diego de Giráldez?
¿No es esto lo que te intriga?
Un poco más, y termino
esta larga pesquisa.
Quizás el cuerpo del silencio
y su larga teoría
de lugares y de razas
de siervos, de jerarquías,
te hacen soñar, cada aurora
en trazar su estatua viva
su pintada radiografía
pues no es igual sobre el mar
que sobre un ramo de lilas.
¿Y el plumaje de la noche
sus bellas hidrografías,
sus mil rostros inmutables,
no provocan tu osadía
tu insomnio, tu soledad
tu juvenil bigarría?
(Sigue lloviendo, noticia aparte.
Y no hacía arriba, como dijo Vallejo
A propósito de su Lima, sino hacia abajo,.
Calando la tierra con tus
Pinceles sobre el más acá y el más allá)
Y ahora suena el momento de eso
que le llaman crítica.
Dice Santiago Amón,
"Diego de Giráldez sabe que el arte es
absolutamente inseparable del oficio.
Sabe también que el blanco más blanco
nace de la explosión comunitaria de todos
los colores y que el negro más negro
surge cuando la noche se apodera del fulgor
del arcoiris. Lo demás es cosa que depende
de la forja diaria de su mano sobre la faz incitante
del lienzo". Lo dijo Santiago Amón nuestro
desventurado amigo.
"Ni aquel realismo existencial de la América
de Ginsberg, ni el más atemperado del pintor
galo Bathtus". Habló Castro Fernández.
Francisco de Pablos habla de Berrugete,
Bermejo, Jaime Theguet, etc.,etc.
Ruego perdón a mis distinguidos colegas.
Pero ¿qué tiene que ver
"Tu gallinero: suerte de ascensión al limbo
de los justos, que tiene tanto de cuadro
como de "Bienaventuranza" (bienaventurados
los pobres de espíritu porque de ellos es el
reino de los justos) y ese mastín que observa
la naturaleza, con más penetración y respeto
que muchos mortales".

¿Y tu Cristo-Hombre? Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa Cruz, nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser, cómplice del deicidio. Y esto no lo vió nadie. Ni Valdés Leal, ni Gruneald, ni Salvador Dalí.

Tu lo has visto Diego. La aldea, el largo invierno, la hermandad con pastores y leñadores, el respeto a la materia bondadosa que nos dá techo y calor. Todos los árboles de la tierra deberían, tendrían que rendirte homenaje, por haber proclamado la eterna amnistía. Honra y gloria de lo que nace inocente y muere inocentemente de nuestro servicio.

Regreso a tu obra reciente " Equilibrio de fuerza ", " Antes de la última cena ", " Conexión humana en relación con la naturaleza ", mejor entre carne y santidad. Y así tu vasta obra que se prolonga sin cesar proporcionándonos todos los caso, nexos de materia y animidad, entre ser y no ser, entre lo que sucumbe y lo que perdura, entre la llama y la ceniza, entre la condición humana y angélica, entre el rayo y la sombra entre Diego de La Cañiza y Diego del mundo, entre Diego inextinguible y Diego más que mortal.

Inicialmente, podría os hablar de eso que llaman materia, textura, es decir, eso que para muchos hace el cuadro ¿Cual es la tuya? ¿Cuál la misteriosa sustancia, membrana, pavón, cobertura que da corporeidad a tus invenciones?

Se asegura que si el cuadro es el espejo, la materia es su azogue. ¿Qué clase de azogue, de colorante mercurial o vegetal, da cuerpo a tus vuelos entre tierras, criaturas humanas o celestes, tus pompas y vanidades, tus símbolos que, como la muchedumbre vegetal y auroral de tu Cañiza parece levitar, incorporarse y colar?
Parece más fluido que química. Más impresión por rayos ultravioletas que por tactos humanos. Tus sombras son transparencias de vitral. Tus luces, filtraciones lunares, porque curiosamente, el astro solar no existe para ti. Diríase que tus jornadas comienzan con el crepúsculo, y trabajan con la luna llena, y que se extinguen definitivamente con el alba.

Lo que sí me consta es que cada roce, toque, pulsación o caricia arcoirisada es un negro, que es más bien el fuego fatuo de ese color, de cada blanco, que es más bien el aliento de la nieve, de cada verde o carmín que es su propio numen, el sello de la perpetuidad.
Tus hechos plásticos, Diego de Giráldez, empezando por tu nombre extremadamente plástico, e inolvidable, tus estandartes pasiones, inhalan algo perpetuo, no es de ayer ni de hoy sino de siempre, no sólo por su leyenda e intención, sino también por su cuerpo plástico, por su acerada condición, porque son como son y no pueden ser de otra manera.

Inquiriendo una fraternidad plástica, uno no se detendría ante ningún contemporáneo. Iría más allá: tomaría el camino de Santiago, y quizá en ciertos cruces de sendero podría hallar, tallado en el granito violeta que los eterniza, ciertos cruceros que la piedad anónima y perpetúa de nuestros mayores hizo enclavar allí para alivio de caminantes y guía de nazarenos piadosos.

En suma Diego de Giráldez, pintor imaginario, anatomista, solidario porque sí, y porque no, iluminado o regado por ángel o duende paisano, en su misterioso productor, cuya procedencia nos consta, cuyo caminar siempre radiante, capaz de darnos felicidad y ensueño, estigmas hallados en los hemisferios astrales y en los terrenales, de hacernos mejores, de dejarnos pensativos, de hacernos cantar y de hacernos sollozar, inagotable, distinto, múltiple, pero siempre con un tatuaje que no puede proceder más que de tus manos.

Particularmente, digo y repito, en este caso, más que de aprendizaje didáctico, de atavismo rupestre.

El como los misteriosos dibujantes del bisonte cerúleo y bermellón de Altamira, se hizo sólo, se talló el alma con una cruz, una esfera, una gubia, un lápiz, una antorcha, el filo de un pincel que a veces se hace filo de navaja, a veces acaricia, a veces antorcha, a veces martillo, a veces capricho amoroso, a veces llanto, a veces nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar.

Los artistas, como los dioses del Olimpo, pueden inmortalizar desde un Goliat a una mariposa, desde un racimo de uvas a un guerrero termópilo. Misterios del misterio, amigos míos.

Datos cívicos: nace en La Cañiza (Pontevedra), en una primavera. Vive en Vigo en el Casco Viejo. Su padre, Antonio, marino. Luz su madre. Es el tercero de cuatro hermanos. Marino el padre y Luz la madre, quizás pudieron iniciarle: aquel a navegar, ella a iluminar argonautas y caminantes más o menos extraviados en la inmensidad".


Santiago Amón (Crítico de Arte): “Diego de Giráldez es ya uno de los grandes del realismo español contemporáneo... Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su poesía. En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris... Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)... A partir de la exposición “Maestros del Realismo Español”. Las obras de Diego de Giráldez son de un nuevo realismo, del óleo y tintas se pasa a una técnica mixta... Con un gran equilibrio entre la sensibilidad y la técnica, con una pintura muy elaborada,.... En el transcurso de poco tiempo hay una actitud positiva del público y quién sabe si de los críticos, así como de los coleccionistas importantes de arte que empiezan a fijarse en su obra.... Empieza a vender sus primeros cuadros para buenas colecciones privadas e institucionales, a participar en interesantes exposiciones de pintura española en España y el resto de Europa, proliferan las muestras individuales en relevantes galerías.... Y se producen las primeras adquisiciones de obras suyas por parte de museos.... Su obra va ganando noticia, fama y atención allende las fronteras.... Termina -EL CRISTO HOMBRE-, obra de gran envergadura, justo parece destacar, al lado de la virtud poética e histórica del cuadro, el carácter de proeza técnica, la condición de madera de esa cruz que la secunda sin deidad, el cristo -el hombre de rodillas-, cabizbajo, la voluntad sin freno del ejecutor y el oficio que recorre la obra de punta a cabo, tras una génesis empírica, paciente, gradualmente vivida por el creador, hace a la postre, a los ojos del observador, una obra magistral....”


Xosé Otero Abeledo “Laxeiro” (Pintor. Vigo-1982): “Diego, xa sei que muitos dín que eres un realista. Eu véxote como o novo Goya, pero galego. Xuntando o naturalismo, a abstracción e o surrealismo colocas caprichosamente sobre telas a dor, que logo vas repartindo polo mundo nunha mostra que camiña sen descanso por un sendeiro eterno”.

Rafael Sánchez Bargiela (Director del Museo de Ponteareas): “El realismo NAS, nacido de una personalísima combinación entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha convertido a Diego de Giráldez en uno de los principales exponentes de la plástica de este fin de siglo, como lo acredita su trayectoria y su obra, que forma parte ya de las colecciones de numerosos museos de nuestra Península y de otros países”.

Florenci Criville i Estraqui (Director del Museu Etonográfic de Ripoll (Girona): “De Diego de Giráldez se puede decir que realmente es impresionante su pintura de una rara singularidad… Quiero felicitarle por seguir siendo original y por patentizar un mensaje poético en un mundo tan trillado, opaco y reiterativo como el del arte actual...”

Fernando Elorrieta (Escritor y Director de enseñanza): “El análisis de la obra de Giráldez no puede quedarse en la estructura epidérmica o superficial del objeto, hay que profundizar en el sujeto, en el compromiso que oculta tras las rotundidades de la forma y la precisión del diseño. Es una obra engagée en el sentido hondo de los conceptos satrianos, el artista es un testigo de la sociedad y del momento, pero en este caso de una realidad trascendida, que horada las pulsaciones existenciales para transformarse, divinizarse, en delicadezas sutiles de sentimientos religiosos, místicos y afectivos. El estudio de una obra perfectamente construida en la composición, en el cromatismo, en la morfología no debe solapar la profundidad de los temas que el artista trata, habrá que subirse a la octava esfera para entender la diafanidad del mensaje que Diego de Giráldez nos envía. Forma y fondo, símbolo y metáfora, humildad y sabiduría, hacen de este joven demiurgo de la plástica actual un caso único y singular en el arte”.

Mauro Panizo del Val (Periodista, Director de Radio Cadena Española en Vigo): “Un día de 1975 un jovencísimo pintor saca sus cuadros al aire de Vigo y a la curiosidad de los vigueses. Se llama Diego de Giráldez. Elogios, comentarios, laudatorios y luego… un largo camino no en el tiempo, sí en la peripecia vital y plástica. Sigue trabajando intensamente y las exposiciones se suceden durante años: Santiago, Madrid, Barcelona, Lisboa, Ginebra, París…, saben del buen hacer de Diego de Giráldez. Ahora sigue pintando, dedicándose a la obra bien hecha. Junto a la línea ágil, el color rico, expresivo y la composición meditada. ¡Esos gallos apiñados, en una espléndida creación! ¡Esas flores, hierbas y frutos que tienen como un sentimiento de vida, un pálpito caliente, humanizado! ¡Esas figuras en las que junta a la expresividad de los rostros, aparece como un soberbio trabajo! ¡Ese difícil entramado de ropas y telas, sin envaramientos!...”


Javier Rubio Moblot (Crítico de Arte): “Diego de Giráldez construye con sus animales meticulosamente pintados y con esa serie de objetos (fundamentalmente esferas trasparentes) que flotan en el vacío, un mundo de asociaciones que por otra parte, tienen más que ver con la metafísica que con el surrealismo…. Diego de Giráldez ha expuesto individualmente en más de doscientas ocasiones y su obra se encuentra representada nada menos que en más de doscientos museos importantes del mundo: España, Portugal, Egipto, Vaticano,…”

Lorenzo García – Diego Pérez (Crítico de arte): “Toda su obra es una exaltación de paganía y refinado intelectualismo. Como maestro del arte español actual nos envuelve de magnificencia y nos liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada inconsciente en su obra. No brota porque sí y falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene trazada de antemano la trayectoria de su arte, seguro como está de que no habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de la pintura. Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir amargos desengaños y soportar impuestas rectificaciones…”


Manuel Fraga Iribarne (Presidente de la Xunta de Galicia): “El pintor Diego de Giráldez nació en el seno de una familia navegante y, desde niño, se interesó por el estudio y aprendizaje de los diversos campos artístico. Dotado naturalmente para el dibujo y la pintura, y armado de un tesón y una constancia admirables, estas cualidades hicieron de Giráldez un artista singular, portador de un característico modo creativo y de una personal visión del mundo y de la vida. Estamos, pues, frente a la obra de un profundo conocedor de los entresijos, frente a un artista con oficio y con ferviente capacidad creativa, algo que nos conduce a la esencia del hombre, a la plasticidad del tiempo y del espacio”.


Mariano Rajoy Brey (Ministro de Educación y Cultura): “Diego de Giráldez, cuya obra y vitalidad merecen ser apreciados en profundidad y testimonian la calidad de la pintura gallega y española contemporánea. Creador pujante y salpicado de imaginación, el arte gallego, tan rico y diverso de tendencias, tiene un gran exponente en la trayectoria de este maestro pontevedrés del realismo, cuya originalidad estriba en la perfecta conjugación de lo real y lo onírico. Sus múltiples y numerosas exposiciones a lo largo y ancho de toda la geografía española, así como en el extranjero, y la presencia de su obra en más de cien museos, avalan el prestigio de este artista gallego, cuya obra despierta un gran interés en la escena artística contemporánea”.


Juan Antonio Sánchez García (General – director del Museo del Ejército - Madrid): “Existen en el Museo pinturas y esculturas de artistas de renombre, especialmente de los siglos XIX y XX. Entre los últimos, figura la personalidad de Diego de Giráldez, pintor representado en un buen número de Museos Militares (Madrid, Burgos, Barcelona, Toledo...). En particular, para el Museo del Ejército pintó, en 1996, la imagen de un “soldado de vigilancia”, un busto de espaldas, un soldado del siglos XX, de una época que se supone de paz, soldado anónimo, al que en un momento determinado se pone un nombre particular. El retrato de todos y cada uno de los que han participado en el Golfo, en Bosnia o han estado destinados en un Regimiento cualquiera. Esta obra, producto del trabajo de un buen pintor, delata en su sencillez y pulcritud de factura, no solo la mano de un artista de espíritu elevado, sino también la representación de la defensa por una Patria, el amor por sus tradiciones, y en suma, la búsqueda de la paz y la libertad, que tanto anhelamos y por las que seguimos luchando”.


José Manuel Hidalgo Cuñarro (Director del Museo Municipal Quiñones de León – Vigo): “Cuando hablamos de Giráldez tratamos de un artista que se remite únicamente a su psique, un artista que supera lo real alcanzando lo metafísico, con un mundo íntimo extremadamente rico. La obra de Diego Giráldez no tiene parangón. A lo largo de su vida se ha preocupado por la búsqueda de una personal estética que lo hace inconfundible”.


Mª Luisa Ilarri Junquera (Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela y Doctorada en Crítica Textual por la Universidad Autónoma de Barcelona): “La opción expresiva de Diego de Giráldez es la pintura figurativa, construida con un lenguaje original, de factura lisa y dibujo preciso, que estimula las vivencias de la realidad esencial y la reflexión sobre el misterio y los grandes temas de la existencia humana. Imbuido de una sensibilidad mística y franciscana, se preocupa por el hombre y su relación con el entorno, la naturaleza, los animales, las cosas. Crea un ámbito que se mueve entre lo físico, lo espiritual, lo real y lo onírico, con un acento evidente de nostalgias, temores y una poética onírica”.


Enrique Gómez (crítico de arte): “Este hombre del Norte, de la montaña, conoce el gusto de la felicidad y el de las lágrimas, conoce el clima que es a la par un tónico y un sedante, conoce también su naturaleza tan dura para el cuerpo como apetecible para el ánimo, conoce sus historias, conoce sus gentes,.... En algunos de sus cuadros se ven las íntimas necesidades humanas, buscadas desde las honduras de su alma, no desde el corazón que es inartístico, desde el arte que es la mejor técnica para llegar al alma. Este, traspasa valientemente la realidad, la vence con realidades, sin competir con la naturaleza, puesto que él mismo es naturaleza, pero la violenta con surrealidades y la acompaña con un aire de misterio, de abstracción, cósmico, metafísico corpóreo, poético, donde se “ve el silencio” y confunde al contemplador de lo aparente”.


Enrique Gómez (Critico de Arte). Vigo/2002. “A Diego de Giráldez: Soy Galicia”.

Píntame!

Habla la mar y la montaña

Píntame con pinceles de seda,
acaríciame con colores de sutileza,
con colores intensos de naturaleza,
vivos como la sangre roja
en noches de plenilunio
sobre montañas nevadas
con rocas como paletas
o senos en playas mojadas.

Barquichuelas y marineros,
campesinos y arados ….,
al lado un árbol con nido
y en el nido dos pájaros:
la madre y un pichón alado.

La montaña te dice ¡Píntame!
Con colores recios!,
como de los marineros las manos
y de sus labios los besos salados.

Deja para la mar
la inmensidad como tela,
las olas como cuna
y la paleta helada.

Pinta mis verdes parajes, mis gentes, mis rebaños.

Pinta mis aguas azules, mis arenosas playas, mis barcas a vela.

Píntame por qué soy yo el lienzo!
Soy tu tierra campesina y marinera!

Soy Galicia! Ese lugar:
del silencio a la montaña
del murmullo a la mar,
de tu nacimiento de artista,
Diego.
De tus pinceles y espátulas, 
al arte para soñar.

Enrique Gómez (Crítico de Arte), (en “Conversación con Santiago Amón”, sobre los museos): “Me decía Santiago Amón cuando, al visitar a su hijo jugador de baloncesto, compartió conmigo, en Santiago, un agradable “xantar” en el que tocamos el tema de los museos: “¿Museo Español de Arte Contemporáneo? No. Museo de arte contemporáneo español, en el mejor de los casos. ¿Cómo habrán de responder a semejante advocación unas salas en las que no hay el menor atisbo de la estética foránea? Lo de contemporáneo es válido, por otra parte, si lo referimos literalmente a unos hombres que desplegaron su actividad desde comienzos de siglo, aunque no pocos de ellos lo hicieran a contrapelo de la vanguardia y de la misma evolución histórica.

¿Qué falta en este museo que se auto titula Contemporáneo? Faltan, precisamente, los maestros extranjeros de la modernidad y otros cuantos nacidos por estas latitudes (Juan Gris, Palazuelo, Antonio López García, Diego de Giráldez..., algo más y mejor de Julio González, Gargallo, Picasso, Miró, Tapies, Chillida...). ¿Qué sobra? Sobran todos aquellos sedicentes artistas que, nacidos, crecidos o fallecidos en lo que va de siglo, no se enteraron en absoluto "de qué iba el siglo". Queda, por último, un tanto al descubierto el "boom" del moderno arte español. Razones de cantidad y calidad, peregrinos criterios de selección, exposición, y nomenclatura... y (¿por qué no decirlo?) la objetiva mediocridad de no pocos de los productos allí exhibidos hacen que el espectador (especialmente si es extranjero o simplemente habituado a otros museos de condición verazmente contemporánea) se vea en un mar de confusiones o se limite a preguntar: ¿dónde está ese gran arte que, según opinión muy divulgada, se produjo en la España de estos últimos cuarenta años?”

Si hablamos de Diego de Giráldez, y aunque no sea un surrealista al estilo puro puesto que su pintura la podemos denominar NAS, recordemos, en palabras del malogrado Santiago Amón, que el Surrealismo "ideó un deleitable juego sustentado en la simultaneidad contradictoria de los accidentes y presidido por el intento de provocar una sorpresa en el ánimo del contemplador. En la estampa surrealista los objetos se transmutan en su relación espacio-tiempo (por su disposición en el lugar no acostumbrado o en virtud del anacronismo), procurando al espectador una vaga sensación de misterio, una suerte de espejismo o sobresalto, incrementado por el arbitrio de las proporciones, la ilusión de una perspectiva inacabable, el artificio caprichoso de la luz y la sombra ..., misterio, espejismo y sobresalto que la serena contemplación no tarda en descifrar y poner al descubierto”.



DIEGO DE GIRÁLDEZ - EL LIENZO COMO SUPLICIO DE CARICIAS - POR ENRIQUE GÓMEZ. (Crítico de Arte. Madrid). “El ave duerme, tú pintas de madrugada esos verdes de col insinuada, ese misterio de cenizas que el poeta cantara y esos campos de espigas como cañas.
El lienzo suplicio de caricias y espadas y esa luz tuya, ya mía y nuestra, eternamente soñada y otra vuelta por tu inagotable imaginación bañada por el duende que él te dio para que nos dejes para el mañana.
Tu estudio como sepulcro con la piedra desnuda, con el potro de tres pies y un cuadro de materia bien cargada, compañero de desierto de noche de soledad continuada con golpes de sombras, de desnudos cuando se difumina el alba.
Ellos, todos te verán si los ojos levantaran, ya no estarán ahí donde tu nombre quedara, porque tus cerezas y manzanas, tus negros y blancos cuando nevara, son legados del que sufría de la noche a la mañana.
Enseñando tus raíces del pastor a la montaña, del cordero al labriego que te acompaña el alma. Guardián de los druidas, dólmenes y el agua que manara de esta tierra que es tuya y del celta que poblara.
Dejando la carne en el camino del insomnio, cada aurora el azul del mar te llama, los lilas y carmines cual primavera rosada y un plumaje de la noche locura observada.
Esperanza del mastín por leal bien ganada, de las cuerdas de tu "Cristo" para qué clavos como espinas, sus divinas manos no dañaran y esa madera que vislumbra inocencia sana.
Apartado de los ruidos, que confunden tu libertad amada, de tus pinceles al lienzo cala la espalda en tu inseparable oficio como el mejor que pintara, sin parecerse a nadie tu obra ya consagrada.
Quisiera traer la palabra esbelta que quedara, que se hundiera, que arañara como el amante a la amada y así tantísimas cosas, en tu magín, poesía bucolizada de la realidad infinita más lejana”.


Adriano Marques de Magallanes (Medalla de oro de la Facultad de Bellas Artes de Pontevedra. Académico Correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de Granada,……….): “Secretos que encierra la pintura de Diego de Giráldez”.

“Uno de los secretos que encierra la pintura de Diego de Giráldez quizás se encuentre en la, a primera vista, enigmática sigla – NAS – al amparo de la cual suele presentar su obra, pues Giráldez, además de sorprendernos continuamente con su obra plástica, es hombre de aguzada reflexión estética, capaz de articular conceptualmente el universo que alimenta su creación. Los que seguimos su trayectoria sabemos que este artista gallego se rige por la, solo aparente paradoja, del encuentro de tres formas de expresión: Naturalismo, Abstracción y Surrealismo.
El Naturalismo de Giráldez se funda en el principio del dominio perfecto del dibujo. Como los grandes maestros – Leonardo, Zurbarán, Picasso o Dalí - , el artista a partido del estudio minucioso de la anatomía humana y animal, de la observación atenta de la naturaleza y del objeto inmediato que lo rodea. Únicamente al partir del conocimiento profundo de las formas da rienda suelta a su imaginación creadora.
Dotado de una mirada poética, elaborador de espléndidas construcciones plásticas devenidas en inquietantes metáforas, Giráldez puede así entregarse, con libertad soñadora, al espacio del Surrealismo y la Abstracción.
Al repasar algunos de sus catálogos, se puede apreciar el rigor hiperrealista de su tratamiento del cuerpo humano, de los animales del mundo domestico, de los objetos cotidianos, de sus limpios bodegones, del fervoroso misterio de su obra religiosa… Cierta voluntad minimalista que lo guía, lejos de reducir la realidad plástica a su reproducción fotográfica, dota su pintura de una suerte de sobrerealidad que sorprende e inquieta al observador. No repite, amplia y enriquece la realidad; no copia, revela. Cumple con ello con ese objetivo último del artista genuino: enriquecer la realidad sin desvirtuarla, dotándola de un nuevo significado”.


José Amiguetti Sánchez (Director del Museo de la Guardia Civil): “Sus trabajos ofrecen una clara visión de un mundo natural y escénico, donde predominan las formas vivas, a modo de bodegones, y de las alegóricas representaciones un tanto místicas, un tanto grotescas, de seres vivos y naturaleza muerta, flotando en ese ambiente cálido y abstracto a la vez”.

Leoncio Verdera Franco (Director del Museo Militar Regional de A Coruña, Doctor en Historia): “Las obras de Diego de Giráldez producen unas sensaciones que, sobrepasando lo pictórico, despiertan nuestro inconsciente y hacen que no nos podamos desprender finalmente de la imagen contemplada; son obras que siempre atraen aunque sin duda desconciertan. Su pintura, naturalista con tintes surrealistas y oníricos, se ofrece como única e irrepetible y siempre reconocible por las sensaciones impactantes que se transmiten desde sus cuadros”.

Fernando Franco (Periodista): “Cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la báscula romana hasta el dosel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las últimas marcas y modelos del mercado. Diego de Giráldez es un hombre tranquilo y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería como en un frenético “tour” de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes”.

Antonio Almodóvar Azorín (Museo del Aire Madrid): “El museo del aire tiene en su colección una obra del conocido pintor Diego de Giráldez, de tema aeronáutico. Ahora bien, el aeroplano que representa no se corresponde con ninguno real de la historia de la aviación. Es una pintura de aviones en la que deja una interpretación y mensaje descifrados de manera distinta por críticos y admiradores. Pudimos admirar y observar detenidamente este cuadro en la nueva zona noble de la Sala de Conferencias, Biblioteca, Sala de Juntas y Despacho del Director, en donde se decidió su ubicación, camino recorrido por las visitas más importantes del Museo, cuando firman el libro de honor del mismo. Quizás se hayan visto sorprendidos por este extraño avión que parece volar y también estar parado, suspendido en un halo de misterio y dirigido hacia un fantasmal y desconocido infinito, que emociona y al mismo tiempo sobrecoge”.


Manuel Osuna Ruíz (Director del Museo de Huelva): “Hace años, cuando dirigía el Museo de Cuenca, entre en contacto con este pintor que terminó teniendo presencia fija con una de sus obras en el Museo. La obra es de primerisima calidad. Sus creaciones pueden ser admiradas en muchos museos como puede verse en su curriculum, y en estos momentos, también en un museo monográfico dedicado a su obra. Diego de Giráldez, como Saura y Palencia, al menos para un Museólogo, son un ejemplo a seguir”.


Joan Gómez Vinardell (Director del Museu d’Estampació de Premià). La obra de Diego de Giráldez. Un cuadro, en el fondo jugando con el claroscuro había una pluma de ave, acerqué mi vista y descubrí que no era real. Un dibujo, una pintura, un holograma, un efecto óptico... surgía del negro hacia la luz, una pluma de ave - ella era un mensaje- una llave que estaba abriendo una puerta y el paso al conocimiento de un pintor: Diego. Una obra que gira alrededor de la luz, una luz que circula del negro hacia el blanco, una luz profunda de tierra gallega, luz que me recuerda a Rosalía; “negra sombra que me asombra”.


José González Ortiz (Escritor, Crítico de arte, miembro de la AECA y AICA y Director del Museo Municipal Elisa Cendrero de Ciudad Real): “LOS GALLOS MÍSTICOS DE LA NOCHE. Surge un gallo entre el viento, y Diego de Giráldez lo atrapa con su pincel. Con él, crea un espacio plástico, un poema lírico, donde levitan las burbujas y se corporean los espíritus de las cosas que antes se desvanecían en la intermitencias de su memoria. El gallo invita a otros gallos, a las mazorcas de maíz, a los peces, a un perro, un Cristo..., para que todos conformen y generen un cosmos dentro del lienzo. ¡Quizás un cuento! en el que Diego narra su historia, el sueño que palpita nervioso en las puntas de sus dedos. Diego materializa en el aire los gallos que le arrullan en sus noches, a las palomas que se embriagan con el arco iris, a los seres queridos que pueblan los latidos de su corazón. La magia de sus pinturas siembran de sugerencias el paso breve de la vida, y adornan de colores e imágenes, el análisis, a veces frío y seco de la razón. (A la obra pictórica de Diego de Giráldez)”.


Eduardo Gavira y Pérez de Vargas (Director del Museo Militar Regional de Sevilla): “La obra pictórica de Diego de Giráldez, siendo figurativa, no deja de tener un estilo costumbrista en el que el autor da pinceladas surrealistas. Es por lo tanto, difícil encuadrarlo en un estilo concreto, aunque no imposible. Es cierto, que todo el que contempla su obra queda “enganchado” e impresionado por su realismo y veracidad. Trata de que haya una conexión entre la naturaleza y la humanidad. Resumiendo: es un artista completo, tanto en colorido, como en estructura de trazos y composición”.




Gerardo Pérez Calero (Profesor Titular de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y Académico de la Real de Bellas Artes): “La pintura de Giráldez está concebida como una pura y desinteresada investigación, semejante a un científico o a un filósofo, como búsqueda de una verdad que no podía ser resuelta más que con esa meditación laboriosa en el terreno de la verdad que es para él pintar. Esta investigación es la clave de la esencia pictórica de éste maestro pontevedrés. Investigación física y de pensamiento, que gusta expresar el mundo real y el aparente. Giráldez es esencialmente hispánico, o ibérico, en la sencillez, el mutimo, el ascetismo e incluso el misticismo de muchas representaciones. Así veo, a Diego de Giráldez. Un místico y un ascético de este final de siglo que nos ha visto nacer. Atento a su entorno y fiel a sus profundas vivencias, las que esperamos se alarguen en el tiempo para goce de los que nos emocionamos con las creaciones magistrales de los artistas”.

GERARDO PÉREZ CALERO (Catedrático de la Universidad de Sevilla). Puntos básicos del estudio, ensayo, comparativo “LOS DOS DIEGOS”.

“LOS DOS DIEGOS:
Lo primero que queremos señalar en este ensayo o hipótesis de trabajo es la aparente contradicción temporal y cultural entre los dos pintores homónimos: Diego Velázquez y Diego Giráldez. El primero sevillano, vivió en el siglo XVII; el segundo, gallego, su existencia discurre entre la vigésima centuria y la siguiente. Pertenecen, pues, a dos mundos distintos en apariencia. Sin embargo, como un fenómeno presente en la Historia del Arte, hay conexiones en el tiempo entre ambos que confirman la teoría de Amércio Castro respecto a los círculos concéntricos.
Existen aspectos comunes que, como constantes aparecen en la obra artística de los dos pintores, naturalmente guardando las debidas distancias: Velázquez, el gran maestro plenamente consagrado en la cima de la pintura universal; Giráldez, un sencillo y vigoroso pintor galaico atemporal, con frecuencia místico y ascético, carnal y espiritual a la vez, que busca su natural adaptación a la estética del tiempo que le ha tocado vivir.
Plantearemos someramente a continuación algunas de esas constantes, no como un juego fácil de palabras (v. g. la coincidencia en la terminación de los apellidos en -ez, "hijo de ", o la casual acentuación gráfica y fonética de sus patronímicos en la segunda de las tres sílabas de las que constan cada uno de ellos), sino atendiendo a:
a) La forma; lo técnico, la iconografía.
b) El contenido: la lectura, la iconología

1 El dominio técnico
Lo que se llama el "oficio", esto es, el buen hacer casi artesanal.
El artista nace pero tiene que formarse buscando la perfección técnica a través del clasicismo y la realidad (Velázquez, pintor de la verdad).
Al mismo tiempo, los dos son pintores que practican el naturalismo (barroco el sevillano, con moderno artificio el gallego).
Hay un aspecto técnico en Giráldez que puede destacarse en relación con Velázquez: el uso de luces y sombras. El claroscuro que emplea el pintor sevillano en su primera etapa en la capital hispalense hasta 1623 lo interpreta Giráldez a su manera; esto es, recortando con el dibujo las figuras entre sombras.
2 El trabajo hecho parsimoniosa y amorosamente.
De este modo buscan la esencia pictórica, ahondando en los caracteres de personas y objetos/cosas. Trabajo hecho sin prisas, laborado en talleres como tarea de verdaderos artesanos.
3 La evasión de la realidad
Para ello, Velázquez recurre a la Mitología, siendo necesaria una explicación del doble sentido del contenido de sus obras (v.g. "Los Borrachos"; Baco triunfante y a la vez escena popular cuasi teatral contemporánea; "Las hilanderas" como el taller madrileño de hilados y al tiempo la fábula de Aracne, etc.)
Giráldez, por su parte, acude a la abstracción y al surrealismo, abstrae la realidad (v. g. sostiene figuras y objetos ingrávidos)
4 La humildad y la grandeza.
Como dos caras de la misma moneda, en los objetos más sencillos en los que, como Santa Teresa, ven ambos artistas el espíritu divino. Es el carácter del naturalismo barroco, que los dos, a su manera, comparten: la solemne y gloriosa "Rendición de Breda (Velázquez), y la humilde gorra sobre una bota militar (Giráldez).
5 El intimismo
Las obras de los dos pintores son como pura introspección. Ello se hace visible, no solo en los retratos y autorretratos, sino también en los objetos más simples y sencillos como son el bodegón y la naturaleza muerta. También se hace notar en el desnudo, propio o ajeno, como íntima sensualidad.
6 La fecundidad, la inquietud y la curiosidad.
Ambos trabajan activamente en busca del éxito profesional. Son los suyos espíritus inquietos y curiosos, casi científicos, para escudriñar los secretos de la pintura y del arte.
Lo enigmático, lo mágico
En parte ya se ha dicho: la doble lectura o apariencia engañosa de la obra de Velázquez (el trampantojo), que también comparte Giráldez con una suerte de pintura metafísica.
La búsqueda de la espiritualidad y de la trascendencia
Es la consecuencia del amor y de la muerte presentes de una u otra manera en la obra de ambos artistas como dos caras de la misma moneda.
9 La expectación que de alguna forma suscita la obra de cada uno de ellos.
En Velázquez, en las nuevas obras que se le van adjudicando con sorpresa de sus apasionados seguidores (v. g. "La educación de la Virgen" y el “Retrato de un caballero" aparecidas en San Diego y Nueva York en julio de 2010).
En Giráldez, en el interés creciente de la crítica de arte actual por cada una de sus exposiciones internacionales en las que sorprende por el misterio que envuelve a sus obras”.

José Fernando Sánchez Ruyz (Escritor, Poeta y Director del Museo Alcázar de Ciudad Real): “En Alcázar de San Juan, en la primavera de 1995. tuve la ocasión de visitar una excelente exposición de las obras, de Diego de Giráldez, que aún hoy son recordadas con interés por los aficionados a las artes plásticas y los artistas de la zona. La relación del hombre con su entorno se convierte en un estandarte de la obra de Diego de Giráldez, no en el sentido al que estamos cotidianamente habituados, sino en una relación profunda donde aparecen con importancia paralela a la intervención de la humanidad en su entorno natural, en un concepto abstracto, de interrelación hombre-medio, donde le humano se mide ante el mundo reconociendo su incapacidad de mejorarlo, sobre este eje central la obra de Diego de Giráldez desarrolla su simbología y una estética personal que consiguen identificar a sus pinturas y darles marca de autor. Magia, respeto, emoción, ecología y armonía están presentes en la obra de Diego de Giráldez, el pintor que desde hace veinticinco años nos enseña que la belleza de las cosas también puede presentarse sobre fondos tenebristas. Porque la belleza de la pintura reside en un ápice de reflejo del propio conocimiento de la vida, que el espectador se encuentra en todas las pinturas de Diego de Giráldez”.

Breogán Gómez (Escritor y Director del Periódico EL FORO): “Diego de Giráldez, cuando pequeño, mostraba sus iniciales escarceos con carbones de la lareira de mi abuela –según me cuentan mis padres- o con lápices sobre rústicos papeles, aprendiendo -por sí mismo- esa primera disciplina del dibujo cuando a penas andaba, a la que se dedicó con gran vocación y empeño hasta llegar a poseer, años más tarde, un dominio perfecto en esa modalidad. Luego vino la pintura. Esa pintura que transcurre del realismo poético y la última pintura social a la invención de su movimiento NAS. Hoy está catalogado como el padre del nuevo realismo: Naturalismo, Abstracción, Surrealismo, donde ha encontrado una formula feliz para individualizarse en la que los motivos surrealistas, los motivos naturalistas y los colores, sobre fondos negros abstractos penetrados por intensa luz con predominio del rojo, grita alegremente una pintura viva, defuninada en superposiciones de colores enteros, casi uniformemente ordenada en todas las composiciones, armoniosas y pulcras. Creando una excelente obra artística, una buena pintura  que obra sobre el espectador como mensajera de un abstracto y misterioso don de belleza. Así veo su pintura, llena de sensibilidad y de escondida pericia.
En 1975 hace su primera exposición en una sala de arte de Vigo, ciudad donde expondría ya regularmente, haciendo escapadas por las distintas provincias gallegas, hasta su traslado a Barcelona donde muy pronto reconocen su pintura los críticos  y personajes del momento como: Dalí, Gala,…., luego viene Madrid:Santiago Amón, Ramón Faraldo, …, y de allí a su maratón por el mundo: Suiza, Francia, Italia (Roma, Florencia, …), el Vaticano,…., realizando exposiciones, trabajando, curtiéndose, asimilando y estudiando la pintura que en cada lugar se está realizando, sin perder su primario estilo ni abdicar de sus convicciones, hasta encontrar ese último estilo propio que diferencia su arte y que define su pintura actual. Luego llueven las propuestas desde los distintos rincones del mundo y en España es seleccionado para la gran exposición Maestros del Realismo Español; para representar a España en el Bienal Internacional del Arte en Lisboa,…… y más recientemente fue elegido unos de los 50 mejores artistas del mundo, intermedio es invitado a representar al arte realista español contemporáneo en varios continentes.
Estoy de acuerdo con Santiago Amón cuando dice: “Giráldez es el padre de un realismo diferente,  es el pintor moderno más representativo, no solo, de Galicia…. Diego de Giráldez es ya uno de los grandes del realismo español contemporáneo... Realista exacerbado, donde encuentra la implicidad de su poesía… En su obra se reencuentra con lo intrínseco, con las cosas mismas, y las traslada a la faz incitante del lienzo con precisión lírica. Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, y que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris... Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)...”
Pero también con Ramón Faraldo: “Te confunde quien te llama realista, sino fueses más que eso yo estaría en otra silla, ¿A quien te pareces tú, si eres el “padre” del Realismo NAS? A nadie, que yo conciba. Tú te pareces a ti. ¿Y tú Cristo - Hombre? Insisto en esta obra de gran envergadura que ofrece una novedad dentro de la pasional tradición de las crucifixiones. Esa cruz, que nadie se ocupó de ella. Tú nos haces ver que ella no tuvo la culpa, que ella iba para mástil de barco, leña de lareira o pie de bandera, pero los hombres la condenaron a eso, a ser cómplice del deicidio. Y esto no lo vio nadie. Ni Valdés Leal, ni Grunewald, ni Salvador Dalí,... Si me preguntase ¿Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del Prado? Seguramente me respondería que “El Cristo Hombre” de Diego de Giráldez… En su obra se palpa la belleza y la armonía de un refinado intelectualismo”.

Breo de Gómez. (Jurista, escritor): “La mujer en la pintura de Diego de Giráldez

“La mujer, como pilar de la vida, es una de las obsesiones en su obra pictórica figurando en muchos de sus cuadros; yo diría que habita en su pintura. Diego de Giráldez eleva a la mujer a elemento fundamental de muchas de sus obras donde la sorprende en actitudes cotidianas, la mayor parte de las veces, y otras llenas de intimidad: vistiéndose, leyendo, solitarias o callándose sus confidencias, pero siempre exaltándolas, dotándolas de magnificencias o con exquisitos idealismos hogareños o campesinos que forman parte de su poesía onírica. Como dice mi padre: “donde se respira el silencio y el  don de la ternura”.
Su obra responde a uno de los más exquisitos credos estéticos de nuestra época. Obra enérgica, profunda; con vigorosa visión realista y gran penetración psicológica, que el conocimiento de la anatomía y la pintura de retratos le ha enseñado. Por el estilo propio, por el NAS, y la distinción, ese aristocrático buen gusto y esa magnificencia cromática de sus pinturas, es por lo que Diego de Giráldez está considerado como uno de los más grandes pintores mundiales de nuestro tiempo.
Realizó numerosas exposiciones individuales, antológicas y colectivas, tanto en España como en  la mayor parte del mundo (Portugal, Italia, Bélgica, Francia, Suiza, Inglaterra... eso en Europa. También en el resto de continentes: Asia, África, América…), y su obra, a parte de figurar en más de 140 Museos importantes de los dichos continentes, que para orgullo de Galicia está expuesta permanentemente como importante legado plástico de la historia reciente del pueblo gallego, y de un nuevo estilo pictórico dentro del realismo, y numerosísimas exposiciones privadas,  ha sido estudiada exhaustivamente por numerosos y prestigiosos eruditos y críticos de arte ( Santiago Amón, Ramón Faraldo, Antón Castro, Francisco de Pablos, Armesto Faginas, Costa Clavell,Soletura, Sánchez Bargiela, Criville i Estraqui, Elorrieta, Panizo del Val, Rubio Moblot; García – Diego Pérez; Enrique Gómez; Sánchez García, Cuñarro, Mª Luisa Ilarri, Amiguetti Sánchez, Verdera Franco, Almodóvar Azorín, Fernando Franco, Berlanga, Osuna Ruíz, Gómez Vinardell, González Ortiz, Gavira, Pérez Calero, Sánchez Ruyz, ..., y otros tantos de distintos países sobre todo americanos) coincidiendo en la excelente calidad y en la fuerza y originalidad del fondo/forma de la obra en su conjunto”.

Nelly Pérez Giráldez (Redactora jefe de EL FORO): “Sin lugar a dudas, el artista gallego Diego de Giráldez, inventor del Realismo NAS, ha adquirido una inmensa fama que hace justicia a la impactante y original obra que ha desarrollado durante el poco más de medio siglo de vida que ha transcurrido desde su nacimiento. Es el más alto exponente de este nuevo arte realista, sus pinturas, esculturas y demás manifestaciones artísticas sostienen su singular encanto. Hoy en día miles de amantes del arte pueden disfrutar del genio de Diego de Giráldez gracias a los más de 150 importantes museos que ponen su trabajo al alcance del gran público en todo el mundo y en su Casa Museo en particular. Donde desde el concello de esa atractiva Villa del Jamón los invitan a hacer un recorrido por el apasionante mundo del arte a través de sus cuadros y esculturas que guarda este peculiar Museo en la Plaza Mayor de la localidad de A Cañiza, ubicada a unos 50 km. de Vigo.

La Casa Museo Diego de Giráldez, construida en lo que otrora fuera el viejo cuarte de la Guardia Civil del pueblo, se encuentra en funcionamiento desde hace varios años y desde entonces es, y quiere seguir siendo, el más completo testimonio del legado de este grande de la historia del arte español contemporáneo. Recorriéndola, podemos hacer un viaje por su trayectoria artística. Hay cuadros, dentro de su colección particular, realizados con la edad de 6 años y de ahí en adelante.

Dentro de esta gran colección cabe destacar la presencia de algunos de sus más logradas producciones, entre los imprescindibles en una visita está El Cristo-Hombre. A esto debemos sumar la posibilidad de ver allí mismo las obras de escultura que seleccionó para formar parte de su museo que lo convierte en una visita más que interesante para quienes estén de paseo por A Cañiza y para aquellos que se acerquen expresamente para experimentar, apreciar o estudiar el mundo NAS que creó para nosotros el genial artista, Diego de Giráldez”.

Galicia Arte (Revista especializada): “Diego de Giráldez. Inconfundible la obra de este pintor, hiperrealista y sin embargo con frecuencia onírico. Hijo de un marino, vive su infancia en la villa natal, en un ámbito casi campesino. A los 10 años su familia se traslada a Vigo y se instala en la calle Real, de peculiar arquitectura decimonónica, entre la Colegiata neoclásica y el barrio marinero del Berbés. Diego queda huérfano de padre dos años antes, y ya se interesa por el dibujo y la pintura. Su madre alienta esta vocación y lo lleva a Madrid para que conozca el Museo del Prado nuevamente, puesto que ya lo había visitado cuando vivía su progenitor. El niño devora libros de medicina, especialmente de anatomía. Y trabaja con pasteles, deseando dominar la técnica, que llega a ser en él pasión casi enfermiza.
Su primera exposición la realiza en Vigo, en 1975, con éxito sorprendente. Salta a Cataluña y allí se confirma su acogida. Repite incansablemente exposiciones en toda España, hasta el punto de que no debe quedar ciudad o villa importante donde no haya mostrado su obra. Viaja por Europa y pasa larguísimas jornadas en los museos. Llega a conocer a fondo a Velázquez, Zurbarán, Goya. Su obra es seleccionada para la muestra colectiva denominada «Maestros del realismo español de la vanguardia». Expone en el extranjero, sorprendiendo siempre la peculiar actitud plástica que adopta, con verismo impresionante en sus representaciones, en las que, sin embargo, hay una fantasía evidente y un inquietante misterio implícito.
De Suiza a Portugal su obra gana prestigio. La elogia el gran crítico, prematuramente muerto, Santiago Amón. La adquieren museos de España y del extranjero. En cierto modo, es único, irrepetible, su peculiar modo de utilizar el pastel mezclado con el óleo en barra. Giráldez es un realista diferente. Cuando representa un objeto, cualquier cachivache doméstico -un vaso, un huevo- su representación, como acontecía con Zurbarán, lo separa del mundo común para mayusculizarlo y ser únicamente él, El Huevo, El Vaso, el Excelentísimo Señor Huevo humilde y magnificado.
Sus cuadros religiosos representan un mundo diferente, táctil, obsesionante. Sus gallos muertos parecen vivir en una imaginaria taxidermia. La deliberada desproporción entre los objetos representados nos conduce a un surrealismo también peculiar. Desde la máxima exactitud referencial, la pintura de Diego de Giráldez es inquietante, capaz de conmover al espíritu menos sensible”.

ANGEL ARNAIZ (Especialista en Arte Contemporáneo): “La realidad de Diego de Giráldez, sin alejarse de la figuración, con un dominio admirable de los volúmenes, del color y la composición, es mágica. Cautiva al espectador con unas formas cargadas de simbolismo en las que los objetos cotidianos, plantas, animales o figuras humanas nos trasladan a un mundo de enigmáticos misterios que forman parte de nuestra realidad. Diego de
Giráldez bebe de las fuentes de los ultraterreno y participa del encanto de la poesía sin perder el vigor que confieren unas formas reales, casi vivas, tocadas por un halo mágico.
La mano de este pintor hace que sus formas pictóricas cobren vida, como ocurre con la maleta del cuadro "Miedo a la partida” en el que el espectador se siente tentado de cogerla, pero un pájaro, símbolo de la espiritualización, parece vigilarla para impedir que alguien se la lleve. En esta misma composición, de la rama de manzano que reposa sobre la maleta con dos hermosos frutos, uno espera ver salir el gusano de la manzana en cualquier momento.
La pintura de Diego de Giráldez, desborda una potencia mágica, de sugerencia, que entra en las extrañas concepciones de los mundos difícilmente comprendidos”.



FRANCISCO DE PABLOS (Crítico de Arte y Miembro de la Real Academia de Bellas Artes. Galicia) del libro: “Diego de Giráldez y su Realismo NAS”:

“Galicia ha sido tardíamente cuna de pintores. Los antecedentes de Vilar de Donas, o la obra del pintor de Banga, apenas constituyen referencia notable si la comparamos con otras regiones de España, como Castilla, Cataluña, Valencia e incluso Andalucía o Extremadura, en las que escuelas y nombres notables a partir del siglo XIV, con esas figuras excepcionales que son Fernando Gallegos, Pedro Berruguete, Bartolomé Bermejo, Jaime Huguet, etc.
Hemos de esperar al siglo XVII para que surja el talento de Antonio Puga, un orensano rigurosamente contemporáneo de Velázquez, y cuya obra, hoy mundialmente apreciada, se creyó durante mucho tiempo perteneciente a las primeras épocas del genio sevillano.
A finales de la pasada centuria aparecen en Galicia varios artistas notables, con el antecedente extraordinario del ferrolano Jenaro Villamil. Y es ya a comienzos de este siglo cuando nuestra pintura empieza a consolidarse, puesto que en sus iniciales fechas nacen pintores preocupados por dar una visión plástica de la realidad gallega.
El período de anteguerra afirma ya algunas figuras, que aseguran su valía tras la contienda civil. Y es la etapa inmediatamente posterior cuando la nómina de artistas gallegos se hace casi incontable, en las más variadas tendencias y con fortuna muy desigual.
En las últimas generaciones. Diego de Giráldez es un caso peculiar. Su maestro fundamental es la naturaleza misma, y su capacidad de transcender su inmediata apariencia, su realidad concreta, han hecho de su obra un capitulo aparte en la pintura española contemporánea, apta para entroncar, sin que él lo haya pretendido deliberadamente con figuras como Caravaggio, Ribera, Meléndez y la escuela holandesa del sigloXVIII, donde un tanto inconscientemente tiene Giráldez sus maestros y referencias.
La perfección formal, la exquisita factura de sus cuadros, esa precisión casi entomológica de todo lo representado, dan a la obra de este pintor la calidad de maestro del realismo. Un realismo diferente, de poética implícita, más que explícita. De imaginable y casi imaginario misterio, porque salvo excepciones, Diego de Giráldez no se aleja de la representación estricta de los objetos, con la paradoja de que los inanimados parecen que tienen vida, mientras que los que cuentan con ella la han abandonado en un tiempo indefinible, como si fueran cadáveres incorruptibles. De ahí que haya interesado a la crítica más exigente, hasta el punto de provocar entusiasmo en el trágicamente desaparecido Santiago Amón...

DE LA BRUMA A LA EXACTITUD

Nadie podía imaginar que en el seno de una familia muy característicamente gallega, ambientada en una villa alta del interior de la provincia, de la que el padre estaba ausente con frecuencia, dada su profesión de marino, iba a nacer un artista, cuya vocación comienza a configurarse muy temprano.
Diego de Giráldez nació en la provincia de Pontevedra. Es el tercero de cuatro hermanos. Al matrimonio integrado por Antonio, marino, como hemos dicho, y Luz, entregada al cuidado de sus hijos y de su casa, siempre a la espera de la vuelta de su hombre, que viene de tarde en tarde de los prolongados periplos de la mar, le habían nacido antes que el futuro artista otros dos varones. Evaristo y José. Uno de ellos será después inseparable compañero del pintor, un poco su conciencia, su confidente, su amigo íntimo y en cierto modo su colaborador callado. Después de Diego vendría la única niña. Luz como la madre.
Diego es un niño que corretea por la villa, que es juguetón e inquieto, y a quien desde muy temprana edad le gusta dibujar. Asiste a la escuela del pueblo, en la que demuestra ser buen estudiante. Pronto se interesa por la naturaleza, por el mundo médico. Le apasiona la anatomía y cuanto se relaciona con la figura humana, que desea conocer en sus mínimos detalles. Se hace muy casero, y en el ambiente hogareño constantemente dibuja los objetos que hay en casa o las personas que le rodean. Así retrata una y otra vez a sus familiares, incluso caricaturizándolos. De alguna manera va configurándose su indeclinable vocación, que cuajará casi en la adolescencia.
Cuando el futuro artista cuenta unos años de edad, en 1967, la familia traslada su residencia a Vigo, la grande y pujante ciudad atlántica. Toma casa en la calle Real, la de más prosapia del antiguo barrio marinero. Pina y un poco serpenteante, conduce desde la Colegiata barroca, centro religioso de la vida ciudadana, hasta la mar, en el Berbés, donde en el pasado las barcas atracaban bajo los mismo peiraos, cuyos fustes graníticos lamían las olas. En esa época de finales de los sesenta, el ámbito ha sufrido una considerable transformación y se ha ganado terreno a la mar, dotando a la antigua playa de una explanada con jardines, en la que se sitúa un monumento al marinero, pero donde todavía está un ambiente antañón que no se puede perder.
La madre sigue entregada a sus hijos y alienta la vocación creciente de Diego por la pintura. No en balde, anteriormente, en viajes del matrimonio a Madrid, se preocupan los Giráldez por conocer el Museo del Prado y otros centros de interés artístico de la capital, prueba evidente de que en ellos había inquietudes y curiosidad no habituales en el medio pequeño burgués en el que se desenvolvían.
Diego incrementa su formación cultural y artística. Realmente, sigue con dos únicas preocupaciones: la pintura y la anatomía. Devora libros de medicina y cuantos describan el cuerpo humano y los secretos de su realidad y movimientos.
Pinta, mientras tanto, intensamente. Diego comprende que el oficio es fundamental. Que es preciso dominarlo, conociendo todos sus secretos. Ensaya diferentes materias, llegando a una mixta que actualmente emplea en sus obras.

En 1975 realiza una muestra en Vigo que fue todo un éxito.

A partir de 1977 Diego de Giráldez expone por toda España. Sobre todo en Cataluña, donde goza hoy de gran prestigio, hace largas estancias. Sigue por el país adelante y expone en toda Castilla: Soria, Palencia, León, Zamora...Siempre sorprendiendo por las especiales, irrepetibles características de su obra. Cada año vuelve a Cataluña y monta estudio en Gerona, para poder trabajar sin precipitación cerca de las ciudades que constituyen los mejores mercados para su arte.
La prensa y otros medios de comunicación dedican a Diego de Giráldez grandes espacios. El no se envanece. Sabe que el secreto es trabajar, sin descanso, investigando, mejorando la morfología de su obra, yendo hacia esa perfección absoluta que es inalcanzable, pero que puede acariciarse cuando menos.
La luz constituye obsesión en el pintor. No suele trabajar antes de mediodía, pero a esa hora se entrega a su tarea, sin cesar, hasta que acaba el día. A veces, pocas, aún continúa de noche.
El proceso creativo es también peculiar. Toma constantes apuntes del natural, a lápiz. Después realiza dibujos muy trabajados, preciosistas, como los antiguos, a base de difuminar los trazos hasta alcanzar la textura aterciopelada, como latente, que tienen también sus obras cromáticas.
Sus colores favoritos son oscuros. Prefiere una gama que concuerde, y a veces contraste, con los señores de su obra, el negro y el blanco. Cuando Diego de Giráldez nos dá una tela su blancura es inimaginable, y cuando llega al negro alcanza la absoluta solemnidad filipesca. Carmines y verdes son los tonos de contraste.
Renuncia deliberadamente a la grandilocuencia posible de los temas. Al contrario, se acerca a lo humilde, a lo sencillo y hasta a lo mínimo. Para él los animales de corral son sinónimos de vida, y se encuentra muy a gusto representando frutas y productos hortícolas, fragmentos de vegetación, objetos domésticos. Todo ello e un pretexto para acercarse a la cultura popular de Galicia.
Una faceta importante de su plástica es la religiosa, vista desde un peculiar y definible misticismo, de raíz franciscanista, sin barroquismos tragicistas y sin dulcificaciones extraídas del Renacimiento. Asegura el artista que esta parcela nada infrecuente en su tarea, proviene de una tradición del medio ambiente en que transcurrió su infancia.
Habitualmente un cuadro de Diego de Giráldez es consecuencia de una reflexión lenta, desde la observación minuciosa de los objetos a representar, su combinación, hasta los apuntes y dibujos preparatorios. Después, la ejecución material del resultado definitivo es mucho más rápida, porque su dominio del oficio es ya casi de virtuoso.
No es gran lector, aunque sí monotemático: siempre la medicina. La anatomía. Sin ella no se puede hacer nada, aseguraba el artista. Lo importante es dominar la forma y desnudar la imagen, pensando y sintiendo Galicia, como una referencia constante al medio rural del país, cuyas vivencias infantiles le marcaron para siempre.
Posee Diego una gran voluntad de trabajo, porque se siente feliz entregado a lo que sabe hacer, pintar. No es obseso de los museos, aunque en sus viajes por diferentes países de Europa en los que ha expuesto, ha visitado las principales pinacotecas. Entre los españoles prefiere a Velázquez, Zurbarán y Goya. Entre los extranjeros, le entusiasma Leonardo da Vinci, su técnica de claroscuros, su "esfumato". Y admira a Rembrand, por la grandiosidad de su color, en el que domina el negro. En realidad, lo que le preocupa de los grandes maestros es la atmósfera que han conseguido en sus obras.
Trabaja siempre sólo, en silencio, a plena luz natural. Entiende que cualquier objeto puede ser motivo de representación pictórica. Lo que le importa es su calidad formal, su apariencia, la epidermis que representa. Su textura, en fin. De ahí su pasión por el desnudo. Hasta ahora había trabajado con modelos masculinos, pero comienza a dedicar atención al femenino
Diego de Giráldez es un solitario. Apenas tiene otro círculo que el familiar, con la especial intimidad de su hermano José, con quien suele vérsele y que le acompaña en muchas exposiciones que realiza. Soltero, es poco amigo de tertulias.
Su madre está atenta a la obra del pintor. Suele opinar, aunque no critica.
El repertorio de exposiciones de Diego de Giráldez es inmenso, ya que siempre tiene alguna abierta. Recuerda, por su significación o éxito, las realizadas en Vigo, 1975; Cataluña y Ginebra 1977; Madrid y Andalucía en 1978, cuando se le seleccionó para integrar la colectiva "Maestros del Realismo Español de la vanguardia". Este mismo año participó en Plástica Gallega, de Vigo; París en 1982; Santiago en 1984; Oporto, en 1985 y Coimbra, 1986. Después incansablemente en toda España.
Todas las televisiones españolas, francesas, suizas, portuguesas..., le han dedicados espacios”.



Francisco de Pablos (Crítico de Arte y Miembro de la Real Academia de Bellas Artes. Galicia) “REALISMO PLENO”: “La pintura de Diego de Giráldez constituye hoy, con media docena de nombres más, el pleno de genuino realismo. Los animales, los objetos, las figuras que representa, parecen táctiles, piden la caricia, desean ser tocadas. Su capacidad de representación, de arrancar el misterio que tiene un objeto común largamente observado, es casi obsesionante.
Cuando Giráldez representa un huevo, un tomate, un pimiento, inmediatamente dejan de ser género, repeteción de un colectivo, para ser el huevo, el tomate, el pimiento, únicos y como irrepetibles. Sería preciso mayusculizarlos, darles nombre propio. Nunca habíamos conocido las características de esas cosas hasta que las contemplamos en su pintura. Porque en los cuadros, sin contar con añadido fantasioso alguno, tiene detalles, características, es preciso repetirlo, como diferenciadoras. Es necesario volcar a Rilke, porque aquí una rosa no es todas las rosas, aunque al fin sea la única e irrepetible. Aquí es única la representación símbolo de todas, individualización avasalladora.
Si Diego pinta un gallo, parece que hemos conocido a ese ejemplar en particular, que lo recordamos, no referenciado en la pintura, sino en el corral de nuestra aldea, allí, aquel, hace tantos años. Porque otro de los misterios, de la avasalladora personalidad del artista, es la intemporalidad aparente de su pintura. El cuadro aparece recién concluido y al mismo tiempo de edad imprevisible. Clásico y nuevo, con objetos situados en un lugar indefinible, pero como visto e identificable, en una profundidad sin fin.
Y otro tanto acontece con sus figuras. Al contemplarlas, cremos volver a encontrarnos con un ser al que hemos estrechado la mano, al que conocemos las peculiaridades de su rostro e incluso la cicatriz imperfección que tiene un algún lugar de su cuerpo.
Estamos, pues, ante una realidad transcendida. Con la pintura de Diego de Giráldez, ocurre como con los bodegones de Zurbarán, no tiene cacharros, sino este o aquel cacharro, con nombre y apellidos, firma del artesano que lo hizo, huella de sus manos y fecha de confección.
Y siempre en una atmósfera paradógica, de explicación inefable. Porque no están vivos, sino incorruptos sus objetos. Pasó por ellos el tiempo, un tiempo de siglos, y sin embargo parecen recién concluidos. ¿Cómo es esto posible? El talento del artista dá razón a lo irrazonable. De ahí que la pintura de Diego de Giráldez sea única, irrepetible, capaz de ser reconocida para siempre en cuanto se ha contemplado la indefinible sensación de uno de sus cuadros".


LORENZO GARCÍA-DIEGO. (Crítico de Arte (Barcelona). “DIEGO DE GIRÁLDEZ PINTOR DE REFINADO INTELECTUALISMO”: “Pintor que, además de conocer como pocos el oficio, siente la preocupación del "bien hacer", con sujeción a normas basadas en lo tradicional de la pintura española, de noble ritmo y prestigio elevado, es que concede la debida importancia la línea y la psiquis del modelo, sabiendo convencer de la dignidad de su arte. Toda su obra es una exaltación de paganía y de refinado intelectualismo. Como éste joven maestro del arte español actual nos envuelve de mangnificencia y nos liberta de la vulgaridad cotidiana. No hay nada incosciente en su obra. No brota porque sí y falto de antecedentes en la obra de este gran pintor. Tiene trazada de antemano la trayectoria de su arte, seguro como está de que no habrán de falsearle ulteriores rectificaciones. Es un precoz en la historia de la pintura gallega. Y no un precoz irreflexivo, inseguro, que luego había de sufrir amargos desengaños y soportar impuestas rectificaciones. Sus bodegones son de un simplicismo encantador, tiene la intensidad y la jugosidad de la transcripción fiel y la gracia de un tecnicismo depurado. Son obras no de ayer ni de hoy, sino de siempre, por el nobilísimo afán que impulsó al artista a realizarlas. Diego de Giráldez ha querido demostrar, y lo ha conseguido, que llevando a las superficies cuidadosamente preparadas, elementos sencillos y humildes de carácter aldeano, sin la menor afectación y con toda limpieza, logra el artista a más de interesar, conmocionar por el caudal de fervor puesto en lo realizado. Por lo demás, esta obra significa un alarde técnico, por que ningún fragmento de sus cuadros se advierte el menor cansancio del artista dejando los temas sin resolver dignamente. Diego trabaja siempre pacientemente, amorosa y concienzudamente, mereciendo su obra el aprecio en que se la tiene. Adelante, Giráldez, y enhorabuena”.


JESUS CHAPARRO QUEIJA (Cronista. Huelva): “Diego de Giráldez nace en la provincia de Pontevedra. Todo lo que le rodeó desde muy pequeño, en su vida, tiene interés para determinar la personalidad de este pintor, tercero de cuatro hermanos y que quizás esos prolongados periplos, de su padre, en la mar, hagan de él un niño juguetón y con inquietudes, que comienza muy temprano a dibujar, dado que cuando a penas andaba ya " pintaba" con carbones de la "lareira" sobre papel de estraza, de envolver el pan, los que su madre desechaba. Y que hoy en día, en opinión de críticos tan significativos como Santiago Amón y Ramón Faraldo, es un "pintor sorprendente" que creó un nuevo estilo dentro de este nuevo realismo combinado con naturalismo, abstracción y surrealismo.
A partir de 1967 se va formando culturalmente y artísticamente en sus cuatro grandes pasiones: la medicina, la anatomía, la pintura y la escultura. Este niño que responde al nombre de Diego de Giráldez pronto empieza a destacar como dibujante y ejerce, ya, como pintor que tiene todas las características para ser un nombre que pise fuerte en este "mundillo" del arte; "..., inquieto, con toda la fuerza y sabiduría de los Druidas Celtas...", como nos recuerda Ramón Faraldo.
Camina, los primeros años, silenciosamente, acumulando formación. Este nombre de excepción entre la pintura contemporánea de los últimos años, pinta, en esa época, lo que conoce: el paisaje, sus gentes, las naturalezas muertas con colores y luces de nuestra tierra. Hoy domina una obra que ha sido catalogada, considerada por la contemporánea.
En su obra se distinguen muchos elementos que hacen que se reconozca, a simple vista, entre todas las demás. Su gran familiaridad con la naturaleza, la notable seguridad en la observación de sus mecanismos le permite conocer sus leyes. El interés y un estudio constante de/por la anatomía le sirven como bases para plasmar sobre el lienzo la génesis empírica de lo que será su obra.
En Madrid, en una visita a una de sus exposiciones: Ramón Faraldo, Santiago Amón,..., a estos dos críticos le llega a unir, con el pintor, una verdadera admiración por ambas partes. Hasta el extremo de comentar uno de ellos:" Si me preguntasen ¿ Qué cuadro debería incorporarse, ya, al Museo del Prado?. Seguramente respondería que "El Cristo Hombre de Diego de Giráldez".
Diego de Giráldez, sabe que el arte es absolutamente inseparable del oficio. Sabe también que el blanco más blanco nace de la explosión comunitaria de todos los colores, que el negro más negro surge cuando la noche se apodera del fulgor del arco-iris. Pintor sorprendente, creó un estilo dentro de este nuevo realismo que denomina NAS (naturalismo, abstracción, surrealismo)". En 1980 es seleccionado para formar parte de la exposición "Maestros del Realismo Español", Y a partir de este año es normal verlo, escucharlo y leerlo en distintos medios de comunicación, revistas especializadas, libros,...,
Ahora lo tenemos en Huelva, con una excelente y valiosa exposición para deguste y deleite de los que aman el arte con una expresión viva y con una interpretación de lo cotidiano, lo sublime y lo absurdo, que la hacen atractiva y a veces, diríamos necesaria para desconectar del cotidiano que hacer”.

VICTOR GAY. (Crítico de Arte.- Girona): “De Galicia llega este pintor y escultor, si bién en esta ocasión muestra exclusivamente pintura. Una búsqueda del realismo centrado en el motivo o argumento principal, especialmente en bodegones, donde los tonos fuertes, rojos de las crestas de las aves o de los crutáceos son lanzados, puestos en un primer plano por el negro de la noche, todo sobre la noche, incluso el paisaje sin cielo o de negra noche. De vez en cuando, como un rompimiento, aparecen unas burbujas flotantes que rompen la lisura del trasfondo. Una flotación que trasfiere vida y movimiento. Busca efectivismos en un bodegón con pavo, cruz y vino que cae sobre su pico. Símbolos. Hay así mismo bodegones áridos, con cesto de mimbre, hojas y ramas secas. También un retrato de perfil sobrio con el conjunto. Es como una invitación silenciosa de lo oscuro, para sobre ello situar un contraste, aquello que más le interesa desequilibrar el color y conseguir una mesura en el conjunto”.


MANUEL FORCADELA. (Profesor de Literatura y Lengua, Escritor y Poeta. Galicia): “Sempre existiu un posible encontro entre a pintura e a poesía: a imaxe. Reducidas a ese humilde pero esencial territorio, as dúas artes son o mesmo. Por debaixo das distintas opacidades técnicas, das combustións cromáticas ou verbais, xace sempre unha imaxe.
Non creo no fetichismo das obras orixinais, dos obxectos pictóricos valiosos. Creo no poder das imaxes. O poder dun poeta, como o poder dun cadro, radica no encontro visionario dunha asociación audaz, na protestade de lograr infundir as cousas un significado que, anteriormente, non tiñan pero que, a partir dese momento, xa vai definitivamente ligado á palabra. Por iso os poetas reinventan a linguaxe, porque conseguen que a relación entre significantes e significados, esa relación que Saussure definía como arbitraria, se contaxie da presencia omnipotente da realidade. Todo significa todo, poderíamos dicir. A linguaxe como eixo central do simbólico lacaniano é a encargada deconverter o real no imaxinario.
Os artistas, tanto os poetas como os pintores, teñen a obriga de alterar esa relación, felizmente lóxica, entre o real, o simbólico (a linguaxe) eo imaxinario. De súpeto un cabalo amañece no cadro e leva un aparello de radio pendurado do pescozo; tamen unha nube con forma de avión vai deixando un ronsel de fume sobre o ceo. Magritte foi maxistral neste tipo de construccións. Demostrounos como calquera cousa pode servir para representar calquera outra. Unha rúa empedrada é, de súpeto, igual á torre dunha fábrica; o ceo pintado nun cadro sobreponse ao ceo que olla o pintor a través da súa xanela.
Creo que o valor central da pintura de Diego de Xiráldez é xustamente o de estar construida sobre a imaxe. A figuración aílla e singulariza os obxectos estrañándoos, facendo que os percibamos nun entorno diferente, nunha ensoñación que encontraría a súas raíces no surrealismo. O mundo onírico está agachado en cada unha das imaxes, as asociacións son arbitrarias e procuran encontrar o seu significado. Poñamos este obxecto á beira deste outro. ¿qué sucede? Pois unha imaxe dun espacio e dun tempo. Inevitablemente tornarase extravagante, utópica e intemporal.
Velai está o enigma. O mesmo enigma que está en cada cousa, porque a realidade é, en si mesma, inatinsible, aínda que na frecuencia dos nosos diarios encontros remate por converterse en vanal. Por iso esta pintura nos devolve o enigma das cousas. A fascinación de podernos ficar extasiados no puro ollar. Porque a ollada non e máis que coñocemento. E O coñecemento fundaméntase na indagación, fermosa palabra. In, dentro. Dagación, daga, dardo, bisturí. Abrir as cousas por dentro a base de miradas. O externo como inevitable mensaxe do interior.
Celebro os triunfos deste valor en alza da pintura galega que se chama Diego de Xiráldez e brindo pola continuidade feliz dos seus achados, nesta súa singular arqueoloxía das cousas...”.


ADELANTE CON EL REALISMO, DIEGO DE GIRÁLDEZ.  Por Fernando Mon (Crítico de arte. La Coruña- Madrid): “Decimos "adelante con el realismo", por la incidencia de numerosos pintores que ahora, precisamente están volviendo a estos modos de expresión específica. Pero lo que se ha anunciado como un sistema de realismo subjetivo por parte de los más decididos edalides de la realidad vigente, en Diego de Giráldez, pintor de joven ejecutoria, representa la más objetiva realidad. Esto es, un sentido de la realidad tal como ha sido vista por los pintores flamencos del diecisiete. Diego de Giráldez que ama todo lo que le entorna, todo lo que es cotidiano, ha dado cima a unas obras realizadas con mimo acariciante que representa esa cotidianeidad y ese entorno de las cosas amables que nos rodean cada día. El resultado pues, es una especie de serenidad eurítmica que ya, desde los griegos, se llamaba "armonía de las esferas" y que tanto utilizó el bajo medievo para atemperar y ajustar su afán de orden y, particularmente de ordenación.
Pero además la virtud de Diego de Giráldez, aún, repito, a pesar de su juventud, es la de haber medido con exactitud el diálogo de los colores por los que se trasluce asimismo, una exacta armonía y una mesura cromática de grandes calidades. Diciendo para terminar que Diego de Giráldez es un dibujante de trazos seguros, límpios y contínuos, decimos lo más sustancial que alberga su pintura, excepcionales cualidades formales”.



RAFAEL SÁNCHEZ BARGIELA. Director del Museo de Ponteareas (Galicia): “La fortaleza de Sobroso, levantada en un promontorio rocoso del monte Landín, domina desde sus atalayas una amplia panorámica que justificó su erección como elemento de control del sistema defensivo de la tierra de Turonio, en la Edad Media. Hoy este castillo es testimonio de épocas pretéritas pero también de la voluntad colectiva de conservación de nuestro rico patrimonio cultural.
Estos muros que conservan todavía los signos lapidarios de sus artífices, acogieron en otros tiempos los destacamentos militares que controlaban esta tierra y a los representantes de los condes de Salvatierra y Marqueses de Sobroso que dominaban la amplia jurisdicción que llevaba el nombre de Sobroso. Escenario de luchas en época medieval, todavía hoy tradiciones y leyendas populares nos refieren la permanencia de una memoria histórica.
La instalación en sus dependencias de la obra pictórica de Diego de Giráldez constituye un enriquecimiento del contenido de esta fortaleza, que no será admirada sólo por sus estructuras como fortaleza militar, signo de otras formas constructivas y de diferentes modos de vida, sino por las propuestas que nos muestra la obra pictórica de este artista.
El realismo NAS, nacido de una personalísima combinación entre naturalismo, abstracción y surrealismo, ha convertido a Diego de Giráldez en uno de los principales exponentes de la plástica gallega de este fin de siglo, como lo acredita su trayectoria y su obra, que forma parte ya de la s colecciones de numerosos museos de nuestra Península y de otros países
Con esta exposición permanente de su obra este castillo ve incrementado su atractivo y ofrece junto a sus muros centenarios una muestra pictórica que forma parte también de nuestro común patrimonio cultural”.


EL ESPEJO DE DIEGO DE GIRÁLDEZ- POR JOSÉ A. PEROZO. (Periodista, Escritor y Autor de la obra y libro " Tal vez Francisco de Zurbarán"): “Ese empeño de los críticos especializados por catalogar y clasificar las obras de arte es una costumbre del siglo XVIII de la que nos costará desprendernos. Semejante tarea de compartimentar la realidad ha cimentado en nuestros cerebros la impresión de pertenecer a un gran museo de la vida para el que los artistas e intelectuales crean permanentemente. Todos nos empeñamos en apresar la realidad, ya sea desde la plástica, desde la literatura o desde la información para legarla al futuro. Pero ¿qué es la realidad? ¿Cuál es la realidad? ¿Existe la realidad ?La interpretación de la vida está sujeta a la visión del artista del observador. Y no todas las visiones se corresponden con los mismos parámetros. La racionalidad del ser humano nos permite contemplar un mismo objeto e interpretarlo de mil formas distintas. Cada uno de nosotros llevamos dentro un espejo propio que manipula la realidad en función de nuestra forma de ver y de sentir la existencia. Esa transformación es la que hace posible la entidad del arte y las vías de conexión entre sentimientos y modos de comunicar. Por esta misma circunstancia me permito dudar de las etiquetas que los críticos y especialistas suelen adjudicar a la pintura, la literatura, la escultura, el cine, la fotografía... El día que rompamos con ese gran museo del presente seremos más libres y estaremos más abiertos a contemplar el arte sin prejuicios encorsetados.
El espejo de Diego de Giráldez se le han colgado infinidad de etiquetas de las que voy a prescindir en este pequeño comentario. Sin embargo-contradicción de contradicciones- no podré desprenderme de mi propia visión y de la observación que del arte anterior tengo impresa en la mente. Estoy seguro de que Giráldez busca plasmar su realidad por medio de la pintura y su realidad me remite, desde que lo conocí en los años setenta, a otro pintor para mi muy querido: Francisco de Zurbarán. La modernidad de este pintor nacido en A Cañiza podríamos entroncarla con aquella serenidad efectista, y tenebrista al mismo tiempo, del pintor de Fuente de Cantos (Badajoz), que se forjó en Llereda y triunfó en la Sevilla del siglo XVII. El cariño que Giráldez muestra por los tejidos y su capacidad para extraer de ellos formas y sensaciones vivas está muy cerca de aquel otro virtuosismo de Zurbarán. El gusto de Giráldez por los bodegones y sus exquisitas composiciones tiene un claro precedente en el trabajo zurbanesco. A la aparente religiosidad, no exenta de componentes terrenales simbolismos, puramente humanos, del pintor de A Cañiza resulta fácil encontrarle una clara conexión con los motivos del pintor de Fuente de Cantos. Resulta curioso que dos mundos tan alejados en el tiempo y la geografía se puedan conectar. Y esa curiosidad no creo que sea ni fruto de la casualidad, ni de las influencias, ni de la imitación. Tengo el presentimiento de que el espejo en el que Giráldez refleja su realidad pueda ser muy similar al que el pintor del siglo de Oro tuvo en su mente y llevó a los lienzos
La pintura de Giráldez no es fruto de la casualidad. Es una obra pensada, producto de la reflexión y de la intencionalidad comunicativa. Este pintor de finales del siglo XX no quiere transmitirnos únicamente lo que sus ojos pueden captar, nos ofrece la vida y la realidad reelaborada. Estoy seguro de que detrás de cada uno de sus cuadros hay una historia o, mejor, una novela, un poema, una posición épica ante la realidad circundante que desea legar al futuro. La suya es una obra aleccionadora; como la de los antiguos constructores de catedrales, sujeta a códigos iconográficos que pueden estar perfectamente conectados con la más vieja de las tradiciones de transmisión de pensamientos e ideas mediante lecturas indescifrables a primera vista. He dejado escrito en alguna parte que Zurbarán también se valió de códigos visuales para construir su obra pictórica y con ella dejar patente una posición ideológica seguramente no acorde con las líneas ortodoxas de su tiempo y su época. Los códigos y el espejo que Giráldez emplea en su obra también se escapan al entendimiento de los profanos. Muchos de sus cuadros, que parecen explicarse por sí mismo, no son tan simples de interpretar. Se le han colgado etiquetas de hiperrealismo, de bucólico, de narcisista, de romántico, de tenebrista...Yo me permito interpretar que estamos ante un autor que piensa su obra y que deforma la realidad según su espejo interior, etiquetas al margen. Como es natural”.


DIEGO DE GIRÁLDEZ. HACEDOR DE PASIONES -POR JESÚS PANDO MARTINEZ. (Periodista, Guionista y Cineasta. Galicia): “Mi experencia personal en la contemplación cruda y directa del arte, sea cual fuere su aspecto representativo, es absolutamente visceral, o habría que decir mejor "ultravisceral", pues me reconozco como un espectador sensible, de piel de gallina, de escalofrío, dispuesto a dejarse seducir, que dispone este caparazón físico en el que nos movemos, para ser atravesado por cualquier caudal de sensaciones que se precien, facilitándole así el viaje hacia el interior de la emoción más pura e instintiva, es que en mi caso al menos, compró una parcela muy cerca de la urbanización de las sensaciones, un lugar llamado corazón.
Este estado de gracia, que transporta, embriaga, conmueve y califica a todos y cada uno de los epítetos que describen y acompañan al nombre de aquellos hombres y mujeres que habitan en el suelo imaginativo de la genialidad, quiere rendir pleitesía humilde y sincera a un pintor al que me une no sólo el hecho de pisar tierra y cultura común, sino su particular visión de un universo interpretativo surrealistamente realista, pincelado con la sabiduría de quienes saben retratar sobre la oscuridad de un lienzo, las obras de una luz compuesta a partir de la descomposición de lo cotidiano, con todos sus pelos y señales, adormecida en el recuerdo de una lareira, al calor de un carboncillo, sin otro soporte didáctico, que el de una retina ávida por transformar la apariencia en sugerencia, el color en dolor, la vida en ausencias, latiendo fotograma a fotograma, tejiendo una fina película cuyo soporte químico es la reflexión, todo un intrincado y fibroso laberinto sobre la personalidad de la vida, sobre lo humano y lo divino, la realidad y su prima lejana, la fantasía.
Como periodista, pero sobre todo como cineasta, la obra de Diego de Giráldez me sugiere un guión inquieto, aunque de pulso firme, cargado de verdes metáforas, de naturaleza vida, que discurre por campos húmedos de hierba seca, de solanas hechas de atardecer, de carballeiras, de fruta fresca, de pocas palabras escritas con intensos momentos, con una madre omnipresente, inquieta y paciente, sentada al cobijo de la lumbre, con un niño rabioso por deformar sobre papel de estraza las hebras de un pincel que profundiza en lo auténtico, adornándolo de un simbolismo cuajado y concreto, humano, maestro en el sabio arte de comunicar a través de imágenes aparentemente planas, pero que al observarlas con la mirada perdida entre su atmósfera de sueños, se antojan profundos, profusos, libres de ataduras, esclavos de un estilo auténtico y personal. Soy un cuerpo agradecido, que se deja arrastra hacia la orilla de lo inusual, intentando con todo el caudal del que dispone mi deseo, atravesar el umbral de los puramente artístico y así poder sumergirme en la obra y gracia de un hacedor de pasiones , un talento para disfrutar y aprender; todo un artista: Diego de Giráldez”.



DIEGO DE GIRÁLDEZ, UN ARTISTA EXCEPCIONAL Y AUTODIDACTA.  Por Manuel Pérez. (Alcalde de Vigo): “Tenemos el honor de tener como vecino al gran pintor Diego de Giráldez.
Observando la parte de su vida y obra, recogida de forma magistral en diversos libros, podemos extraer la conclusión de que nos encontramos ante un artista excepcional y autodidacta que paseó y sigue paseando el buen nombre de nuestra ciudad por las más altas esferas del mundo cultural.
Es un orgullo para Vigo contar con un plástico como Diego de Giráldez, que si bien nació en A Cañiza, reside en nuestra urbe desde l967. Y que como dice nuestra Concejala de Cultura Maite Fernández –con la coincidimos los que conocemos su obra-, “en parte de su obra se puede intuir sus vivencias en nuestro casco viejo. Diego se reencuentra y nos las traspasa, en algunos de sus cuadros”.
Hay algo en su pintura que me llama poderosamente la atención, la frecuencia con las que eleva lo cotidiano a categoría estética y los fondos misteriosos, sólo perforados por la delicia leve de la luz que surge desde sus vértices.
Hoy Diego de Giráldez está reconocido internacionalmente y representado en innumerables e importantes museos del mundo.
Acabo de leer un libro publicado por la Excma. Diputación de Pontevedra. Aguardo que este libro sirva como herramienta de consulta para los estudiosos del arte y para todos aquellos ciudadanos que quieran elevar el grado de conocimiento sobre la vida y obra del nuestro pintor.
Mi enhorabuena a todos los que han hecho posible que este volumen vea la luz, con la esperanza de que la repercusión del mismo esté al menos en consonancia con el entusiasmo con que ha sido realizado”.


CÉSAR ROVIRA. (Crítico de Arte): “En la pintura de Diego, lo primero que destacaría son sus tratados de anatomía donde con máxima perfección tanto en la estructura interna como externa, es de una precisión casi absoluta, el símbolo está presente en la obra de Diego de Giráldez, dándonos un mensaje literario, donde podemos ahondar en los conceptos de la vida misma. La abstracción que aún llegando desde otro punto nos dá un hermosísimo sentido abstracto debido al escenario donde se representa la acción de los objectos que disgrega de manera dispar-surrealismo. Es un pintor distinto, para mí genial”.


MARÍA DO CARME KRUKENBERG. (Escritora y Poeta. Galicia): “En Diego de Giráldez ¿qué é, o que siginifica seu realismo?
A perfección do debuxo, o coñecemento de tódolos elementos necesarios para pintar un corpo, unha natureza morta, un galo, un can... . Penso, que mirando detidamente cada un dos cadros (que eu coñezo), hai algo máis que a pura realidade dos seres e das cousas. Eisiste un intimismo metafísico na composición e no trasfondo do realizado. Pode que sexa o silenzo da soedade, ou a calada compaña de sí mesmo. Do que quere e tén que dicir, en todas e cada unha das ideas de realidade irreal que incorpora, que plasma concienzudamente na obra acabada. E como unha necesidade de facer vivir a alma da materia, o espíritu do inanimado. Intentar o resurximento de vida nun concepto cósmico dos elementos que ten a súa beira. Non é preciso ningún desacougo na busca para atopar o seu camiño, anda permanentemente por il, como polos soños.
Vai dereito pola imaxinación reivindicando o mundo feito a súa medida, deixando os coñecemntos estudados,un tanto ó marxen do íntimo facer. Os mestres andan devagar polas catro esquinas do bastidor, ollando as pínceladas, ollando para a man lizgaira que sen presas vai enchendo de linas e cores a tela, que vai imprimidno sensibilidades aprendidas no corazón do tempo.
Reixeitar o realismo máxico é como desprezar a vida de cada intre. É refugar a vida, é morrer no esquecemento da noite.
Diego de Giráldez é simplemente un PINTOR que se chama Diego de Giráldez”.


SANTOS SAN CRISTÓBAL SEBASTIÁN. (Director del Museo Catedralicio y Diocesano de Mondoñedo y Director del Museo Rodera Robles de Segovia): “Diego de Giráldez es un gran artista que sabe ver e interpretar con suma delicadeza y bello colorido las cosas que nos rodean. Así lo hicieron siempre los grandes artistas desde la prehistoria.
El pintor de Vigo Diego de Giráldez es de los uno de los artistas que están marcando nuestra época, con vistas al futuro; y además cimentándose en toda la producción pasada artística de Galicia que ahora se ve grandemente incrementada por su obra.
Las obras de Diego de Giráldez figuran ya en bastantes de los museos españoles, que ven así incrementadas sus colecciones. Es más: El artista además muy pronto va a contar con su propio museo. Este va a ser el más representativo y completo exponente de la obra pictórica que nos ha dejado hasta el presente; y de la que cabe esperar que nos ha de legar en el futuro”.


BIEITO LEDO. (Editor Fundador de la Asociación de Editores de Galicia. Miembro de la Fundación Premios de la Crítica): “Cando me encontro con Diego de Giráldez, circunstancia que acontece con relativa frecuencia e case sempre na rúa Príncipe, donde ten un dos seus estudios, penso automáticamente nas terras de A Cañiza, de onde procede o noso gran artista.
Están estas terras no medio do camiño entre Ourense e Vigo e mesmo a punto de deixar de estalo. Dentro de poucos días cando se abra definitivamente a autovía e xanon haxa necesidades de parar neste territorio frío deixará de ser lugar de parada obrigatoria como o era cando as estradas e os outos eran como eran.
Se é certo o que di o poeta Rilke que a patria do ser humano é a sua infancia, os críticos e estudiosos do noso pintor terán que analizar como os galos, os burros, as mazás, os ovos, os pementos... todo ese universo mundo que Diego retratou de pequeno con eses profundos e curiosos ollos por terras do Parandanta. Unha maneira de poseer todas estas realidades da súa infancia é reinventalas na soedade do seu estudio en A Cañiza, terá que seguir sendo lugar de referencia obrigatoria no mundo pictórico de Diego de Giraldez”.


JESÚS GUERRA. (Director del Museo Diocesano de Lugo): “Un 11 de abril de 1995 llegaba una obra, un cuadro de Diego de Giráldez, a la Catedral de Lugo, en cuyo trifório está ubicado el Museo Diocesano, donde se  encuentra el precioso cuadro de 86 cm. de alto x 66 cm. de ancho.
Allí mismo, y sin agua, lo bautizó Diego, poniéndole por nombre "Flores del Campo". Y a fe mía que el nombre estaba acertado, pues en dicho cuadro aparece pintado con singular maestría un frasco de EKO, o algo parecido y en él un manojo de rojos digitales entreabiertos, mezclados con otros tallos de flores amarillas y blancas. Diego me pidió que lo colgase en un lugar próximo a la puerta de acceso al Museo. No lo hice, porque me pareció más indicado colgarlo en la sala de arte profana. Allí se halla hoy, y no son pocos los visitantes que dirigen sus ojos a dicho cuadro y una alabanza al autor del mismo.
No me gusta hacer crítica de nadie y menos de un gran pintor como Diego de Giráldez. Pero debo manifestar que su pintura me gusta. Es un artista genial y buen retratista de la naturaleza. Y más que dejar volar la fantasía, como un Picasso o un Dalí, se limita a ofrecernos sencillamente la realidad poética de las cosas cotidianas, tal como se puede ver en "Gallos en la Feria", " Reflexiones a la vida" o "Campesino".
Si por las obras se conocen los autores, no dudaría en calificar a Diego de Giráldez como un hombre frío, flemático...”.

LALO VÁZQUEZ GIL. (Periodista, Escritor y Cronista Oficial del Ayuntamiento de Vigo): “Hace algunos años- estaba yo en Valladolid-, algunos amigos me dijeron que exponía un gallego excepcional, una colección pictórica realista, surrealista o "casi", que no dejase de verla y que les diese mi opinión. Un profesor vallisoletano que había dado clases en un Instituto de Vigo, me dijo que era "onírico". Con lo que se acercaba, evidentemente, al surrealismo y que ¡era vigués! "¿lo conoces?" "Debo conocerlo". Y enseguida añadí: "Si es, si pinta como dices, seguro que es Diego de Giráldez".
Y lo era. Allá me fui y aunque no estaba en la sala gozamos y comentamos su pintura filosofando y lucubrando en torno a su obra.
La muestra era verdaderamente excepcional y se celebraba en la acreditadísima sala del Centro Gallego, sociedad cultural, artística y difusora de todo lo gallego, con amplias miras, de gran prestigio en los medios entendidos y cultos de la ciudad de Felipe II. No me extrañó que la exposición alcanzase tanto éxito en una ciudad conocedora del buen arte. Jamás me defraudó Giráldez en ninguna de sus salidas. Y aquí menos- en Valladolid, porque todo el mundillo artístico se hizo lengua de su buen hacer y así presumieron sus amigos y sobre todo los gallegos vallisoletanos.
Todos los visitantes entendieron el arte de Diego de Giráldez, que transciende más allá de lo gallego para hacerse universal en ese mundo de símbolos que introduce en su obra con pinceles de paciente pintor, de medidor, sin prisas, del tiempo, del último detalle visual hasta alcanzar esa perfecta realidad no exenta sin embargo, de su huella personal intencionada.
Porque el pensamiento, su sentir, sus deseos, sus ideas, sus mensajes, sus secretos, Diego de Giráldez no los expresa solo con sus representaciones, con la composición extraña, filosófica, a veces tétrica o advertidora de que hay un mundo esotérico y exotérico.
Diego de Giráldez lo manifiesta también con la exactitud de visión y de plasmación material, a propósito, situándose fuera de la órbita de la moda algunas ya demodés, en un punto que ha querido escoger a conciencia sin encasillamientos absoluto y en el que se mueve por convicción.
Así, sus figuras, esos cristo extrañamente crucificados, esos paños, esas aves, esos objetos vulgares- enriquecidos- van más allá de la materialidad ya simbólica tópicamente si misma y se transforman en algo más sublime porque Giráldez las conjuga y las envuelve, invirtiendo y trastocando su significación iconográfica.
Y ahí está la dificultad para entender la pintura de Diego en su simplicidad.
Hay en sus cuadros algo que nos inquieta, que no llegamos a entender absolutamente...”.


Rafael Ruíz Sanchidrián. (Director del Museo Nacional del Ferrocarril. Madrid): “En el Museo Nacional del Ferrocarril y más concretamente, en la sede de la antigua estación de Madrid Delicias, hay un cuadro de Diego de Giráldez. Se titula "Puente Ferroviario de Redondela" y entró en el Museo en el año 1987.
El Museo del Ferrocarril acoge una magnífica colección de objetos ferroviarios que van desde grandes locomotoras hasta pequeños modelos. No es un museo de pintura, pero también tiene cuadros con motivos diversos, entre ellos y respetando todas las opiniones, siempre me fijo y debo reconocer que tengo más cariño por aquellos tienen motivos ferroviarios.
El ferrocarril ha sido fuente de inspiración para muchos artistas y le ha permitido desarrollar sus inquietudes y habilidades.
Cuando en ocasiones enseño personalmente el Museo y comento algo sobre los cuadros, presumo del cuadro del Puente de Redondela. Se trata de un cuadro que no es realista pero se acerca, no es abstracto pero se aproxima y sobre todo atrae al visitante y a aquellos que conocen Redondela o que han viajado en tren por Galicia y conocen sus puentes. Inmediatamente lo reconocen.
En el Museo Nacional del Ferrocarril sabemos menos de artes plásticas que de trenes, pero sí que sabemos apreciar un buen cuadro ferroviario hecho con genialidad, cariño y que tiene algo de misterio”.

Román Pereiro Alonso. (Comisario Museo R.C. Celta y Presidente de la AGCA. Galicia): “En tiempos difíciles para la pintura, en el sentido más tradicional, Diego de Giráldez, ajeno a modas o "ismos", consigue la vigencia de su arte al situarlo en ese espacio de yuxtaposición ideológica y obsesiva de lo real. Estamos hablando del inventor del Realismo NAS.
El arte, entre sus múltiples formas de expresión acoge una vez más la realidad, desde una visión personal que acepta el mestizaje de imágenes y costumbres resultante del encuentro de dos mundos conceptualmente antagónicos... el artista asume el pensamiento simbiótico resultante del ruralismo- urbano y dirige su mirada en busca de la sensibilidad y las cosas que van quedando retenidas en el tiempo. Sus cuadros son fuentes de evocación que exponen sentimientos íntimos de la memoria. Presencias y encuentros con las últimas ofrendas de la aldea. Diego de Giráldez es el mago que invoca la permanencia del nombre las aves, el misterio de los objetos y los emblemas rurales..., es eloferente de la tribu, estigmatizado para los milagros.
Hay en la obra de Diego de Giráldez una mística de vida y sacrificio. Una paloma, un cordero o unas gallinas recién salidas del corral que esperan en un rincón de penumbra el momento de asumir el protagonismo de la inmolación.
Otras veces busca en un espacio de telas, soledad y silencio, todo el símbolismo reparador de la cultura, EL "Agnus Dei", cubierto de rojo litúrgico, preparado para el ceremonial del sacrificio. Igualmente dispuesto el "Cristo Hombre" (1982), uno de sus cuadros más emblemáticos pintado con sabia ejecutoria en la cumbre de su carrera. Un Dios, al tamaño natural de un hombre, que se resigna a un trágico destino: Un giro de pesadumbre en la cara, arrodillado y desnudo, con los mínimos elementos complementarios para el máximo poder evocador.
De igual modo busca Diego de Giráldez el simbolismo en los pequeños formatos y no por su tamaño y sencillez pierden capacidad de emocionar. Las cosas sagradas del hogar y de la tierra. Tesoros que fueron de un mundo rural que se desvanece en la metrópoli: Un puñado de castañas o unos huevos "morenos". Una pluma de ave que emplaza el sentido más delicado del tacto... , o un pan sacramental sobre el impoluto paño que lo preserva. Presencias reales reteniendo el misterio poético de una cultura que se aleja.
Cada cuadro de Diego de Giráldez es una ofrenda que nos remite a la memoria de la aldea. Un lugar y un tiempo, más o menos lejanos, nos los ofrece el artista con la frescura de una sorpresa, como un afortunado encuentro lleno de sugerencias. Diego de Giráldez dibuja sus ofrendas envolviéndolas en una luz tamizada por la añoranza..., una luz crepuscular; esa misteriosa e íntima luz que vibra en la proximidad de la sombra. Así nace un recital de veladuras para alcanzar un cromatismo refinado y contenido que soluciona con fórmulas propias, aglutinando gamas, avecinando tonos casi idénticos, para conseguir finalmente una atmósfera cargada de nostalgia.
Naturalezas quietas...¡No muertas! un gallo pleno de deseos de libertad para marcar nuevamente su territorio. Unos erizos de castaño todavía con el aroma del último otoño. Un cristal reciclado en florero, para un fragmento de rama de manzano que en sus flores mantiene una esperanza de vida.
Acierta Diego de Giráldez cuando denuncia la fogacitosis urbana que hace crecer un campo de hortalizas, en verdes desgarbados, dentro de una estrecha limitación metálica, lugares en los que el cordero o la paloma o el gallo, se siente extraños prisioneros”.



Fernando Franco. (Periodista: Faro de Vigo): “No sé si nació con el "de" que precede a su apellido pero, si así no hubiera sido, bien está que se lo haya añadido y apropiado porque le viene al pelo a su obra, esa que te traslada a tiempos de los grandes maestros castellanos. A uno Diego de Giráldez le parece a veces un ser de otra época caído por azar en el presente, la misma sensación que cuando entras en su casa de invitado y todo allí parece pretérito, desde la báscula romana hasta el dolsel de su cama, desde la cómoda con un siglo de vida y de caoba al tocadiscos Dual de aquellos 60 en que era adolescente. Y luego están sus coches sacados del pasado, comprador de viejas glorias ajeno a las últimas marcas y modelos del mercado.
Ahí tienen a un hombre tranquilo y paseante, encastrado en el pueblo y nada amigo de pompas y boatos. Tranquilo pero no callado, ni inactivo ni atado porque parece haber hecho de la España toda su morada cargando con su obra, de museo en museo, de galería en galería como en un frenético "tour" de músicos rockeros. Nadie sabe cómo hace pero a veces parece imitar a Dios, presente en todas partes.
A su realismo le apellidó NAS, que es naturalismo, abstracción y surrealismo. Un galimatías que sólo a él le pertenece, pero que nada importa cuando una obra se explica por sí sola. Sobre el lienzo anda su universo desplegado, poesía y magia, técnica precisa, lirismo despiadado. Que los dioses le confundan, como él parece confundir a veces a los dioses desde las intimidades de su sonrisa inacabable”.

Dra. Cristina Fernández de Kirchner. (Presidenta de la Nación Argentina. Buenos Aires-Argentina. Febrero de 2008): “"El Realismo NAS de Diego de Giráldez". Las obras de  Diego de Giráldez, me resultaron de sumo buen gusto y además quiero destacar algo muy importante: La importancia que reviste para el arte actual el innovar, crear una nueva visión del mismo. Fusionar el naturalismo, la abstracción y el surrealismo no puede más que auspiciar una etapa de nuevas creaciones de seguro enriquecedoras para el mundo del arte”.

David Mourão-Ferreira. (Escritor y poeta. Portugal): “A pintura de Diego de Giráldez é de uma maestría e de um talento indiscutível. Nada de comum com as reproduções efectuadas por inúmeros artífices de últimas gerações. Nos quadros de Giráldez verificam-se realidades autónomas, ergidas pela força de um olhar e um fazer diferente e original….”.

Manuel Almeida Brandáo. (Director do Museu de Ovar – Portugal): “Diego de Giráldez está representado no Museu de Ovar com a obra "Gallo Rubio".
Demostra ser um artista criativo pelo que podemos colocá-lo no grupo dos independes. Amante do mar, da paisagem ou seja do mundo que nos rodeia.
O Realismo NAS: Naturalismo, abstracçáo e surrealismo sáo as bases da pintura de Diego de Giráldez, sobrepondo nos seus quadros conceitos e formas desta tendéncias.
A obra de Diego de Giráldez desperta nos observadores uma sensaçáo de atracçáo pelos seus quadros e um grande equilíbrio entre a sensibilidade e a técnica.
Podemos concluir que estamos perante um artista autodidacta e excepcional, reconhecido pelas mais altas individualidades do mundo cultural.
 Manuel Jorge Pereira de Carvalho. Director: MUSEU MILITAR DO PORTO.
Da obra pictórica de Diego de Giráldez chega-nos o eco das exposiçóes que tem apresentado ao longo de uma vida dedicada á expressáo plástica.
O Museu Militar do Porto tem a honra de possuir, no seu acervo, desde 1.999, a sua pintura de título "O Casco" a qual se enquadra tematicamente no ámbito de algumas outras obras com cariz militar de sua autoría, como "Bota e gorra" de 1.996, ou "Dous Soldados" de 1.997. Estas obras, aparentemente explícitas nas suas reprensentaçoes, deixam margem para o pressentimento de leituras nas entrelinhas.
Em "O Casco" se o rigor do desenho é evidente, assalta-nos sobretudo a suave mas inquietante expressaó realista em que o objecto assume um forte sentido simbólico que sugere diversas interpretaçóes.
O capacete poisado, entrega-se á guarda da vigilia da lua, numa paleta cromática de tons escuros, entre um terra, o azul e o negro, de que o verde do casco se destaca. A figura humana está ausente, mas, a sugestáo do descanso do guerreiro, confronta-se, quem sabe (?), com uma pontencial homenagem áquele que, dando o melhor de si, em dura batalha tombou.
A leitura da obra acentua-se até no enquadramento de dupla moldura que valoriza o carácter honorifico que, no conjunto, encerra um forte sentido poético”.

Ana Paula Cardoso. (Museu Municipal Santos Rocha. Portugal): “Fundado em 1.894, o Museu Municipal Santos Rocha integra nas suas colecçóes um importante espólio de pintura, cujo enriquecimento se tem realizado progressivamente, com especial incidéncia nos Anos 40-50 e 80-90 do século XX.
A súa programaçáo criteriosa tem permitido a realizaçao de exposiçóes temporárias neste espaço museológico portugués, procurando divulgar artes e artistas, alargando sempre que possível os seus conteúdos museológicos, com particular interesse pela divulgaçáo de nomes e obras de artistas ibéricos, mesmo que através do extravasar das fronteiras nacionais.
É assim que se realiza, em 2.000, uma exposiçáo de Diego de Giráldez neste Museu Municipal, intitulada EL realismo "NAS". A mostra, que integrou cerca de 30 trabalhos, apresentou-se como um conjunto admirável e revelador do seu universo artístico e da sua intemporalidade, estabelecendo-se como um percurso pessoal pelo naturalismo, abstraccionismo e surrealismo, resultado natural das múltiplas influéncias que o artista angariou ao longo da sua vida.
Foi através desta exposiçáo que o Museu Municipal Santos Rocha víu enriquecida de sobremaneira a sua colecçáo de pintura, sendo a partir de entáo possuidor de uma obra de Diego de Giráldez, denominada "Ella Mira"”.

Gaspar Alorda Fiol. (Director del Museo Histórico-Militar Castillo de San Carlos): “El Museo Histórico Militar Castillo de San Carlos posee el cuadro "Soldados en Formación", firmado por Diego de Giráldez y fechado en 1996.
El Museo cuenta con una obra realizada en plena madurez pictórica dentro de su proceso creativo. Tras un fértil recorrido por tendencias naturalistas, abstractas y surrealistas, el pontevedrés logra aunar, en un solo estilo, ingredientes tan dispares y consigue finalmente un lenguaje pictórico realista de raigambre surrealista.
"Soldados en Formación" destila simultáneamente equilibrio, inquietud e incluso desasosiego, como si existiera una amenaza oculta en la mitad de la noche. Estos tres observadores anónimos parecen enfrentarse a un destino desconocido, dentro de una atmósfera ingrávida repleta de poesía. Tal idea vendría refrendada por la ausencia de color, el marcado carácter escultórico derivado del claroscuro y el absoluto protagonismo del dibujo”.

Margarida Ruas Gil Costa dos Santos. (Directora do Gabinete de imagen e Comunicação da EPAL. Directora do Museu da Água e presidenta de APOREM. Lisboa- Portugal): “Quando falamos do nome de Diego de Giráldez, estamos a falar de un artista realmente singular, que transporta para as suas telas emotividade e sensibilidade impares.
As suas pinturas representam uma outra forma de comunicar, percorrendo-nos interiormente, transportando-nos para outra dimenção.
A sensação de contemplar obras que fazem inventar histórias improvistas, que deixam viajar pelo imaginário até à poesia, que cegam momentáneamente com os seus maravilhosos jogos de luz e movimento.
Os temas que a generalidade das pinturas invoca, falam de mistérios do quotidiano, da essència e beleza das coisas, dos frutos, dos animais, do corpo. São trinta e quatro anos que traduzem, na verdade, uma vida inteiramente à arte.
A contemplação da sua obra toca-nos até... talvez ao absoluto e de certo ele é tocando no acto da criação”.

Ana García Martín. (Técnico Superior de Arte Museo de Cáceres): “LA NOCHE, 1992. Diego de Giráldez 100 x 80 cms. La obra representa una gallina apoyada sobre un pote metálico. La gallina está representada de perfil, en una posición de reposo, apoyada sobre el borde del recipiente. Su plumaje, de colores claros, así como la cresta rosácea y el pico amarillo, destacan sobre el fondo neutro oscuro en el que se recorta la figura.
Del pote también sobresale una rama de árbol, probablemente un níspero, con algunas hojas verdes, que ayudan a equilibrar la composición.
La parte inferior del dibujo se muestra en una tonalidad marrón que actúa como suelo en el que aparece una ramita florecida y en el que apoya el pote, cuyas tres patas crean sus correspondientes sombras alargadas, que se pierden en profundidad, ya que este suelo marrón se va difuminando poco a poco hasta convertirse en el fondo negro que domina la composición.
La obra se encuadra dentro del realismo propio que define al autor. Un realismo detallista, donde se pone de manifiesto el dominio del lápiz y del dibujo, un dibujo minucioso, como se muestra principalmente en el plumaje y en la cabeza del ave, o en las ramas del árbol. Un realismo que aporta delicadeza y serenidad a este bodegón, así como una elegancia austera.
La obra está firmada y fechada en el ángulo inferior derecho: " Diego de Giráldez / 1992"”.

Pedro Machuca Bernal. (Director del Museo de la BRIPAC): “Diego de Giráldez es un pintor de una dilatada trayectoria pictórica. Empezó a una edad muy temprana con el dibujo y comenzó a destacar en la pintura en la década de los 70 con un sistema autodidacta basado en sus experiencias en el mundo rural en el que vive, donde desarrolla nuevas ideas que dan como resultado el nacimiento creativo de un estilo propio denominado " Realismo NAS" ( naturalismo, abstracción y surrealismo).
En los años 1980, tras su paso por el Ejército durante la realización de su Servicio Militar y tras los conocimientos que adquiere sobre el mismo debido a la diversidad de unidades militares con las que toma contacto, amplía los temas de su pintura incluyendo la temática militar.
Una de esas unidades con las que toma contacto durante su Servicio Militar es la Brigada Paracaidista, Unidad que conoce durante la realización de un ejercicio en San Gregorio (Zaragoza) y que incluye lanzamientos paracaidistas. Quizás sea este el origen de la obra que hoy está en el Museo de la BRIPAC pintada, en el año 1997 y titulada " Suministros desde el aire, Paracaidistas".
Esta obra representa uno de los conceptos fundamentales de las operaciones de apoyo a este tipo de fuerzas.
El abastecimiento aéreo es, en la más pura de las operaciones paracaidistas, el cordón umbilical que aporta todo lo necesario para que nuestras fuerzas puedan seguir desempeñando la función hasta alcanzar los objetivos señalados en la misión.
Sin conocer exactamente que es lo que bulle en la mente del autor a la hora de plasmar un pensamiento en imagen, no hay ninguna duda de que en esta obra se observa claramente el simbolismo de este concepto militar.
Sobre un fondo negro (un futuro sin provisiones) se ilumina un paracaídas con su maná, mientras un soldado observa esperanzado la llegada de aquellos suministros que le deben de llevar a la victoria.
Curiosamente, esta obra ostenta en su concepción la representación de los dos símbolos más representativos de nuestra Unidad.
El primero de ellos es de color negro que representa nuestra herencia legionaria y que ha quedado simbolizado para siempre en el binomio BOINA NEGRA= PARACAIDISTA. El segundo símbolo es el paracaídas, representación de nuestra forma de llegar al combate y segunda parte del binomio antes mencionado.
El soldado, sin duda alguna, parte fundamental de los acontecimientos representa la igualdad en el salto, al no haber diferencias entre el general y el último de nuestros CLP, s. (Caballero Legionario Paracaidista, denominación que se recibe al ingresar en la BRIPAC una vez finalizado el curso paracaidista) a la hora de enfrentarnos a la incertidumbre del salto.
La simplicidad gráfica de la obra también representa la teórica simplicidad del combate paracaidista. Un combate al que se enfrenta únicamente con lo que puede portar y con lo que puede ser abastecido a través de los "Suministros desde el aire"”.


Sergio Mourâo. (Crítico de Arte, Universidade do Porto e Crítico de O Primeiro de Jornais. Portugal): “...A pintura de Giráldez, enquadra-se num "realismo" expressivo, cheo de pesquisas e sugestoes. No dominio pictórico e naturalista, nota-se intencionalidade, personalidade e factura. Elementos essenciais que definen uma pintura...
.........Este "realismo" expressivo e de cariz romántico traduze simultaneamente a realidade que o artista tem diante dos olhos e aquela que potencia a sua mente...
.........Diego de Giráldez apresenta varias composiçoes de subtil concepçao, polarizando, a vitalidade das coisas e dos seres, trespassada de memórias seculares, por isso mesmo ligada ao tradicionalismo do mundo rural...
Os trabalhos de Giráldez convidam o espectador à reflexao. O pendor quase mítico da sua pintura transparece nas bolas de cristal evidenciando o espaço e o vazio como uma interrogativa carregada de significados... As suas cores possuem variaçoes timbricas e envolvimentos de uma plasticidade etérea.
O transito singular para uma pintura fiel a realidade exterior, mas carregada de interioridade, representa o substrato " referencial" que assinala a corporalidade enigmática, com carisma e dimençao adequada as realidades de nosso tempo, onde o regresso indispensável à ecologia das coisas e dos seres e a ponte que nos afasta da angustia exaltante que é o turbilhâo computorizado e complexo da vida urbana...”.

José González Ortiz (Escritor, Crítico de arte, Miembro de la AECA y AICA y Director del Museo de Ciudad Real):

Surge un gallo entre el viento,
y Diego de Giráldez lo atrapa con su pincel.
Con él, crea un espacio plástico,
un poema lírico, donde levitan las burbujas
y se corporean los espíritus de las cosas
que antes se desvanecían
en las intermitencias de su memoria.
El gallo invita a otros gallos,
a las mazorcas de maíz,
a los peces, a un perro, un cristo...,
para que todos conformen y generen
un cosmos dentro del lienzo.
¡Quizás, un cuento! En el que Diego narra su
historia,
el sueño que palpita nervioso en la punta de
sus dedos.
Diego materializa en el aire
los gallos que le arrullan en sus noches,
a las palomas que se embriagan con el arco iris,
a los seres queridos que pueblan los latidos de
su corazón
la magia de sus pinturas
siembran de sugerencias el paso breve de la vida,
y adornan de colores e imágenes,
el análisis, a veces frío y seco de la razón.


PEDRO ARDÁ LUBEIRA (Diputación de Pontevedra).
La obra Diego de Giráldez, ya ampliamente conocida y comentada en todo el mundo artístico gallego, español e internacionalmente, no deja de darnos cada día nuevas impresiones y por supuesto nuevas satisfacciones. Al impresionante dominio del dibujo se le une su gran invención, la aportación de un nuevo estilo al mundo del arte, el Realismo NAS que es para mí una conjugación perfecta de tres elementos que nos da una nueva visión del Arte.

César José Mera Rodriguez. (Senador y Alcalde de A Cañiza, Pontevedra): “En la Villa de A Cañiza, flanqueada por los montes del Paradanta y del Pedroso, nace el pintor Diego de Giráldez y seguramente pudo influir en su particular forma de pintar su entorno rural y natural. Considerado por los expertos como un inimitable artista, retratista de la naturaleza, ofrece la realidad de lo cotidiano con total sencillez, sin adorno, recurriendo a los mínimos elementos plásticos, aportando a sus obras una clara visión del mundo natural. Sus obras no dejan al observador impasible, siempre desconciertan.
Diego ha recorrido gran número de ciudades de varios países, de los distintos continente, en los que, como sabemos, es reconocido al tiempo que está representado en más de un centenar de museos de todo el mundo. En su andadura profesional y personal siempre ha llevado el nombre de A Cañiza, Vigo, Pontevedra y Galicia, por el mundo, algo que agradecemos profundamente.
Además quiero aprovechar esta oportunidad para expresar mi satisfacción personal, así como la de mis convecinos, por compartir esta hermosa Villa con un artista de cualidades tan excepcionales, un artista que alcanzó hace ya tiempo un merecido lugar dentro de la pintura contemporánea española. Su interés por la anatomía y el hecho de ser el creador del Realismo NAS, que el artista traduce como su particular fusión entre el naturalismo, abstracción y surrealismo, avalaron su ascenso a la primera línea de los pintores de este siglo XXI.
Como Alcalde y vecino de Diego me resulta difícil ofrecer una opinión objetiva sobre el hombre y el artísta porque estoy gratamente condicionado, pero son muchas las voces que se han pronunciado sobre la trayectoria profesional y pictórica de Diego de Giráldez y sobre su prolífera obra que podrán admirar en su Museo monográfico que tiene su sede en la Villa, desde 2007, para orgullo de todos los cañicenses y para recreo de todos los amantes del arte”.

JOSÉ MANUEL BARROS. (Vicepresidente de la Excma. Diputación de Pontevedra y Alcalde de Porriño): “DIEGO DE GIRALDEZ. Sus obras, a las que dedicó sus mejores años han conseguido la pureza, la brillantez, la delicada sensualidad y la sensibilidad del mensaje con lo que logra despertarnos de los sentimientos más profundos, y que son motivos sobrados para colmar la realización personal y profesional del artista, así como para satisfacer las apetencias de quién quiera ser feliz poseedor de una buena pintura.
Diego de Giráldez, vive para el arte y triunfa con el Realismo " NAS ", conjugar el naturalismo, la abstracción y el surrealismo no es tarea fácil, sin embargo Diego lo logra con una perfección que deja atónitos a los estudiosos, profesionales y críticos de arte.
La obra de Diego de Giráldez, desde mi modesta condición de admirador de las Bellas Artes y más concretamente de la pintura, en sus más de 300 exposiciones individuales con las que ha recorrido todo el mundo, despierta en el espectador una sensación de atracción hacia sus cuadros. Contemplando cuidadosamente la calidad atractiva, se aprecian sensaciones que van más allá de estar admirando una obra pictórica. Algo que lo ha consolidado y encumbrado como un gran maestro del arte contemporáneo”.

INTERVENCIÓN DEL PINTOR DIEGO DE GIRÁLDEZ, EN EL PALAIS BEAUMONT. FRANCIA:
"Mon art veut être de l´art, surtout et avant tout.
Les sensations, les situations, les images que je traite démontrent la valeur des objets.
Les qualités, la plasticité, un certain symbolisme aussi, une réalité parfois fabulatrice. Le Réalisme NAS".

Colmena. “EL MUNDO DE LOS MISTERIOS DE DIEGO DE GIRÁLDEZ -REALISMO POÉTICO. Naturaleza viva y muerta utilizada con intenciones surrealistas, un universo personal y fascinante con la poesía como trasfondo temático, componen las creaciones que el pintor Diego de Giráldez. La obra de este artista merece capítulo a parte en la pintura española contemporánea dentro del llamado realismo poético. Una tendencia intimista y onírica de la realidad en la que la falta de luz del entorno de las escenas contrasta con la luminosidad de los objetos e imágenes que conforman la obra”.


Avelino Antón. “LA PINTURA INTELECTUAL DE DIEGO DE GIRÁLDEZ EN GUADALAJARA. Significativa muestra de la obra pictórica del artista Diego de Giráldez, de gran originalidad y estilo.
Su estilo denominado "Realismo NAS" - naturaleza, abstracción y surrealismo -. Su temática general se divide en rural, intelectual y religiosa, pero en ésta exposición predomina la rural, con títulos afines: "Cabeza de gallo ", "Flor del peral ", " las Manzanas", " Membrillo", "Equilibrio de la naturaleza en su retorcimiento", "Frutas ", etc. inspiradas en plena naturaleza y que define su apasionamiento por la misma.
La obra de Diego de Giráldez, es muy conocida a niveles de toda España e internacionalmente, pues esta representado en más de 140 museos de diversos países, incluso uno en el municipio de su villa natal. Así mismo está representado en numerosos museos de Portugal y resto del mundo.
En la exposición de Guadalajara, se puede captar esa sorprendente técnica mixta que utiliza en sus obras llenas de simbolismo y misterio, pero siempre sugerentes de belleza y armonía”.




Diego Giraldez. Por Antonio Montero (Gestor Cultural y Presidente de la Fundación WFF): Que decir del Artista Diego de Giraldez, bastaría con decir que como a todos nuestros artistas que pueden destacar por algo, o hacer sombra sin pertenecer a la clase de Elite. Es un artista consumado, es un clásico de la pintura y la escultura que brilla por su propio nombre.
Pero cuando uno comienza a ver su obra colgada en los principales Museos Nacionales y Extranjeros, el interés va en aumento y muchos se empiezan a preocupar todavía más y aparece el Odio visceral, callado y corrosivo, aflorando los comentarios despectivos. Pero la obra de Diego permanece majestuosa y soporta las críticas mas despectivas de sus propios compañeros o de aquellos críticos que difícilmente son capaces de disfrutar del placer de pintar y sin embargo disfrutan del Arte crítico.

Diego es un pintor excelente digno de un país que se precie de la Marca Galicia y de grandes genios de la pintura.

Yo recuerdo sus primeras exposiciones donde me declaré manifiesto seguidor de su obra. Pero no podría compararlo con Velázquez ni con Goya o con el gallego Puga, puesto que Diego de Giráldez tiene y tendrá su propia escuela. Ya actualmente se le atribuye la creación del movimiento N.A.S., pero en los próximos 100 años, cuando todos nosotros seamos calvos, nuestros sucesores en la Tierra organizarán debates y conferencias ilustradas con las mas avanzadas técnicas de espectrografía, de Rayos y de Escanners, para saber si su pintura pertenece a la escuela o es contemporánea de…

Puedo asegurar que el dominio de la técnica de Diego solamente se logra con horas de dedicación y maestría en el manejo de los pinceles y en la preparación de los pigmentos y óleos, esa es su principal maestría, junto con el trabajo, la constancia y la seguridad en si mismo.

Dicen los expertos en formación que la maestría en un oficio se alcanza cuando se superan las 2.200 horas de trabajo constante, pues bien Diego supera ampliamente las 22.000 horas, por lo que le corresponde un aprobado amplio en ese Master de las Bellas Artes en pintura con la hoy reconocida técnica N.A.S.

Me preguntaba yo, ingenuamente, si nuestra facultad de Bellas Artes en Pontevedra había invitado a Diego de Giráldez a la realización de algún taller o tipo de clase práctica sobre su obra. Ya no digo a invitarle a que se creara una Cátedra, conjuntamente con su Fundación, para ir creando Escuela y tal vez Oficio sugiriendo en los alumnos que no solamente existe el Arte Contemporáneo tal y como puede ser la obra de Tapies, de Jorge Castillo, de tantos autores contemporáneos, sino que también existen referencias como la de su Obra. Circunstancia que yo personalmente considero que debería ser propicia para una Escuela de BB.AA. y de la que Diego de Giráldez debería ser merecedor.

Yo propondré a las partes la preparación de unos estajes de estudiantes de BB. AA en los estudios de Diego de Giráldez, con alumnos interesados en su técnica.

Es de resaltar en la vida profesional de Diego de Giráldez la presencia y los encargos de su obra para lugares tan poco frecuentes como para el Vaticano, en clara competencia con artistas extranjeros. Espero que su Casa Museo, de A Cañiza, se confirme en un Centro de difusión y de creatividad a nivel Internacional con un marchamo y una Calidad Made in Galicia

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